El ‘listón de Ábalos’ y el ventilador

En medio del vendaval Ábalos hubo una frase en su discurso que pasó desapercibida. No hay ética pública, sentenció. Anunció la demolición del valor máximo de la política. Dio por desaparecido el ADN de la gobernabilidad. Y sobre eso lo justificó todo. Se buscó el viejo truco de la sentencia firme para evadir responsabilidades. Como no está imputado, no quiere dar cuentas. Como no hay ética –dice–, que se imponga la ley. Y así, Ábalos defiende solo a Ábalos. Primero el escaño en el grupo Mixto, después el ventilador. 

Su discurso en el Congreso para anunciar su salida y desobediencia al Comité Ejecutivo fue impecable en apariencia, pero victimista y poco heroico en el fondo. La empatía es comprensible. No es un corrupto. No está señalado. Pero el efectismo de la dialéctica y tensión narrativa no pasa una segunda vuelta. Ábalos se niega a asumir el daño por su gestión del caso de Koldo García. También su perjuicio al PSOE al quedarse el escaño, con dos citas electorales a la vista. Y obliga a la militancia a ver en el Grupo Mixto a quien fue su secretario de organización.

Pero Ábalos solo defiende a Ábalos. “Si quien te propone a una persona te da todas las garantías, indagas menos”. El exministro heredó de Santos Cerdán a un conductor asignado a Ferraz. Después fue él quien convirtió a Koldo García en persona fuerte del ministerio, quien le dio competencias para gestionar contratos, para hablar en su nombre. Fue Ábalos quien metió a Koldo, a su hermano y a la mujer en su ministerio. Quien le dejó hacer y deshacer con empresarios. A quien vio comprarse un piso en Benidorm y hasta preguntó de dónde había salido. “Indagas menos”, dice. Y como no admitió preguntas en el Congreso, no sabemos por qué.

La trama Koldo es vieja corrupción y la respuesta de Ábalos, vieja política. No hay ejercicio del cargo público sin responsabilidad. Su naturaleza es inseparable. Lo contrario deja un espacio inmenso donde cabe la convivencia con la Gürtel, Púnica, Lezo, Ere, Kitchen… Porque con la vara de medir del PP desde 2011 hasta la moción de 2018 sólo cayeron los que fueron a la cárcel, los condenados, a quienes pillaron el dinero en maletines o en Suiza. Fuera de ahí, campó la impunidad. Sin el límite de la responsabilidad política, volvemos a esos años. 

La empatía hacia Ábalos es comprensible. No es un corrupto. No está señalado. Pero el efectismo de la dialéctica y tensión narrativa no pasa una segunda vuelta. Ábalos se niega a asumir el daño por su gestión en el 'caso Koldo'

Tiene razón Ábalos en una cosa. “Una ética con tantas varas de medir no forma parte de la ética pública”. Si no se comparte, no es útil. La respuesta del PP al caso Ábalos refleja la ausencia de límites de la oposición. Con una dialéctica al estilo Koldo, mamporrera y exagerada. Burda como los pisos en Benidorm y el dinero en efectivo en los cajones. Elías Bendodo ha nombrado a Sánchez líder de una organización criminal. Una acusación que no se hizo ni a Mariano Rajoy cuando su tesorero fue a prisión pillado con los papeles de Bárcenas y el botín en Suiza. El nivel de la banda del Peugeot no cabe en el juego parlamentario por más duro que sea. Acusar sin pruebas como ha hecho Feijóo, menos. 

La reacción con Ábalos hay que entenderla en el contexto de la legislatura. Una investidura de alta tensión, la polémica ley de amnistía y los resultados de las elecciones gallegas. Lo último que podía permitirse ahora es un caso de mordidas en plena pandemia con un asesor que todos conocían en Ferraz y el Gobierno. Un asesor con un historial deleznable al que se dejó hacer. 

Con todo, el PSOE ha subido su estándar contra la corrupción. Más allá del contexto y las razones, hay que celebrar el listón del Gobierno y desterrar el listón Ábalos. La responsabilidad política es inseparable de la ética pública. Personal e intransferible. El exministro debería ajustar la vara de medir que reclama. No externalizar su responsabilidad a derecha e izquierda. El Gobierno debería mantener el límite que ha impuesto a Ábalos de aquí en adelante. Y el PP debe aclarar si su listón contra la corrupción es el de Ábalos o el que el PSOE le ha impuesto. Que el caso Koldo sirva para saber dónde están todos.  

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