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Plaza Pública

Nuestra arma es la educación

Marta Mediano García

Amanezco recordando las sabias palabras del extraordinario dramaturgo y poeta Bertolt Brecht. Letras que conocieron el horror, primero de una guerra y después del monstruoso régimen nazi. Una auténtica llamada a la movilización y a no permanecer impertérrito ante la barbarie pero, sobre todo, a reconocerse en la mirada del otro, de la otra. Y pienso instintivamente en nuestra juventud, que camina ahogada por estas calles que ahora piso, con miedo e incertidumbre, sin saber cuánto más podrá aguantar mientras desde las propias instituciones públicas se les anima a viajar, a formarse fuera, a vivir una aventura exótica.

Nadie se ha parado a pensar que quizá ellos puedan querer permanecer junto a sus familias, que quizás ellas preferirían poder construir aquí una sociedad global más igualitaria y democrática.

¿O acaso hay quien crea todavía que la actual crisis en España es sólo económica? No. Nos encontramos ante una reconocida crisis de los Derechos Humanos, una restricción sistemática de los derechos económicos, sociales y culturales representados en las políticas y servicios públicos, cada vez más flacos, más desvalidos.

Mientras tanto, nuestra juventud –nuestro futuro– vive arrinconada, sufriendo un presente denostado del que todos quieren ser portavoces, describiendo su individualización, categorizando sus desinterés por todo lo humano y decretando su pasotismo.

Afortundamente el tiempo pone a cada uno en su sitio, y cuando desde Figbar decidimos que no queríamos que se impusiera el resentido argumento de que "ya era tarde", pudimos rescatar y poner rostros a quienes, más allá de parecer siempre cansados, reclamaban su cuota de responsabilidad, su parte del pastel en nuestra obligación ciudadana, su invitación a participar en la toma de decisiones políticas y en la defensa de los derechos comunes.

Descubrimos, a golpe de desarrollar talleres en centros de educación secundaria y de coordinar actividades educativas en horario no lectivo, que a los jóvenes sí les preocupan los Derechos Humanos, y que, al contrario de lo que muchos pueden pensar, si no pueden actuar más eficazmente en su defensa, no es por desinterés, sino porque no saben cómo hacerlo. No quisimos perder la oportunidad también de charlar con el profesorado, con funcionarios públicos del área educativa, y nos alarmamos ante el gigantesco agujero negro que ha provocado la retirada de la asignatura de Educación para la Ciudadanía.

¿De qué manera se pueden entonces paliar las políticas de recortes presupuestarios del Gobierno y la salida del currículo escolar de contenidos relacionados con los Derechos Humanos?

Explicar en las escuelas que los Derechos Humanos son, sin lugar a dudas, la más importante conquista de la humanidad es necesario, pero si algo ha evidenciado la irrupción de esta crisis económica mundial es que, además de ello, es necesario reforzar su promoción y defensa para que esta conquista no se pierda.

Abrir espacios donde la juventud se sienta implicada en la gestión del presente garantizará un actor de futuro capaz de participar y construir una verdadera cultura universal en esta materia. Empoderarla para que se reconozcan como sujetos de derecho formará ciudadanos y ciudadanas más comprometidos y vigilantes de las instituciones y el cumplimiento de sus mandatos.

¿Existe una fórmula maestra? El siempre admirado Nelson Mandela no se cansó jamás de repetirlo: "La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”.

fibgar.org

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