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Memorando ficticio de estrategia

De: Imaginario equipo de Estrategia del PP.

A: Presidente Núñez Feijóo.

 

“Cambio de ciclo”: Las encuestas han venido detectando hasta ahora un “efecto Feijóo” que ha elevado las expectativas hasta el punto de que muchos españoles te ven como el futuro presidente del Gobierno. Sólo un par de encuestas publicadas por medios de izquierdas esta semana anuncian que ese efecto puede estar desinflándose. Del CIS de Tezanos ni hablamos, porque se ha situado en un espacio de controversia que nos resulta muy favorable para poder decir –con razón o sin ella– que el instituto público (el Gobierno), contradice a todos los institutos de investigación privados. En pocas palabras, “el CIS manipula a favor de Sánchez para evitar el cambio de ciclo”. Sería una bendición para nosotros que Tezanos siguiera en el puesto. Sabemos que es crucial que el clima político antes de las elecciones autonómicas y locales de mayo mantenga ese consenso hoy existente, según el cual estamos en un cambio de tendencia, en la decadencia del Gobierno de Pedro Sánchez. Lo cierto es que queda un año para las elecciones, que en 1993 y en 2004 nos equivocamos de cabo a rabo en las predicciones, incluso hasta el día mismo del sufragio, pero eso es lo de menos. Persistamos en la idea de que el cambio de ciclo es inevitable para desmovilizar a las izquierdas divididas. Tenemos la ayuda de los medios conservadores.

“Sanchismo”: El Partido Socialista celebra precisamente este viernes el 40 aniversario de su victoria con Felipe González como candidato. Nunca un presidente ha superado las altas valoraciones de González y, en general, los españoles recuerdan o evocan sus gobiernos con cierta nostalgia y en positivo. También se ve de otra forma a Zapatero, década y media después, que estos días está dando muestras de un sosiego muy atractivo para la izquierda y el centro. El PSOE está celebrando el aniversario por todo lo alto y ese partido, reconozcámoslo, con todos sus errores y miserias, cae en general bien. Dejemos que celebren. Nuestro adversario es Pedro Sánchez, y tenemos que mantener la matraca del “Sanchismo”, como si fuera algo distinto del socialismo. No nos empeñemos demasiado en vicepresidentas y ministras y ministros que han resultado ser correosos y hábiles en el Congreso y fuera de él. El Gobierno no cae mal, quizá porque con tanto ministro se difumina el perfil de sus miembros. De cualquier modo, el adversario es “el Sanchismo”. El PSOE debería reaccionar a una remarcando su carácter colectivo, defendiendo a su presidente a cada instante y reservándole para las buenas ocasiones. Esperemos que no lo logre.

“Combatir la insolvencia”. No estamos seguros de que sea buena tanta exposición tuya. O al menos, tanta exposición improvisada. Con todo respeto, presidente, podría sucedernos que un puñado de expresiones incomprensibles, errores o exageraciones en tu discurso, generaran la idea de que el candidato del PP es “un insolvente”. Quizá deberías exponerte menos. Los cara a cara en el Senado, que creíamos que funcionarían mejor, están encontrando a un Sánchez con ganas de pelea y que se maneja bien. Hemos apelado a la desigualdad de condiciones en esos debates, que, por supuesto, se ha producido siempre y en todo lugar en nuestros parlamentos, también en el gallego en el que tú comparecías, pero es obvio que la apelación a las malas condiciones del campo de fútbol o al trabajo del árbitro suele ser propia de los perdedores. No deberíamos persistir por ahí. Mientras, hay que preparar más las intervenciones, estudiar un poco más, no cometer errores, porque las izquierdas están observando cada frase con cuidado para romper esa imagen impoluta de un presidente de la Xunta de Galicia solventísimo y experimentado.

“Sánchez, socio de proetarras e independentistas”. Hemos votado en las Cortes tantas veces junto al PSOE como el PSOE junto a Bildu o los nacionalistas catalanes, pero hemos logrado trasladar la idea de que “Sánchez tiene como socios de Gobierno a los proetarras y los independentistas”. Insistamos. Funciona. Un electorado que en general se informa de manera superficial, puede terminar creyendo que Bildu y los indepes están en el Gobierno de Sánchez. Sigamos también enunciando la idea de que los verdaderos socios de Gobierno (Unidas Podemos) son peligrosos comunistas desestabilizadores, pero eso funciona menos, porque ya se encarga Podemos de arruinarse solo, y porque Yolanda Díaz no parece Stalin ni Maduro. Confiemos en que no sea capaz de unir al importante electorado a la izquierda del PSOE. Nuestros cuadros más católicos están rezando con intensidad, pero no estamos seguros de que la oración tenga efectos a este respecto.

Exagerar a priori las consecuencias económicas, alarmar sobre los efectos de la crisis energética, suponer que viene el desastre, podría ser contraproducente, porque la izquierda podría tacharnos –ya lo hace– de cenizos y antipatriotas

“¿Recesión?” No nos empeñemos en fijar la imagen de un Sánchez equivalente al Zapatero de 2011, porque nos equivocaremos. La crisis del 2008 provocó un repliegue nacional que en Europa dejó a España, como a Grecia y otros, a los pies de los caballos. La pandemia ha despertado esta vez una reacción de expansión del gasto y mucho más solidaria. Sánchez además se maneja muy bien en Europa y ha mostrado capacidad sobrada de negociación y de influencia. Además, presidirá la Unión Europea justo antes de las Elecciones Generales. Exagerar a priori las consecuencias económicas, alarmar sobre los efectos de la crisis energética, suponer que viene el desastre, podría ser contraproducente, porque la izquierda podría tacharnos –ya lo hace– de cenizos y antipatriotas.

“Con quien hay que hablar es con el PP”. No creemos, presidente, que convenga insistir mucho más en la idea de que nosotros tendemos la mano al PSOE y que el PSOE no quiere hablar con nosotros. Ha penetrado bien la idea de que “el PP vota no a todo: a la subida de las pensiones, a la subida del salario mínimo, al ingreso mínimo vital…”. Los socialistas están repitiendo bien ese mantra.

En resumen: Vamos bien, pero quién sabe. El tono moderado en las formas que imprimes a tus intervenciones es un positivo contraste con el Pablo Casado imprevisible y desabrido de hace unos meses. Pero no nos vengamos arriba, presidente. Seamos prudentes. Elevemos las expectativas con aquello de que este PP es otra cosa, que ahora sí puede ganar, que estamos en fase de ascenso, etc., etc. Pero seamos realistas: queda un año, Sánchez sabe resistir, el PSOE no es adversario fácil y quizá a su izquierda se consolide algo fuerte. La situación económica es mala pero no desastrosa, las izquierdas están trabajando bien la idea de la defensa de las “clases medias trabajadoras” y colgándonos el sambenito de un PP (y un Vox, que conviene ni mencionar) del lado de los poderosos. Ese es el socialismo de toda la vida y de momento nos ha ganado más veces que nosotros a él.

Que la suerte te acompañe y Dios nos ayude, presidente.

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