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No hay equidistancia posible

Primero, la detonación y en cuestión de segundos, las moles residenciales caen a plomo tan rápido que su estructura parece de papel. En el vídeo, grabado desde el aire, se ve cómo las bombas destruyen varios edificios de Gaza. Reducidos a cenizas y escombros en un abrir y cerrar de ojos. Es una escena que se repite estos días pero somos testigos del brutal ataque porque es el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, el que se encarga de compartir las imágenes en sus redes junto con un breve texto: “Empezamos. Israel ganará”. Nunca tres palabras dieron tanto miedo. 

Poco después, era el ministro de Defensa el que afirmaba que había ordenado un asedio total sobre la Franja que iba a dejar a la ciudadanía sin agua, electricidad, alimentos o gas –como si antes tuvieran acceso a estos suministros básicos de forma permanente–. Gaza es una de las zonas más pobladas del mundo. Allí viven dos millones de personas, la mitad son niños y niñas. Desde hace décadas, la mayoría vive en condiciones infrahumanas. De lugar inhabitable lo califican las expertas que trabajan en el terreno. Desde el sábado no pueden salir de la ciudad porque Israel la ha cerrado a cal y canto. Gaza es una ratonera. 

En una declaración televisada, el político justificaba el ataque diciendo que estaban “luchando contra animales”. La estrategia de deshumanizar al enemigo convirtiéndolo, a través de discursos de odio, en monstruos o bestias no es nueva. Los medios de comunicación del Estado en Ruanda empezaron a llamar cucarachas a los tutsi, una minoría étnica que representaba el 15% de la población del país y a los que, tras el Genocidio, habían prácticamente aniquilado a machetazos.

Estamos siendo espectadores de la barbarie en directo. Terribles son las imágenes de la matanza del festival de música cercano a la Franja –el peor ataque desde 1973 y el que ha desencadenado esta nueva guerra– en la que los combatientes de Hamás mataron al menos a 260 personas y en la que los jóvenes israelís que consiguieron escapar lo hicieron aterrados, esquivando balas o escondiéndose entre matorrales durante horas. Muchos fueron tomados como rehenes. Otros supervivientes relatan cómo algunas prisioneras fueron violadas por milicianos al lado de los cadáveres de sus compañeros. Crímenes de guerra en directo, retransmitidos a través de las redes sociales o de la televisión.

Ante la brutalidad no hay equidistancia posible. Pero un crimen atroz no puede justificarse con otro de igual atrocidad. Defender una Palestina libre no es defender a Hamás, como tampoco lo es reconocer que Israel lleva décadas siendo un estado colonial

Por eso, ante la brutalidad no hay equidistancia posible. El sábado, Hamás comenzó un ataque terrorista contra Israel. Quien no sea capaz de reconocerlo niega la realidad y no tiene humanidad ni dos dedos de frente. Como tampoco puede obviarse que la respuesta de Netanyahu ha sido asfixiar a Gaza –una vez más– pisoteando, literalmente, los derechos humanos de la población palestina. Un crimen atroz no puede justificarse con otro de igual atrocidad. Defender una Palestina libre no es defender a Hamás. Tampoco lo es reconocer que Israel lleva décadas siendo un estado colonial que viola el derecho internacional ante la impasible mirada de países como Estados Unidos o de la Unión Europea.

De equidistantes es precisamente de lo que ha acusado la derecha española a los socios de Pedro Sánchez. Tanto Borja Sémper como Alberto Nuñez Feijóo señalaron la "cercanía política e ideológica" de Sumar con Hamás. Un mensaje retorcido, que no se sostiene con argumentos, y que obvia que Yolanda Díaz ya había mostrado su repulsa a los terribles ataques –de ambos bandos– en sus redes sociales. La postura del PP parece bastante clara. Solo la bandera israelí se proyectó en la sede de la Comunidad de Madrid y ondeó en el Ayuntamiento de la capital como señal de apoyo. Es hipócrita repetir que la izquierda está de lado de los terroristas sin reconocer el apartheid al que históricamente Israel ha sometido a los territorios palestinos. ¿Acaso se considera más legítimo que Netanyahu ataque a civiles inocentes como defensa? ¿No es eso también terrorismo?

Lo intentarán, como ya hicieron con ETA hace solo unos meses, pero no es momento de usar como arma arrojadiza un conflicto que lleva demasiado tiempo enquistado y en el que los intereses geoestratégicos importan bastante más que las vidas humanas. Estén a la altura. La situación política lo requiere.

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