Si Emmanuel Macron hubiera querido hacer un corte de mangas al descontento de la sociedad, difícilmente habría encontrado una mejor manera de hacerlo. Pocas horas después de la dimisión de François Bayrou, que perdió la moción de confianza en la Asamblea Nacional el día anterior, el presidente de la República nombró primer ministro a Sébastien Lecornu. “Le ha encargado que consulte a las fuerzas políticas representadas en el Parlamento” para “construir” acuerdos “indispensables”, precisaba el Elíseo en un comunicado publicado en la tarde del martes 9 de septiembre.
A sus 39 años, el ministro de Defensa accede a un cargo que el jefe del Estado lleva mucho tiempo queriendo confiarle. Ahí radica la incongruencia, por no decir indecencia, de este nombramiento: sin mayoría parlamentaria desde hace un año, Macron elige a uno de sus más allegados para dirigir el Gobierno después de que la representación nacional haya destituido a sus dos últimos primeros ministros.
El desajuste es sorprendente entre un presidente de la República más celoso que nunca de sus prerrogativas constitucionales y el resultado del sufragio universal, que castigó duramente a sus partidarios en julio de 2024. Tras reconocer con dificultad que “la mayoría saliente había perdido” las elecciones legislativas anticipadas, Macron nombró en un primer momento a un representante del partido Los Republicanos (LR), Michel Barnier, para dar la impresión de una cohabitación.
Tras su caída, tres meses después, ya había querido nombrar a Sébastien Lecornu para ese puesto, pero finalmente se vio obligado a ceder a las amenazas de François Bayrou, uno de sus aliados históricos. La incapacidad del líder del MoDem para durar más de nueve meses le ofreció la posibilidad de volver a su plan A: nombrar al ministro de Defensa y recuperar el control total de los asuntos del Estado. Sin extraer ninguna lección del año transcurrido.
El amigo del presidente
La alineación entre las dos cabezas del Ejecutivo es ahora perfecta. De los siete primeros ministros nombrados desde 2017, Sébastien Lecornu es, con diferencia, el más cercano al presidente de la República. Es uno de los pocos a los que Macron consulta sobre casi todos los temas, uno de los que más confianza le inspira, hasta el punto de que estuvo a punto de nombrarlo director de campaña para las elecciones presidenciales de 2022.
Una relación que se forjó en plena crisis de los chalecos amarillos. Sébastien Lecornu, entonces ministro de Colectividades Territoriales, se impuso como director de orquesta de los “grandes debates” organizados por Macron en todo el país. A partir de ahí, su ascenso dentro del bando presidencial ha sido discreto pero poderoso: tras pasar dos años en el ministerio de Ultramar al final del primer mandato, cambió a la cartera de Defensa a partir de 2022. Es el único que ha formado parte de todos los gobiernos desde 2017.
Los allegados a Emmanuel Macron llevan años hablando del afecto que éste siente por este ministro “leal”, “discreto” y “político astuto”. Las voces más severas lo califican de “politicastro”. Así lo confirma su biografía: militante de la Unión por un Movimiento Popular (UMP) desde su adolescencia, Sébastien Lecornu no tiene profesión. La política es su medio de vida desde los 19 años, con un currículum que huele a siglo XX: asistente parlamentario, asesor ministerial, alcalde, presidente de consejo departamental, senador, ministro...
Ahora ya es primer ministro y su objetivo es salvar al presidente de la República de la crisis de régimen que él mismo ha creado. El texto del Elíseo es claro en cuanto a la limitada ambición de su mandato: “La defensa de la independencia y el poder” de Francia, “el servicio a los franceses” y “la estabilidad política e institucional” del país.
Frases halagadoras para expresar la prioridad absoluta del Ejecutivo: convencer a una parte de la oposición de que no derribe al Gobierno, aprobar los presupuestos del Estado antes de fin de año y aguantar al menos “los próximos meses”, un horizonte asumido por la presidencia en su mensaje a las redacciones. Es decir, a la espera de las futuras citas electorales. “Si aguanta hasta entonces, nadie pensará en la salida del presidente de la República”, pensaba recientemente una figura del bando presidencial.
Queda por ver con qué apoyos contará Sébastien Lecornu para triunfar donde sus dos predecesores han fracasado. Mientras últimamente se alcanzaba un consenso en la mayoría presidencial para cambiar de método, dejar de buscar vías de entendimiento con la Agrupación Nacional (RN) y sellar un acuerdo de no censura con el Partido Socialista (PS), la elección del senador por Eure suscita sospechas sobre las verdaderas ambiciones del Ejecutivo.
Sébastien Lecornu se ha reunido en varias ocasiones con Marine Le Pen en el marco de encuentros secretos, organizados en casa de su amigo Thierry Solère o en su despacho del ministerio de Defensa
Durante una reunión con los líderes de los partidos de su coalición gubernamental, organizada el 3 de septiembre antes de la moción de confianza que precipitó la caída de François Bayrou, el propio Macron instó a sus interlocutores a “trabajar con los socialistas” y otros partidos —excluyendo a La Francia Insumisa (LFI) y a RN— “para ampliar” su base de cara al 8 de septiembre “y, si procede, después”.
Al final, el presidente de la República decidió nombrar a una de las personalidades preferidas de Marine Le Pen. “Encuentra simpático a Lecornu”, confió recientemente uno de los partidarios de la líder de los diputados de extrema derecha. Con razón: Le Pen tuvo la oportunidad de conocer al nuevo primer ministro en las cenas confidenciales organizadas por su amigo Thierry Solère, asesor en la sombra del poder.
