MAR y su dificultad para contar la verdad Pilar Velasco
Nazis, tornados, alienígenas y cazatesoros
Estos días, ante la cobertura del desastre de la dana en Valencia, tengo la sensación de estar viendo el Canal Historia en bucle, no hago más que ver nazis, tiburones en busca de carnaza, cazatesoros, tornados y hasta “expertos” en alienígenas y fenómenos paranormales.
No falta de nada en este circo de varias pistas para intentar sacar tajada de la tragedia. Con un Iker Jiménez de maestro de ceremonias de su circo ambulante de vendedores de crecepelo, malabaristas de la verdad, domadores de bulos y equilibristas de la ruindad. Pasen y vean, la dana, el mayor espectáculo del mundo.
Colaboradores del "nazi del misterio", término tan bien acuñado por Mauro Entrialgo en su excelente libro Malismo, que sólo dan ayuda al pueblo que más likes consiga o que se rebozan en el barro como una croqueta para darle más dramatismo a sus directos.
Aquí no hay ningún misterio, se lanzan bulos sobre la cantidad de muertos que podría haber en un parking porque cuantos más muertos, más psicofonías luego que vender.
Una segunda oleada de lodo ha sepultado la dignidad en las zonas afectadas de Valencia, aunque a diferencia de la primera oleada, en ésta estábamos sobre aviso.
La cobertura vomitiva de los medios en el caso de las niñas de Alcàsser o La Manada, entre otros, nos iban a hacer mejores.
Ojo, spoiler: ni de coña.
Ana Rosa, con su gorro de agua, aprovechando la tragedia, intentar colar su agenda política antigubernamental, se ha convertido en el rostro, nunca mejor dicho, de los informativos de la cadena amiga de esta tragedia. Toda una declaración de intenciones.
Podían haber cambiado el nombre de su programa de TardeAR a EmbarrAR.
Muy significativo y muy revelador el rótulo que le pusieron en alguna de sus conexiones: “en el epicentro de la tragedia”.
Ana Rosa es el centro superficial del área de perturbación, el punto de origen de un fenómeno que está haciendo otra vez temblar los cimientos de la verdad. El sensacionalismo haciéndose pasar, una vez más, por periodismo.
Siempre al pie del lodo, porque de las tragedias todo se aprovecha, como de los cerdos:
Oportunistas que aprovechan para hacerse publicidad a costa de la desgracia ajena.
Donaciones que en realidad son campañas de publicidad.
Influencers que quieren influir en la opinión pública a golpe de bulo y talonario.
Ana Rosa es el centro superficial del área de perturbación, el punto de origen de un fenómeno que está haciendo otra vez temblar los cimientos de la verdad. El sensacionalismo haciéndose pasar, una vez más, por periodismo
Las tiendas de lujo habrán hecho el agosto en pleno noviembre vendiendo botas altas de agua carísimas para que influencers, youtubers y una colección de famosos de Hacendado puedan vender que pisan barro sin miedo a manchar su marca y su ropa.
Miles de horas de televisión, de desviar la atención de los verdaderos responsables, los que se ponían de lado o se iban de comida en un reservado sin cobertura pero con café, copa, puro y final feliz –un puesto a dedo en la televisión autonómica– mientras sus compatriotas ya empezaban a ver que esa noche iban a acabar con el agua al cuello.
Un presidente con un apellido premonitorio, un presidente al que la tragedia de sus compatriotas le importaba un Mazón.
Un apellido perfecto para convertirse en un nuevo sistema de medida.
¿Cómo de inútil eres? Un Mazón.
¿Cómo de mentiroso eres? Un Mazón.
¿Cómo te la suda una tragedia con muertos? Un Mazón.
Un apellido de un presidente que se permite el lujo de llegar dos horas tarde a una reunión de emergencia por una alerta roja que ya estaba provocando el caos y la destrucción.
“Hay tiempo de comer, hay tiempo de comer sin problema”.
Pero la novedad en esta tragedia es la aparición de nazis, con sus tatuajes nazis, sus camisetas nazis, sus mensajes nazis y sus brazos en alto nazis, pero no les llames nazis, aprovechando la tragedia para implementar su agenda nazi.
Nazis que se hacen publicidad organizando recogidas de ayuda pero que luego sólo van a distribuir a quienes son blancos.
Puro nazismo, blanco y en botella.
Ya se sabe, a río revuelto, ganancia de oportunistas.
Y todos estos sí que comen jamón.
Parafraseando al golpista Tejero: “Al barro todo el mundo”.
Mientras estaba escribiendo este artículo me he levantado del sofá a por agua y al volver Óscar Puente me había construido un desvío de la A7 para habilitar el tráfico dirección Valencia.
De los pocos que han entendido todo esto.
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