No queremos que el pueblo tenga que salvarse solo Cristina García Casado
Antes todo era barrio
Este gobierno tiene un elefante en la habitación, si tuviera dinero para pagar su alquiler, claro: el problema de la vivienda. Es un elefante que no parece que vaya a cargarse el rey emérito que tiene bastante con lo suyo y al que no le afecta el problema porque ya que tiene a toda la familia viviendo a cuerpo de rey, literalmente.
El Sindicato de Inquilinos junto a más de 39 colectivos sociales han celebrado una marcha multitudinaria en Madrid por el derecho a la vivienda con el lema: “Se acabó. Bajemos los alquileres”. Un día después del desfile de la Hispanidad, el desfile de la Precariedad. Este último no lo preside el rey, ni las autoridades, y no hay aviones en el cielo dibujando la bandera de España, ni siquiera una cabra como mascota…
Las organizaciones sociales convocantes han exigido medidas urgentes para mejorar el acceso a la vivienda para todas esas personas a las que les sobra mes al final del sueldo por la subida salvaje de los precios. En una manifestación que parece un punto de inflexión y el pistoletazo de salida para unas protestas masivas que han estado mucho tiempo larvadas por la pasividad de todos los gobiernos para atajar el que es ya el problema nacional.
Para solucionarlo la actual ministra de Vivienda, Isabel Rodríguez, debería legislar, para empezar, contra los intereses de sus compañeros, sus señorías: de los 350 miembros del Congreso el 82% es propietario y, en total, tienen en propiedad nada menos que 615 casas. La diputada con más casas es María de las Mercedes Cantalapiedra, con un apellido profético. Tiene nada menos que 19 inmuebles le sigue bastante de cerca una socialista, Mercè Perea i Conillas, con 13. El bipartidismo está fuerte también en el gremio de los caseros.
Estos días veremos pancartas y escucharemos lemas como “Se alquila: vecinos absteneros”, “No vuelvo a casa por Navidad porque todavía no me he ido”, “Queremos vivir y no sobrevivir”, “nuestro alquiler, tu paguita” o “El Alkiller me mata”, que más allá de su ingenio quieren reivindicar que se cumpla una de las “Marías” de la Constitución, el artículo 47 que declara que “todos los españoles tenemos derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada”.
Hasta Bruselas, esos peligrosos comunistas, alerta de la falta de vivienda asequible en nuestro país. La vivienda ha pasado de ser un derecho a una inversión
Un artículo que es pura ficción, pero que añade que “los poderes públicos tiene la obligación de promover las condiciones necesarias y establecer las normas pertinentes para hacer efectivo ese derecho” y ahí entramos directamente en el terreno de la ciencia ficción. El gobierno tiene un problema enorme y para resolverlo está haciendo lo mismo de lo que presumió el alcalde de Madrid, Almeida, para solucionarlo: “Nada”.
Se está planteando incluso una huelga de alquileres, como comentan en el Sindicato de Inquilinos: "Si una inquilina deja de pagar, el problema lo tiene ella, pero si 10.000 inquilinas nos organizamos para no pagar, el problema lo tienen los caseros y los gobiernos que les sostienen”.
Es que los datos son más terroríficos que los precios de venta y alquiler de los portales inmobiliarios. España está en el vagón de cola de todas las estadísticas sobre vivienda: Más de un tercio de los hogares destinan casi la mitad de su sueldo para pagar una vivienda. Una barbaridad.
Y afecta aún más a las familias más vulnerables, el alquiler social en España es un tercio del europeo, se ha duplicado la tasa de gente sin hogar, casi el 10% de las familias con niños tienen problemas para pagar a tiempo su hipoteca o alquiler, el doble que la media europea. Entre el 70% y el 80% de los desahucios son ya de familias con niños.
El acceso a la vivienda es una de las claves para combatir la desigualdad. Como canta el grupo Biznaga: "Es el mercado bebé, terror a fin de mes”. Hasta Bruselas, esos peligrosos comunistas, alerta de la falta de vivienda asequible en nuestro país. La vivienda ha pasado de ser un derecho a una inversión.
Los buitres tienen la costumbre de recoger huesos, subirlos a grandes alturas y partirlos para poder ingerirlos y alimentarse. Una alegoría perfecta de lo que están haciendo los fondos buitres, que controlan gran parte del mercado inmobiliario, dejando en los huesos a quienes intentan acceder a un bien de primera necesidad para lucrarse.
Pero ojo, que se pueden invertir los papeles. Uno de los carteles que más están triunfado últimamente en redes es el de una casa rosa sonriente con un cóctel molotov en una mano y un ladrillo en otra y el lema: “La última vez que lo pedimos por favor”.
La sociedad española con el tema de la vivienda es cada vez menos Idealista y más Activista. Si como decía una de las pancartas de la manifestación por la vivienda digna: “Antes todo esto era barrio”, este gobierno si no ataja de raíz este problema corre el riesgo de que en unos años digamos: “Antes todo esto era gobierno de Pedro Sánchez” y sin recuperar la fianza.
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