Hacia el mundo sin límites Cristina García Casado

Ahora que el discurso de Trump ya es oficialmente el imperativo y más de medio mundo lo ha comprado encantado de volver a las viejas esencias carcas, se impone el método clásico de ver quien la tiene más larga. Estamos en ese momento histórico de sacársela en una reunión y ponerla encima de la mesa. Y de hacer las cosas porque a alguien le sale de ahí. Sin tener que dar explicaciones, ni justificar las decisiones. No hay que aparentar ser civilizado ni cortarse un pelo.
Es un estilo antiguo de dirigir y de gobernar en el que los límites al poder no existen. Feudalismo moderno, que emana de una democracia con olor a rancio y a sobaco, refrendado por los votantes en Europa y en América, con la inestimable colaboración necesaria de los gigantes tecnológicos, esos que en las películas de siempre nos avisaron de que no eran de fiar.
Ahí están Elon Musk y Jeff Bezos, empeñados en lanzar sus fálicos cohetes en una carrera por ver quién llega más lejos, y ocultar con el despegue su tamaño real. Y mientras unos presumen de centímetros, otros como Mark Zuckerberg se la envainan para poder aparecer en la foto que tanta vergüenza nos ha provocado a algunos pero hará crecer sin duda su abultado patrimonio.
Esta temporada la moda nos viene cargada de exhibicionistas y, como tendencia emergente que es, se propagará como la peste. Nos vamos a hartar de ver miembros viriles en nuestra vida cotidiana
Aquí tenemos nuestros especímenes patrios. Hay perfiles como los de Miguel Ángel Rodríguez, que salpica las últimas gotas ya sea en el Supremo o en los despachos de Génova para marcar territorio. O el señor Alberto Quirón, como tiene guardado MAR al novio de su jefa, que le han dicho que la lleve en la mano que eso abre infinidad de puertas, faltaría más.
Puigdemont es de los que que le ha cogido el gusto a menearla como el péndulo de Foucault. Ahora oscila a derecha y ahora a izquierda. También están los que enseñan la puntita en el momento justo, y nos enteramos entonces que se han puesto a sí mismos retribuciones millonarias en empresas que no son suyas, como Pallete. El expresidente de Telefónica no era muy apreciado en la compañía. Tenía una corte que le trataba como si fuese un emperador y estaba tan alejado de la realidad que no se enteró de la compra del 9,9% de acciones por el grupo saudí STC, que tuvo que acabar aprobando el Gobierno.
Esta temporada la moda nos viene cargada de exhibicionistas y, como tendencia emergente que es, se propagará como la peste. Nos vamos a hartar de ver miembros viriles en nuestra vida cotidiana como símbolo de una masculinidad que resucita la chabacanería y las miradas insidiosas ya sea para hacer negocios, para o para dictar sentencia. Como el juez Carretero en el interrogatorio a Elisa Mouliáa y el magistrado conservador del Constitucional José María Macías, que siente como se hincha de orgullo cada vez que se niega a apartarse de los recursos sobre la ley de amnistía en los que ha estado implicado. Son tantos lo que aplauden su hombría que el efecto viagra las resucita bajo las togas. Esto no ha hecho más que empezar.
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Carmen Alonso¡Hola, !
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