Esas reuniones secretas, aunque durante mucho tiempo fueron negadas por el gabinete del entonces ministro de Defensa, se celebraron en la primavera de 2024 en un ambiente totalmente informal, amistoso y cercano. Como reveló Mediapart, Sébastien Lecornu no había informado al resto del Gobierno, a pesar de que se había permitido abordar el tema de la guerra en Ucrania con la líder de extrema derecha, cuyo partido fue financiado por Moscú.
A finales de abril, Le Canard enchaîné informó de que Marine Le Pen y Jordan Bardella habían vuelto a cenar con el ministro de Defensa en sus oficinas del Hôtel de Brienne (residencia oficial del ministro de Defensa, ndt), “siempre en el más absoluto secreto”. Tras Michel Barnier y François Bayrou, el jefe del Estado ha dado así nuevas garantías a la Agrupación Nacional con la esperanza de mantenerse en el poder gracias a ella. Una decisión que sorprende —o desespera— incluso en las filas del bando presidencial.
Una mala señal
El nombramiento de Sébastien Lecornu también es una mala señal para los territorios de ultramar, que sufrieron su paso por el ministerio entre julio de 2020 y mayo de 2022. Junto con su amigo Gérald Darmanin y Emmanuel Macron, el nuevo primer ministro forma parte del trío que ha sumido a Nueva Caledonia en el caos, rompiendo con el método que había permitido al archipiélago mantener la paz durante décadas.
Mientras siguen abiertas las heridas causadas por la revuelta canaca, Sébastien Lecornu ha llegado a Matignon justo antes de otro movimiento de descontento, más metropolitano. Una movilización proteiforme que amenazó con “bloquearlo todo” el pasado miércoles 10 de septiembre, mientras que los sindicatos preparan manifestaciones y huelgas a partir del 18 de septiembre. “Nombrar a alguien para enfrentarse de lleno a la movilización sería una muy mala idea”, decía el martes una exministra, dirigente del partido presidencial.
Desde el punto de vista estrictamente de la cohesión de su débil base partidista, la elección que ha hecho Macron no está exenta de riesgos. Aunque Bruno Retailleau y Édouard Philippe, líderes respectivos de los partidos Los Republicanos (LR) y Horizontes, deberían aceptar el ascenso de alguien que no es un rival para las próximas elecciones presidenciales, la relación entre Matignon y Renacimiento (el partido de Lecornu, ndt) promete ser distante. Como así reflejan las gélidas relaciones que mantienen Sébastien Lecornu y Gabriel Attal, secretario general del partido macronista, que fingió alegrarse de su nombramiento.
En la oposición de izquierdas, la hostilidad hacia la decisión presidencial es más clara. Jean-Luc Mélenchon, líder de La Francia Insumisa (LFI), denunció en X la “triste comedia del desprecio al Parlamento, a los electores y a la decencia política”, mientras que Marine Tondelier, en nombre de los Ecologistas, mencionó la “nueva provocación de Emmanuel Macron”. El PS, en el centro de la atención del poder, lamentó que el jefe del Estado “se obstine en un camino que ha conducido al fracaso y al desorden” y asuma “el riesgo del legítimo descontento social y del bloqueo institucional del país”.
En la extrema derecha, Éric Ciotti, líder de la Unión de las Derechas por la República (UDR), criticó “la última prórroga de un poder agonizante”. “No se cambia un equipo que pierde”, añadió Jordan Bardella, sin precisar si sus diputados censurarán al Gobierno de Lecornu, que debería ser idéntico al anterior. “Lo juzgaremos —sin ilusiones— por sus actos”, añadió el presidente de RN. Da la impresión de que se vuelve al punto de partida, a la espera de una disolución.
Un primer ministro sujeto investigado
Tres meses después de las revelaciones de Mediapart, la Fiscalía Nacional Financiera (PNF) abrió, el 15 de mayo de 2023, una investigación preliminar por favoritismo, tráfico de influencias y encubrimiento. La investigación se centra en dos exposiciones encargadas, en 2021 y 2022, al experiodista Jean-Claude Narcy a petición de Sébastien Lecornu para el ministerio de Ultramar y el departamento de Eure.
Mediapart había informado de la confesión de Narcy, expresentador de TF1, que afirmaba “olvidarse” de las licitaciones. “Me dan igual las licitaciones. Yo nunca paso por los contratos públicos. Siempre me quedo por debajo [del umbral] de los contratos públicos, lo que me evita tener competidores”, había explicado, fardando también de su amistad con Sébastien Lecornu, cuyos padres, según aseguraba, conocía bien.
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El ministerio de Ultramar y el departamento de Eure se plegaron a sus exigencias y, dado que el umbral de competencia era de 40.000 euros sin impuestos, las facturas presentadas por Jean-Claude Narcy eran de 39.900 y 40.000 euros, respectivamente. Sébastien Lecornu, que había dado instrucciones por escrito para “ayudar” al experiodista, niega cualquier favoritismo en este asunto.
Traducción de Miguel López
Si Emmanuel Macron hubiera querido hacer un corte de mangas al descontento de la sociedad, difícilmente habría encontrado una mejor manera de hacerlo. Pocas horas después de la dimisión de François Bayrou, que perdió la moción de confianza en la Asamblea Nacional el día anterior, el presidente de la República nombró primer ministro a Sébastien Lecornu. “Le ha encargado que consulte a las fuerzas políticas representadas en el Parlamento” para “construir” acuerdos “indispensables”, precisaba el Elíseo en un comunicado publicado en la tarde del martes 9 de septiembre.