Sobre ETA y las cuestiones fundamentales

Lo que les quita el sueño a los vascos y vascas en 2024 es la precariedad laboral, la sanidad y la vivienda. Son los datos de una encuesta de EITB que conocíamos hace tan sólo algunos días. Qué alivio, pensamos muchas al leerlo. Porque lo que reflejan esas cifras es que ETA o las cuestiones territoriales y de convivencia, que durante tantas décadas marcaron el día a día no sólo en Euskadi sino en el resto de España, dejaron de ser hace tiempo un quebradero de cabeza para la ciudadanía. 

Y de eso iba la campaña electoral en el País Vasco hasta que este lunes el panorama dio un vuelco. Ocurrió en dos escenarios diferentes pero con un mismo protagonista. Primero fue en el debate organizado por El Diario Vasco. Pello Otxandiano, el candidato de EH Bildu, se negó a condenar el terrorismo de ETA alegando que lo difícil no era condenar, sino admitir las responsabilidades que tuvieron todos los partidos políticos. Horas más tarde, a preguntas de Aimar Bretos en la Cadena Ser, Otxandiano evitaba referirse a ETA como banda terrorista y la calificaba de grupo armado. Definir lo que fue, dijo, no le parecía una cuestión fundamental. 

Tanto el Gobierno como sus socios de Sumar han criticado la postura “cobarde” y “negacionista” de Bildu y le han pedido que esté a la altura. El PP ha aprovechado el tirón para arremeter, de nuevo, contra Pedro Sánchez, a quien han tildado de hipócrita por apoyarse en los votos de la formación abertzale para mantenerse en el poder. Es el mismo mensaje que no dejan de repetir de manera constante desde la pasada campaña electoral de las generales cuando rescataron el vergonzoso "¡Que te vote Txapote!" o comenzaron a hablar de pactos encapuchados para referirse a los acuerdos del Gobierno y sus socios, obviando que ellos también habían alcanzado acuerdos con la formación abertzale en Euskadi.

Un terremoto político que se produce justo un día después de conocer que los sondeos ponen a la cabeza a Bildu, que adelanta al PNV en votos, en parte gracias a la pérdida de poder electoral de Podemos y de Sumar y en el que la revalidación por mayoría absoluta del gobierno de PNV y PSE está más en el aire que nunca. Son las elecciones más abiertas de los últimos años en Euskadi y aún queda por ver si este vuelco en el discurso político tendrá efectos en las urnas. Sólo el domingo tendremos la respuesta.  

Decía Otxandiano que no le parecía una cuestión fundamental definir como terrorista a ETA. Se equivocaba. Claro que lo es porque es una cuestión de calidad democrática. La memoria marca el presente y el futuro de un país y todas las víctimas merecen reconocimiento. Las del franquismo, las de ETA, las del terrorismo de Estado o las de la violencia machista. En esto no puede haber medias tintas: qué menos que exigir que la condena sea unánime y englobe a todas por igual.  

Un terremoto político que se produce justo un día después de conocer que los sondeos ponen a la cabeza a Bildu. Son las elecciones más abiertas de los últimos años en Euskadi y aún queda por ver si este vuelco en el discurso político tendrá efectos en las urnas. Sólo el domingo tendremos la respuesta

Lo cierto es que por mucho que haya quien trate de negarlo, Bildu es una coalición democrática que ha contribuido a grandes avances sociales de este país en la última legislatura. Prueba de ello es su apoyo a leyes como la de la eutanasia, la del ‘sólo sí es sí', la del ingreso mínimo vital, la de los ryders o la derogación del despido por bajas médicas. Pero aún tiene un largo camino que recorrer. Por lo pronto, debería superar la dicotomía entre sus "dos almas": la del partido que apuesta por el progreso y la del que mantiene el vínculo con el pasado etarra. Lo siguiente sería dar un paso al frente y reconocer y condenar la violencia de una banda terrorista que asesinó a más de 800 personas y dejó centenares de heridos en su larga historia de terror. 

ETA anunció su disolución hace una década y resulta sorprendente que su fantasma irrumpa en la recta final de la campaña electoral cuando sabemos que lo que les preocupa a los jóvenes vascos es pagar un alquiler justo, encontrar un trabajo digno, poder ir al médico sin tener que sufrir las interminables listas de espera o poder comprarse una vivienda. Es una suerte que miren hacia delante, pero eso no significa que no deban conocer el pasado.

Hace unos años la Universidad de Deusto publicó un informe que aseguraba que el 46% de los jóvenes vascos no sabía quién era Miguel Ángel Blanco. Esto supone admitir que hay una terrible brecha generacional en la enseñanza de lo que ocurrió en nuestra historia más reciente. Pertenezco a una generación a la que se le quedó grabada aquella calurosa tarde de julio de 1997 en la que la banda terrorista confirmó que había matado al concejal de Ermua. Un 12 de julio que marcó un antes y un después en la lucha antiterrorista. Reconocer y poner a las víctimas en el centro debería ser la tarea más urgente para seguir avanzando; la verdad y la memoria sólo comienzan cuando empezamos a llamar a las cosas por su nombre.

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