a la carga

Las extrañas prioridades del PP y del PSOE

¿A alguien de verdad le extraña que este año la audiencia del debate del estado de la nación haya caído estrepitosamente? la audiencia del debate del estado de la nación En la encuesta exprés que ha realizado el CIS, el 71,5% de los entrevistados ha declarado que en este tipo de debates no se tratan “los temas que realmente preocupan a los españoles”. ¿A qué se debe esta queja recurrente en la opinión pública? ¿Acaso Mariano Rajoy no habló exhaustivamente de economía y empleo, dos de las principales preocupaciones de los españoles? ¿Y Rubalcaba no criticó con dureza los recortes y el aumento de las desigualdades?

Voy a intentar responder a estas preguntas dando un pequeño rodeo. Con el inicio de la crisis económica, los ingresos del Estado se hundieron. La recaudación cayó brutalmente en los años 2008 y 2009. La principal caída se produjo en el impuesto de sociedades, con una reducción de más de dos tercios. Como se muestra en los dos gráficos que se reproducen en este artículo, la reducción de ingresos en España no tiene parangón en el área euro. Tanto en España como en el área euro ha habido un aumento importante del gasto, como consecuencia del aumento de las partidas destinadas al subsidio de paro y las ayudas al sistema financiero, así como otros factores diversos. Lo que es realmente específico de España es la caída tan pronunciada de los ingresos fiscales, seis puntos de PIB en dos años.

En los años 2010-2012 se detiene la caída y hay una tímida recuperación, pero aún así nos encontramos más de siete puntos por debajo de la media de los países del euro. Como consecuencia de esta bajada de los ingresos, tenemos en estos momentos el déficit público más abultado de la UE. Pero no es sólo que “quedemos mal” en la UE. El verdadero problema es que el tremendo desajuste entre ingresos y gastos ha obligado al Estado a realizar recortes de gran calado, empezando por el ajuste de Zapatero de mayo de 2010 y siguiendo por los múltiples y continuados recortes, de una magnitud muy superior, del actual gobierno de Rajoy. Como consecuencia de ello, se han deteriorado enormemente los servicios públicos más básicos, tanto en educación como en sanidad (también en dependencia), ha retrocedido la inversión en I+D y se ha hundido la inversión pública en infraestructuras.

Gráfico 1. Evolución de gasto y el ingreso públicos en España (Eurostat)

Gráfico 2. Evolución del gasto y el ingreso público en el área euro (Eurostat)

No hace falta ser un experto economista para darse cuenta de que España, desde 2008, necesita urgentemente una reforma fiscal. Lo que hemos tenido, sin embargo, son parches, en forma de subidas de impuestos directos e indirectos que han permitido detener temporalmente el hundimiento de los ingresos, parches que han concentrado aún más la carga fiscal sobre asalariados y consumidores. En este sentido, las injusticias más flagrantes del sistema continúan intactas: las grandes empresas siguen sin apenas contribuir a las arcas públicas gracias a las múltiples deducciones de las que se benefician; por su parte, las grandes fortunas, a través de SICAVs, sociedades y paraísos fiscales, también se libran de pagar; y, finalmente, debe recordarse que el fraude fiscal permanece en niveles estratosféricos. Como ha mostrado contundentemente Dídac Queralt, España e Italia son los dos países de la UE con menor personal (medido por 1000 habitantes) trabajando en la Agencia Tributaria, lo que repercute de forma directa en la capacidad recaudatoria del Estado y en la lucha contra el fraude.

Sorprende que en los últimos cinco años no se haya producido la reforma fiscal a pesar de la necesidad imperiosa de la misma. En su lugar, tanto el Gobierno del PSOE como el del PP aprobaron sendas reformas de las pensiones y del mercado laboral. Las del PSOE fueron, sin duda, bastante más suaves que las del PP, pero iban todas ellas encaminadas en la misma dirección.

En medio de la tormenta financiera y de la crisis de la deuda, a los gobiernos no se les ocurrió nada mejor que “reformar” (léase recortar) las pensiones. Ha sido una de las máximas prioridades para los dos gobiernos habidos desde 2010. La coartada oficial era que con ello se enviaba una señal de solvencia y seriedad a los mercados que podría aligerar la presión sobre la prima de riesgo. Pero el problema de las pensiones es de largo plazo y no guarda relación ni con el desencadenamiento de la crisis financiera y de deuda, ni con la salida de la misma. Nada tiene que ver el futuro de las pensiones en 2040 con el aumento de la prima de riesgo durante el periodo 2010-12. Reformar las pensiones era tan imperioso en 2006 como en 2012. Si se ha hecho (dos veces) durante un momento de crisis ha sido porque los gobiernos han considerado que era el momento más adecuado debido a la debilidad de ciudadanos y sindicatos.

Por otro lado, en el mercado de trabajo ha habido también dos reformas laborales, una moderada, la del PSOE, y otra salvaje, la del PP. En los dos casos, se partió del supuesto de que la causa del elevado paro radicaba en la negociación colectiva y en el sistema de contratos. Ni el PSOE ni el PP, sin embargo, abordaron la otra parte del problema, que quizá sea tan o más grave: la falta de acceso al crédito de las empresas, la baja productividad del tejido empresarial español, la reducida demanda de trabajo cualificado y la destrucción acelerada del sector industrial. La reforma laboral del PP era necesaria no para corregir el paro, sino para que la “devaluación interna” (bajada de salarios) fuera lo más rápida e intensa posible.

La falacia de ganar perdiendo

No solo no se ha corregido la desastrosa situación fiscal del país, que es el origen de muchos de los recortes que sufren sobre todo los más desfavorecidos, sino que la ciudadanía ha visto cómo se salvaba a las entidades financieras (con avales, créditos blandos e inyecciones de capital) mientras se dejaba “caer” a las familias. Ninguno de los dos partidos ha querido resolver el drama de los desahucios o de las familias en quiebra (familia con todos sus miembros desempleados).

España recauda poco y lo poco que recauda lo hace injustamente. Mientras eso no se resuelva, las políticas del Estado continuarán siendo profundamente regresivas. Pero aquí estamos, en 2014, casi seis años después del inicio de la crisis, con una reducción sustancial de la renta y del patrimonio de los hogares, la desigualdad disparada, el paro en máximos mundiales, recortes muy profundos en las políticas sociales, todo ello en nombre de la lucha contra el déficit, y sin que los dos grandes partidos hayan sido capaces de aprobar una reforma fiscal que nos acerque algo a la media europea en recaudación.

Y luego en el PSOE y en el PP se sorprenden de que la gente piense que no se ocupan de los temas que realmente preocupan a los españoles.

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