La propia vida y los demás

El hispanista dublinés Ian Gibson es autor de importantes estudios biográficos sobre personajes decisivos de la cultura española como Antonio Machado, García Lorca, Dalí o Buñuel. Ahora, a sus 83 años, recibe el XXXV Premio Comillas por un libro de memorias: Un carmen en Granada (Tusquets, 2023). El título hace referencia a la casa en la que se instaló en 1965 para iniciar las investigaciones que desembocaron después en La represión nacionalista en Granada en 1936 y la muerte de Federico García Lorca (Ruedo Ibérico, 1971).

Al leer las memorias he recordado una cena de hace muchos años que compartí en Fuente Vaqueros con Gibson y el actor Paco Rabal. La conversación acabó centrándose en Luis Buñuel porque el hispanista estaba escribiendo entonces su biografía y Rabal recordaba con cariño muchas anécdotas del director de cine. Había tenido la suerte de trabajar con él y de establecer una buena amistad. En las palabras de Paco, se mezclaban episodios sentimentales, artísticos y políticos, cosas que le había contado Buñuel. Pero cada vez que situaba la historia en una ciudad o un año, el biógrafo matizaba que eso no podía haber ocurrido así, porque en ese año Buñuel no había estado en la ciudad o aún no había conocido a esa actriz.

En un momento de la cena, después de darle un largo trago a su copa, Paco Rabal resumió con humor las paradojas de la vida. Uno puede dedicarse a vivir durante años y años, puede amar y crear, comprometerse o escaparse, recorrer el mundo o encerrarse en una casa, pero luego aparece un hispanista para desmentir todos tus recuerdos.

He recordado aquella cena al leer el libro en el que Ian Gibson se convierte en biógrafo de sí mismo y necesita cuestionar su propia memoria. La narración de la vida no se abandona a la fábula de los recuerdos, sino que necesita dudar, comprobar, preguntar, reconocer los vacíos insalvables, enfrentarse a la verdad, mientras cuenta el contexto y el itinerario de su vida. Nacido en Dublín, en una familia metodista rodeada por una sociedad católica, las tensiones del puritanismo estricto, las malas relaciones entre sus padres y los celos ante el éxito público de su hermano, van conformando la personalidad difícil de alguien que necesita gustar y, al mismo tiempo, se avergüenza de una forma punzante cada vez que se sabe mirado.

Está por estudiar la deuda que tenemos con los hispanistas que han vivido España como algo propio y que nos han ayudado a conocernos desde dentro

Con el mismo empeño de verdad y desnudo que ha utilizado para estudiar a los protagonistas de su biografía, se enfrenta ahora a un yo que es “el resultado inevitable de las circunstancias muy adversas de mi infancia”. Y asume la mala imagen que dan sus confesiones y su apuesta por la sinceridad perseguida al contarse: “Soy plenamente consciente de que este autorretrato no es el de una persona agradable, sino el de un ser obsesivo empeñado sobre todo en que los demás lo admiren, o por lo menos le hagan caso”.

Por medio, claro está, ocurren muchas cosas y se imponen también los descubrimientos del amor y las alegrías literarias encontradas en la poesía de Rubén Darío, Antonio Machado o Federico García Lorca. Las memorias plantean para el lector un viaje de ida y vuelta entre la propia vida y los libros. La experiencia de asumir frente al puritanismo, y como verdad propia, la homosexualidad de su hermano o el carácter hiriente de la madre, iluminan el sentido de su trabajo de biógrafo a la hora de explicarse las personalidades y los contextos estudiados.

Como lector, reconozco que un libro de esta persona “no agradable” tuvo mucha importancia en mi vida. Cuando cayó en las manos de mi adolescencia La represión nacionalista en Granada en 1936 y la muerte de Federico García Lorca, descubrí que vivía en una ciudad llena de silencios, mentiras y olvidos. Escribir poesía y buscarme a mí mismo significó desde entonces indagar en todo lo que había quedado oculto bajo los escombros de la Guerra Civil o bajo las ruinas de cualquier violencia.

Desde la literatura de viajes romántica, hemos soportado la mirada caricaturesca de muchos viajeros que describían a España como una curiosidad salvaje. Está por estudiar la deuda que tenemos con los hispanistas que han vivido España como algo propio y que nos han ayudado a conocernos desde dentro, por ejemplo, desde la terraza de un carmen secreto en Granada.

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