Entrevista al periodista turco Celil Sağir

“En Turquía los periodistas saben que en cualquier momento pueden ser arrestados o despedidos"

“En Turquía, los periodistas saben que en cualquier momento pueden ser arrestados o despedidos"

Ningún periodista está seguro en Turquía. El pasado 29 de marzo, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, iniciaba una visita de Estado en EEUU, país que, como otros, se ve obligado a acoger a cada vez mayor número de periodistas turcos que escapan para evitar ser procesados y encarcelados. Intimidaciones lanzadas contra los periódicos, control de grupos de comunicación, periodistas condenados en firme… Desde que Erdogan se convirtió en presidente del Estado, en agosto de 2014, se han abierto 1.845 procesos judiciales, según el diario Zaman. Ningún medio de comunicación se libra y las redes sociales también están sometidas a control. Por publicar un artículo documento sobre el tráfico de armas entre Turquía y Siria, en el que están presuntamente implicados los servicios secretos turcos, dos periodistas del diario Cumhuriyet deben rendir cuentas a la Justicia turca.

El grupo Zaman, próximo a la cofradía Gülen y que cuenta con numerosos lectores conservadores, edita, entre otras cabeceras, el principal diario turco que vende 680.000 ejemplares diarios, según sus propias cifras. Desde el pasado 4 de marzo, el Zaman está bajo control judicial. “Ahora estamos controlados por régimen de Erdogan, que viola la Constitución y controla el 90% de los medios de comunicación”, suspira Celil Sagir, redactor jefe del Today's Zaman (léase la Caja negra, al final de este artículo).

Pregunta: ¿Qué opinión le merece el proceso abierto contra el diario Cumhuriyet?Cumhuriyet

Respuesta: Por desgracia, es un claro ejemplo del modo en que se ha limitado la libertad de prensa en Turquía. Los responsables del Cumhuriyet, Can Dündar y Erdem Gül, fueron detenidos y posteriormente puestos en libertad por la Corte Constitucional Suprema. Al presidente Erdogan no le gustó la decisión, que criticó duramente al tribunal. El presidente también dijo que estaba convencido de que la Fiscalía iba a abrir una nueva investigación y que el tribunal tendría que revisar la sentencia. El pasado 18 de marzo, el juez pretendía que el juicio se celebrase a puerta cerrada, pero los periodistas y algunos diputados protestaron y el juicio terminó aplazándose.

Este caso se han convertido en una cuestión política. Dado que Erdogan visitó la semana pasada Estados Unidos (del 29 de marzo al 2 de abril), el Gobierno se dio cuenta de que no era conveniente que estos periodistas estuviesen encarcelados. Cuando el vicepresidente norteamericano, Joe Biden, estuvo hace unos meses en Turquía se entrevistó con varios periodistas, entre ellos con el hijo de Can Dündar, al que dijo que debía estar orgulloso del trabajo de su padre. El mensaje estaba claro.

P: ¿Qué piensa de los hechos denunciados en el artículo?

R: Se trata de un trabajo periodístico serio. Hay que decir que un periódico minoritario había publicado un artículo en esa línea, pero el Cumhuriyet también subió vídeos a su página web. Con independencia de la fuente del artículo, se trata de un buen trabajo periodístico. Si yo hubiese dispuesto de toda esa información, la habría publicado.

P: El análisis que usted hace de los vínculos entre la decisión del aplazamiento del juicio y la visita de Erdogan a Estados Unidos presupone que el sistema judicial turco está sometido a la voluntad del Ejecutivo y del presidente turco.

R: Desde diciembre de 2013, no puedo decir que Turquía sea un Estado de derecho. Erdogan ha declarado que las investigaciones sobre corrupción eran un intento de golpe de Estado contra el Gobierno. La investigación se llevaba con diligencia y la pregunta es obvia, ¿hubo corrupción o no? En lugar de acudir a los tribunales, el presidente ha efectuado una auténtica purga en la Policía, la Fiscalía, entre los jueces. Más de 15.000 personas han sido apartadas de sus cargos, invitadas a dimisión o trasladadas a otro servicio. Algunos funcionarios han ingresado en prisión.

