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Esos asuntos que la izquierda obvia

Cada perspectiva ideológica tiene temas que abandera, domina y son motivo de orgullo, y otros que resultan más incómodos, generan contradicciones y acaban por obviarse, como si así dejaran de existir. En la izquierda esto ocurre con temas especialmente relevantes: el dinero, el poder, la guerra, las religiones ajenas… Se soslayan así aspectos clave de la vida sin dotarles de una óptica progresista y esos mismos asuntos pasan a convertirse en un terreno de juego donde la derecha alcanza la hegemonía.

Dinero y poder suenan a algo negativo, a lo peor del capitalismo, a la parte oscura de casi todo, y se renuncia -salvo en círculos muy restrictivos- a establecer visiones, criterios o teorías que propongan qué hacer desde ópticas progresistas con estos dos arcanos. ¿Cómo entender y manejar el poder desde una visión de izquierdas? ¿qué hacer, qué funciones dar al dinero, que no resulten vergonzantes? Tan vidriosas pero decisivas cuestiones se abordan, en el mejor de los casos, con buenas dosis de simplismo superficial que las hace inoperantes.

La guerra es algo de lo que no se quiere oír hablar. Superada la era de las revoluciones, cuando la violencia transformadora y las tesis sobre la violencia legítima de las insurrecciones populares eran una pieza básica de las ideologías progresistas más radicales, ahora las propuestas de carácter pacifista se han convertido en algo natural para la izquierda; pero se olvida que la guerra existe, y para combatirla es imprescindible entenderla, poder explicarla y plantear propuestas que respondan a los valores izquierdistas. Son muy escasas las personas, más allá de los especialistas como los que reúne el Foro Milicia y Democracia de infoLibre, que desde la izquierda tienen capacidad para captar las fases de una escalada bélica, diferenciar un tanque de otro tipo de blindado,  leer y estudiar manuales de historia y estrategia militar, o sostener un debate de cierto nivel sobre lo que, por ejemplo, puede suponer, en el campo de batalla y en la estrategia geopolítica, la llegada de los Leopard a Ucrania. Ello determina nuevamente una visión muy esquemática del tema, unas reacciones carentes de matices y a menudo unas respuestas evasivas o ceñidas a consignas de poca utilidad real, incluso contraproducentes a veces.

La realidad es compleja, poliédrica, llena de matices y terrenos que resultan incómodos y contradictorios. Renunciar a plantear propuestas en estos campos genera un vacío que por pura ley física pasa a ser ocupado por otras ideologías

Un terreno como el militar, especialmente dado a la discreción cuando no opacidad, queda así al margen del escrutinio público de una parte importante de la sociedad, que vive ajena a esta realidad. Hay una lectura positiva de todo esto, y es que si los asuntos militares no son objeto de debate y vigilancia en el debate público es porque hasta ahora no había habido motivo, y puede que así sea, pero eso no oculta que las visiones progresistas carecen de una mirada y propuesta propias.

Ocurre también en temas en los que es necesario superar la mirada binaria de blanco y negro, cuya perversa lógica cada vez tiene más auge en el debate público. Nadie en la izquierda ha dudado en dejar clara la necesidad de diferenciar entre musulmanes e islamistas, de separar el ataque a las iglesias de Algeciras de la vida de personas del norte de África o de religión musulmana. ¡Faltaría más! Cuesta mucho más, sin embargo, mantener este discurso al mismo tiempo que se fija la mirada crítica en el manifiesto retroceso de derechos y libertades en muchos países musulmanes. Lo que estamos viendo en Irán es la punta del iceberg, la más cruel quizá junto con la que se da en el Afganistán talibán, pero desde hace algo más de una década estados como Marruecos, Egipto, e incluso Túnez han dado pasos atrás en los derechos de las mujeres, de las personas LGTBi+ y en general, de las más elementales libertades. El sunismo wahabí, arabocéntrico y yihadista, o el brutal integrismo chií de los ayatolahs iraníes son fenómenos ante los cuales no cabe comprensión, ni tolerancia, ni medias tintas.  

La realidad es compleja, poliédrica, llena de matices y terrenos que resultan incómodos y contradictorios. Renunciar a plantear propuestas en estos campos, por muy ajenos que resulten, genera un vacío que por pura ley física pasa a ser ocupado por otras ideologías. ¿Acaso no es eso lo que está ocurriendo?

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