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cumbre del clima en Azerbaiyán

La COP29 llega a la recta final con la meta de cerrar un fondo climático para países vulnerables

Los participantes posan para las fotos cerca de la entrada de la sede de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático COP29 en Bakú, este lunes.

Este miércoles comienza la recta final de la COP29, la cumbre de las Naciones Unidas sobre el cambio climático. En la cita de este año, las naciones más vulnerables al calentamiento global aspiran a que los países ricos se comprometan a cubrir buena parte de los daños de los eventos extremos y del coste de adaptarse al calentamiento global. En teoría, apenas quedan tres jornadas para que finalicen las conversaciones y que se alcance un acuerdo entre casi 200 países, aunque siempre está abierta la posibilidad de extender las negociaciones unos días más. Por ahora, los observadores ven avances en las conversaciones, pero parece que las grandes potencias no están dispuestas a poner el dinero que pide el sur global.

Las COP son conocidas por tener un asunto que monopoliza las reuniones y las negociaciones, y en la cumbre número 29, celebrada en Bakú (capital de Azerbaiyán), la financiación climática es la protagonista. Este concepto es muy amplio y los negociadores discuten estos días cómo definirlo. En teoría abarca desde el coste de la transición energética (abandonar los combustibles), hasta el de las obras necesarias para adaptar las ciudades y las costas a la subida del nivel del mar, al calor extremo o a las lluvias torrenciales. También incluye el valor de reparar los daños del cambio climático, que cada año son más abultados. En 2009 ya se alcanzó un primer acuerdo de financiación climática global que caduca en 2025, y la idea es renovarlo y mejorarlo en la cumbre de Azerbaiyán.

Pedro Zorrilla, portavoz de Greenpeace España y observador en la COP29, explica que el debate sobre la financiación climática de los países en desarrollo ha avanzado en los primeros nueve días de cumbre, pero lo más importante —la cuantía de la ayuda— sigue en el aire. "Los países del sur global han dado varias cifras de cuánto creen que debería cubrir el fondo anual, pero los países ricos están tratando de dejar para las últimas horas ese número para que haya menos margen de negociación, y que sea el mínimo posible", opina el experto.

La cuantía que se propone desde las naciones receptoras parte del billón de dólares, aunque se han dado varias cifras —entre 1,1 billones y 1,5— debido a que ese fondo es muy ambiguo. Depende de cuántos países reciban el dinero, de qué parte serán subvenciones y qué parte créditos o de qué se va a costear con ese dinero. La Unión Europea filtró este martes por primera vez a través de Politico una cifra de cómo de grande podría ser el fondo: entre 200.000 y 300.000 millones de euros, menos de un tercio de lo que reclaman los países vulnerables.

Hasta ahora, Occidente se había negado a dar una cifra para evitar que condicionase las negociaciones —será el punto de partida de la discusión— pero apenas faltan tres días para llegar a un acuerdo y Europa ha lanzado un primer globo sonda para ver cómo sienta esa cifra en Bakú. "Es una cifra muy insuficiente", opina Zorrilla. "De hecho, en la COP15 de Copenhague, en 2009, ya se acordó un fondo climático anual de 100.000 millones de dólares, y si a esa cifra le aplicamos la inflación desde entonces, el incremento sería mínimo. Mientras que las consecuencias del cambio climático se han agravado mucho desde entonces".

Climate Action Network, una red global de ONG, celebró este martes una rueda de prensa con portavoces africanos para presionar en las negociaciones y recordar que este dinero es imprescindible para decenas de naciones. "Las necesidades de adaptación no paran de crecer. Naciones Unidas calcula que se necesitan entre 250.000 y 387.000 millones de dólares al año, pero no llegamos. No se trata solo de dinero, sino de salvar vidas. Los países desarrollados deben dar un paso adelante", declaró Shepard Zvigadza, activista y experto en energías renovables y clima.

Un debate que lleva años en la mesa

El acuerdo de financiación climática es un debate que se pone encima de la mesa en cada cumbre, puesto que cualquier acción destinada a reducir los daños del calor y las lluvias es extremadamente cara. Sin ir más lejos, el Gobierno español ya ha aprobado un paquete de más de 14.000 millones de euros para hacer frente a los daños de la dana de València, y todavía está pendiente de salir adelante otro plan a gran escala para la recuperación posterior de la economía en la zona.

En la COP15 de Copenhague se acordó por primera vez la creación de un fondo de 100.000 millones de dólares anuales para acciones de mitigación y adaptación en los países en desarrollo, es decir, para reducir las emisiones de CO₂ mediante la instalación de energías renovables, y para realizar obras públicas que reduzcan el daño del cambio climático. Aunque se dio una década de margen para alcanzar esa cifra, no se llegó a 100.000 millones hasta 2022, y ahora hay que renovar el compromiso porque caduca en 2025.

La idea es aprovechar esta renovación para elevar el listón lo máximo posible. Naciones Unidas calcula que solo para las obras de adaptación al cambio climático, los países en desarrollo necesitan de media cada año 215.000 millones de dólares de aquí a 2030, y a esta cifra habría que sumarle el coste de deshacerse de los combustibles fósiles y las reparaciones de los desastres climáticos.

En la COP27 de Egipto se alcanzó otro acuerdo para crear el llamado Fondo de Pérdidas y Daños, destinado a cubrir las reparaciones de los daños del calentamiento global, pero es voluntario y apenas cuenta por ahora con 700 millones de dólares al año. La idea, según el portavoz de Greenpeace, es introducir esta cobertura dentro del fondo de financiación climática en 2025 para convertir la aportación en obligatoria y forzar a que la cuantía de las ayudas aumente. 

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Con tantas dudas sobre la mesa, se suman otras tantas. Por ejemplo, el papel de China, el segundo país más rico del mundo, que trata de quedarse al margen de las aportaciones a este fondo climático global con el argumento de que Europa y Estados Unidos son los grandes responsables de las emisiones en los últimos dos siglos. También está por ver el papel de países de Oriente Próximo como Arabia Saudí o Qatar. Y el de las empresas, responsables durante décadas de vender los combustibles, que podrían salir de esta COP con su propio fondo climático.

Además de la financiación, también se debate el futuro de los combustibles fósiles, después de que la COP28 del otoño pasado terminase con un acuerdo para su eliminación progresiva "hasta alcanzar las cero emisiones netas en 2050". Sin embargo, ese fue el asunto que monopolizó las conversaciones en Dubai y parece que este año no habrá grandes concesiones en este punto de los petroestados y las grandes economías. En los primeros días, se intentó acordar que todos los países introdujeran el fin de los combustibles fósiles en sus planes climáticos nacionales, pero esa propuesta abrió una profunda crisis en la cumbre y se ha tenido que rebajar.

La cumbre también está marcada por la victoria de Donald Trump en las elecciones de Estados Unidos, quien en su anterior mandato sacó a Estados Unidos del Acuerdo de París, una decisión que después revirtió el demócrata Joe Biden. Con la vuelta del republicano a la Casa Blanca, la COP29 está ensombrecida por la figura de Trump, que amenazó en la campaña electoral con volver a sacar a su nación del Acuerdo de París, y se prepara para dar amplias concesiones a las empresas de petróleo y gas natural para que expandan su negocio. Sin embargo, Pedro Zorrilla cree que algunos ven esta situación como una buena ocasión para rascar el máximo al país más poderoso del mundo: "Hay incertidumbre, pero algunos lo ven como una oportunidad porque la Administración demócrata puede aprovechar para lograr un gran acuerdo que sea su herencia política".

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