A mediados de 2014, Erdogan creó un nuevo tribunal, el Sulh Ceza Mahkeme [Tribunal Penal de Paz]. En la práctica, no se trata de un tribunal, sino que es un único juez, Fevzi Keleş, el que decide quién debe ir, o no ir, a la cárcel, y las empresas que se deben someter a control judicial. Este juez fue el que decidió intervenir nuestro grupo de comunicación, Zaman, el 4 de marzo de 2016. El jueves 26 de marzo, condenaron a Bülent Kenes, el exredactor jefe de nuestro diario, a dos años y 7 meses de cárcel. Desde 2014, yo mismo he sido condenado a un año y dos meses con suspensión por un tuit crítico con el primer ministro Davutoglu. Me enteré de la condena cuando asistía a una reunión en defensa de la libertad de prensa en Bucarest y necesité un tiempo para convencer a mis colegas de que en Turquía te pueden condenar por publicar un comentario en Twitter crítico con el primer ministro. Lo mismo le pasa al Cumhuryiet, que ha sido sancionado por criticar al Gobierno.

Cuando observas la situación general, te das cuenta de que la Justicia ha dejado de ser independiente y de que Turquía ya no es un Estado de derecho. Todo es posible. Si mañana la Policía viene a detenerme, nadie se va a sorprender. Cualquier periodistas crítico con el Gobierno sabe que puede ser arrestado o despedido de su medio de comunicación, por presión del Gobierno. Le ha pasado a varias decenas de nosotros en estos últimos meses.

Simultáneamente, Erdogan se ha construido un imperio mediático por dos vías. Por un lado, los hombres de negocios que cuentan con medios de comunicación deben someterlos al Gobierno –y tendrán vía libre para sus otras actividades–. Por otro, Erdogan pide a personas de su entorno que se hagan con determinados grupos de comunicación, para ponerlos a su servicio. Esto es exactamente lo que le ha pasado al grupo Sabah, que ahora dirige el yerno de Erdogan, tras ser adquirido por un hombre de negocios [en 2007, el grupo Çalık Holding, propiedad de Ahmet Çalık, hombre de negocios próximo a Erdogan y asesor personal del exdictador turcomano Saparmurat Niyasov, compró el diario Sabah. La compra del grupo Sabah-ATV fue posible gracias a un préstamo de 750 millones de dólares concedido por dos bancos estatales, Halkbank y Vakıfban. El director de Çalık Holding fue, de 2007 a 2013, Berat Albayrak, yerno de Erdogan y, desde el 24 de noviembre de 2015, ministro de Energía. Albayrak escribía también artículos y editoriales en Sabah, al menos del 10 de febrero de 2014 al 28 de septiembre de 2015].

Si resistes y eres crítico con el Gobierno, te pueden pasar dos cosas, que te envíen al fisco o a la Policía para intimidarte. Es lo que le pasó a nuestro grupo. En diciembre de 2014, nuestro redactor jefe fue detenido; el Tribunal de Justicia le puso el libertad. El año pasado, la Policía llegó a nuestras oficinas para intimidarnos. La Policía antiterrorista, ¡en nuestras oficinas! Los policías nos amenazaron físicamente, lanzaron gases lacrimógenos. En internet hay varios vídeos del momento, que han suscitado muchas críticas entre la sociedad civil. La Policía espero a que Bülent Kenes, el exredactor jefe de nuestro diario, abandonase nuestras oficinas para arrestarlo; estuvo detenido durante cinco días.

A pesar de todo esto, seguimos siendo críticos. De manera que, principios de marzo, el juez ordenó la intervención de grupo, que ahora controla el Consejo de Administración. La línea editorial de los diarios del grupo ha cambiado por completo, nos hemos convertido en un órgano de propaganda de Erdogan.

