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"Estamos agotados": dos años después del volcán, los afectados en La Palma se sienten abandonados

La lava devora una casa en La Palma en septiembre de 2021

Fernando G., un agricultor que vive a apenas dos kilómetros de la zona arrasada por el volcán de La Palma, lleva dos años rompiéndose la cabeza para llegar hasta la platanera en la que trabaja. Primero tuvo que rodear la isla en coche para llegar hasta la finca en un trayecto que le robaba cinco horas del día. Después pasó a ir en barco, rodeando la lengua de lava que entraba en el mar. Y este martes, coincidiendo con los dos años desde que explotó el volcán, inauguran por fin una carretera interior que le lleva a las plantaciones de El Remo en algo más de media hora. 

Los últimos dos años han pasado muy despacio para los habitantes del sur de la isla, que se sienten abandonados desde que el desastre ocupó los telediarios, especialmente para los que perdieron su casa. Estos han recibido hasta ahora 60.000 euros del gobierno central y otros 30.000 del gobierno canario para reconstruir su casa, pero algunos vecinos critican que la cuantía es insuficiente. Juan Vicente, presidente de la Asociación Social Volcán Cumbre Vieja, explica que en su caso no puede reconstruir su vivienda a su estado original con ese dinero, y menos aún si quiere moverse a otro lugar alejado de la lava. "Entre la parcela y los materiales, si quiero una casa como la que tenía tengo que hipotecarme", denuncia 

El portavoz de los vecinos también señala que los expedientes para ayudas a agricultores, autónomos o la compensación por segunda vivienda siguen sin resolverse dos años después, y con el cambio de gobierno (ahora gobierna Coalición Canaria, antes el PSOE) se sienten desamparados. "Estamos agotados ya y sin ganas de nada. Al principio todos nos hacían caso, pero luego llegó el vacío, cuando en realidad el volcán es de todos y deberían apoyarnos", explica.  

El balance total del desastre son 1.345 casas destruidas en las que vivían 2.329 personas en los municipios de Los Llanos (75% de los afectados), El Paso (17%) y Tacoronte (8%). En las doce semanas que duró la erupción también se perdieron 370 hectáreas de cultivos y se cortaron cinco carreteras principales, por lo que otros tantos vecinos de la isla, como Fernando G., sufrieron también el paso de la lava. 

La mayor ambición ahora de los palmeros es sacar adelante la llamada Ley de Volcanes, impulsada por los afectados de la catástrofe y en la que exigen que "la reconstrucción social y económica de La Palma" no termine "hasta que se sitúe la isla en la media de la renta per cápita de Canarias". Los vecinos tratan que esta norma se debata en el Parlamento canario mediante una iniciativa legislativa popular para la que ya han superado las 15.000 firmas que necesitan.

Gases que mantienen dos pueblos desalojados

Ramón Casillas Ruiz, catedrático de Petrología y Geoquímica de la Universidad de La Laguna (ULL), supervisó durante tres meses de la erupción como parte del comité científico del PEVOLCA y en los últimos 24 meses ha vuelto en varias ocasiones a la zona afectada. El especialista en vulcanología confirma que el proceso eruptivo ha finalizado, y que, como consecuencia del proceso post-eruptivo, sí es cierto que de vez en cuando se ven nubes de gas que salen desde los conos, principalmente vapor de agua. "Parte del magma ha quedado atrapado bajo la superficie terrestre y, además de solidificarse, siguen desgasificándose, por eso salen gases por los conos", concreta. 

Desde algunas grietas que discurren al sur de los conos y que rodean al volcán, en la zona de La Bombilla y Puerto Naos, también salen grandes cantidades de dióxido de carbono (CO₂), que sí es un riesgo para la salud. De hecho, estas dos localidades siguen evacuadas dos años después por el exceso de CO₂ en el aire que, en determinados momentos, puede desplazar el oxígeno del aire y generar zonas anóxicas que pueden provocar la asfixia a las personas. "Si la concentración media de CO₂ en el aire es de unas 450 partes por millón, allí hay lugares con una concentración de miles, decenas de miles o centenares de miles de partes por millón de CO₂, con efectos perjudiciales para la salud a medio o largo plazo", señala. 

De cara a la reconstrucción de La Palma, Casillas propone que se evite la construcción de infraestructuras estratégicas en las zonas con alta peligrosidad volcánica, como lo es el edificio volcánico de Cumbre Vieja. "Recomendaría que, en lo posible, las infraestructuras estratégicas y casas se construyesen sobre el Edificio volcánico del Escudo Norte, al norte de la isla, donde no ha habido erupciones volcánicas desde hace centenares de miles de años. En Cumbre Vieja es necesario aprovechar el suelo, sí, y se pueden poner cultivos allí", señala. Al fin y al cabo, recuerda el catedrático, en los últimos 600 años ha habido ocho erupciones en la Dorsal de Cumbre Vieja. "Probablemente sea la zona de mayor actividad volcánica reciente de todo Canarias y, por ende, de toda España", añade.

El mar, la zona que antes se ha recuperado

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La catástrofe también tuvo un impacto en el entorno, principalmente sobre el mar. La vegetación de La Palma no sufrió especialmente porque los bosques frondosos están al norte de la isla, aunque sí se quemaron decenas de fincas de plataneras, viñedos y aguacates. En cambio, la lava descendió por los acantilados costeros y llegó al agua en los primeros días de erupción, y durante las siguientes semanas siguió vertiéndose magma sobre el mar de forma intermitente. 

Melchor González, catedrático de Química de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, formó parte de un equipo que estudió el antes, el durante y el después de ese choque entre el agua y la lava, y reconoce que ese hábitat ganó con la erupción. "Las zonas volcánicas se caracterizan porque después de un periodo de destrucción la vida vuelve con más fuerza, y así ha pasado. Se ve todo muy verde y han regresado los peces", asegura. Según explica, el magma también porta nutrientes como el hierro y a su contacto con el agua este se disuelve y termina favoreciendo el crecimiento de las algas. Como el ecosistema ha cambiado, también hay peces que se han retirado y han llegado nuevas especies. "Más que decir que ahora es un lugar más rico, se puede decir que ha habido un remplazo. Es un territorio nuevo y en esa lucha por tomarlo unos ganan y otros pierden", resume. 

Con la entrada de lava en el mar también se formó un enorme delta rocoso de unas 60 hectáreas donde hasta ahora se han formado 34 nuevas playas, según un estudio el pasado 1 de septiembre en la revista ScienceDirect por Nicolás Ferrer, de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, y otros investigadores. En realidad, se han formado muchas otras playas en este nuevo territorio, pero la porosidad de la roca volcánica ha hecho que aparezcan y desaparezcan, pero según confirman los expertos estas 34 se aguantarán a largo plazo. 

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