P: En la práctica, ¿cómo se traduce este cambio drástico de la línea editorial?

R: En general, despiden a los periodistas críticos y los sustituyen por periodistas simpatizantes con el Gobierno. En nuestro caso, sólo recurrieron a ese modus operandi en contadas ocasiones. El primer día, una vez el periódico ya estaba bajo control de la nueva dirección, nos dijeron que había un cronista al que no querían en Today's Zaman. Fue un verdadero shock. Respondí que ese cronista trabajaba para la Brookings Institution y que censurarlo le llevaría a publicar su crónica en el Huffington Post, de manera que en lugar de leerlo 50.000 personas, lo leerían cuatro millones. Seguí dando argumentos, pero sin éxito.

En realidad, la nueva dirección no quería a ningún cronista. En ese momento, dejamos de ser un periódico. En la práctica, el juez a designado a tres representantes, encargados de dirigir el grupo Zaman. Desconocen el mundo de los medios de comunicación, dos de ellos son abogados. Y se limitan a copiar lo que hacen los medios pro-Erdogan. He tratado de explicarles que si convertían este diario en un medio propagandístico, no les leería nadie. Los lectores quieren nuestra mirada crítica y nadie quiere otro Daily Sabah [diario en lengua inglesa pro-Erdogan].

No desistieron y pedí que nuestros nombres no aparecieran en el periódico; no quería la responsabilidad legal y ética de imprimir esos artículos de propaganda con mi firma. Aceptaron y firmaron con sus nombres. Poco después, validaron el periódico al final de la primera jornada. Mandé a casa a toda la redacción. Una hora después, me llamaron por teléfono. Mi redactora jefa había decidido marcharse al extranjero y me pedían que ocupase su puesto y que me ocupara del periódico en el día a día.

P: De modo que, ¿todavía trabaja para el Today's Zaman? (léase la Caja negra)Today's Zaman

R: Sí, me encargo de todo. He pasado de ser el número 2 al número 1. Este famoso primer día, tras haber dado el visto bueno al periódico, los nuevos directores me pidieron que quitase algunos artículos. Les dije que era imposible, que toda la redacción se había marchado ya. Me contestaron que había alguien por encima de ellos que no estaba contento con el periódico y les había pedido el cambio. En ese momento, entendí que el diario no sólo estaba controlado por ellos, sino directamente por el palacio del presidente. Así funcionamos ahora, todos los días, hacemos un diario, lo leen y censuran una parte.

P: ¿Qué censuran? ¿Cómo van a cubrir el juicio del Cumhuriyet?Cumhuriyet

R: No lo cubrimos.

P: ¿Es el acontecimiento de la semana en Turquía y no van a escribir nada al respecto?

R: Ni una palabra. La dirección no quiere que cubramos el juicio.

P: ¿Y qué pasa con los atentados?

R: Podemos escribir del tema. La dirección quiere que describamos a Turquía como víctima del terrorismo y considera que es positivo para el Gobierno. Y ya.

Pienso que los miembros del AKP [el partido del presidente Erdogan] son los nuevos kemalistas [relativos al CHP, el antiguo partido en el poder], en el sentido de que consideran que el Estado les pertenece. Desde hace dos años, más allá del Tribunal Superior Constitucional, todas las instituciones del Estado se han visto erdoganizadas. Han puesto a sus hombres por todas partes, como el CHP en los años 80. Las cosas están en un punto… Muchos intelectuales, profesores universitarios, periodistas han abandonado el país o se marcharán en los próximos meses.

P: ¿Qué va a hacer usted, va a presentar su renuncia?

R: Mi equipo está desilusionado y muy enfadado. Algunos han dimitido y se han ido a Estados Unidos. Otros han sido arrestados varios días por publicar tuits críticos en sus cuentas privadas Twitter. Hoy mismo la dirección ha despedido a un periodista que pretendía fotografiar un vehículo de Policía, con un cañón de agua, estacionado delante de nuestro periódico. Además de la Policía, que vigila la entrada del periódico, la dirección ha contratado lo servicios de una empresa privada de seguridad para que patrulle por los pasillos del periódico. En esas condiciones trabajamos.

Y sin embargo estamos esperando a que nos despidan. Porque si nos vamos, perdemos nuestros derechos y compensaciones financieras. A día de hoy, en Turquía, si eres periodista y pierdes el trabajo, si no trabajar en un medio de comunicación de Erdogan, ¿qué vas a hacer? Hay muy pocos periódicos íntegros. ¿El Cumhuriyet? ¡No pueden contratar a todos los periodistas del país! En estos últimos años más de 2.000 periodistas han perdido sus puestos de trabajo por sus artículos, sus tuits o sus crónicas.

P: ¿Cree que Turquía está en manos del “régimen” de Erdogan, una palabra que se escucha cada vez más aquí?

R: Ya no podemos hablar de Gobierno, de Estado de derecho, vivimos sometidos al régimen de Erdogan. Lo decide todo, desafía y viola la Constitución y la Justicia. La semana pasada, estuve en Bruselas y después en Berlín. Hablando con varias personalidades políticas, me di cuenta de que los europeos se han percatado de que aparentemente debían hablar con el Gobierno, pero que era Erdogan quien lo decidía todo. Ahora bien, Erdogan tiene su propia agenda que ya no incluye la adhesión a la UE. Su objetivo es permanecer en el poder para protegerse ante cualquier proceso judicial. Lo necesita.

P: La espectacular detención, esta semana en Estados Unidos, de Reza Zarrab, acusado de traficar con fondos entre Turquía e Irán, ha hecho correr ríos de tinta. ¿Piensa que pretende desestabilizar el Gobierno?

R: Se trata de una imagen negativa para Ankara. Los medios de comunicación pro-Erdogan consideran que no tiene nada que ver con Turquía. Pero está claro que este hombre violaba el embargo impuesto a Irán al servirse del sistema turco. La mayoría de las empresas investigadas por la Fiscalía están basadas en Turquía. No hay duda de que dicho tráfico no se podría haber llevado a cabo sin el acuerdo tácito del Gobierno turco. La acusación cuenta con grabaciones que prueba que hay ministros corruptos. Estamos ante algo muy gordo que salpida directamente al Ejecutivo actual.

Por otro lado, Erdogan controla ahora el 90% de los medios de comunicación turcos. Después de la intervención del Zaman, dispone de medios de comunicación para acallar las críticas en Turquía. Si quisiéramos lanzar un periódico nuevo, no tendríamos publicidad y no podríamos sostenernos financieramente. No hay ningún hombre de negocios que se atreva a desafiar a Erdogan poniéndonos publicidad.

P: El otro asunto que emponzoña las relaciones entre Estados Unidos y Turquía es el de Fethullah Gülen. Erdogan pide la extradición a Turquía del líder de la cofradía Gülen, pero EEUU lo rechazan. ¿Cuál cree que será el desenlace?

R: Erdogan no tiene pruebas de que la cofradía Gülen sea una organización terrorista. Estados Unidos no tiene razones para extraditarlo porque se trata de un Estado de derecho, al contrario que Turquía. Hace tres años que el régimen de Erdogan persigue a los gülenistas, ha encarcelado a cientos de personas, intervenido las escuelas y las empresas del movimiento, pero no dispone de pruebas. Muchos disidentes de la cofradía Gülen han huido de la represión a Estados Unidos, Europa… Ahora, Erdogan trabaja para aprobar una nueva ley que persiga penalmente el “terrorismo sin armas”. Nadie esté a salvo y puede ser perseguido. Es una nueva ilustración del estado de caos que vivimos.

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Traducción: Mariola Moreno

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