Sobre la esperanza Luis García Montero
Ayuso y las frutas
Isabel Díaz Ayuso ha contestado a Pedro Sánchez, tras referirse al caso protagonizado por su hermano que su propio partido cuestionó, y ha terminado con un “me gusta la fruta”, es decir, llamando de nuevo al Presidente “hijo de puta”.
Ferdinand de Saussure fue un lingüista suizo que a principios de siglo XX diferenció entre el “significado” y el “significante” de las palabras. Explicaba que el significante eran los signos lingüísticos que forman la palabra, morfemas cuando es escrita o fonemas cuando se pronuncia, mientras que el significado es la idea que nos viene a la cabeza con la palabra. De manera que si, por ejemplo, escuchamos o leemos la palabra “casa” nos imaginamos un edificio donde habitan las personas.
Charles Sanders Peirce incorporó un tercer elemento para explicar la comunicación y el análisis lingüístico, y fue el de la “referencia”. La referencia es la realidad que da sentido a los signos que forman las palabras y a su significado con relación al contexto, de manera que una misma palabra puede tener significados diferentes según el marco en el que se utilice. Bajo esa idea, si volvemos a la palabra casa y decimos “el niño juega en casa”, se entiende que está jugando en su hogar, pero si se dice que “un equipo de fútbol juega en casa”, lo que se entiende es que lo hace en el campo de las instalaciones del propio club, no en el hogar de los jugadores.
Ayuso y su equipo pueden pensar que son muy ocurrentes, pero la expresión creada “me gusta la fruta” para ocultar que llamó “hijo de puta” al presidente del Gobierno, y su repetida utilización en diferentes actos y momentos, es tan directa como llamarlo explícitamente “hijo de puta”, lo cual plantea dos cuestiones.
La primera es la utilización del insulto en política, algo que cada vez es más frecuente, dentro y fuera de los Parlamentos. El recurso al insulto, al margen de las consideraciones más elementales sobre la falta de educación, que tanto gusta exigir desde determinadas posiciones conservaras, demuestra la pobreza y la falta de ideas para argumentar de manera razonada sobre lo planteado, y las limitaciones para criticar a la persona en cuestión sin necesidad de llegar a insultarla. Y si el insulto es criticable en cualquier circunstancia, aún lo es más en política, pues la responsabilidad del ejercicio público viene definida por convivir y compartir trabajo y escenarios con quienes piensan de manera diferente, por lo que el respeto en política debe ser un ejemplo de convivencia para la sociedad. No comportarse de ese modo y utilizar insultos también actúa como ejemplo, pero una ejemplaridad negativa que pretende que otras muchas personas (en las instituciones, medios, redes y sociedad) también insulten en busca de su trocito de reconocimiento por parte de los suyos. Y está claro que la insistencia de Ayuso en el uso de “me gusta la fruta” forma parte de esa incitación al insulto y a los ataques que con tanta frecuencia se observan.
Cada vez que Isabel Díaz Ayuso dice o escribe “me gusta la fruta” está utilizando a las “putas” de una sociedad machista en beneficio propio
La segunda cuestión, aún más inaceptable, es utilizar la prostitución y a las mujeres que la ejercen como insulto, reforzando la construcción machista de la prostitución, que atrapa y esclaviza a miles de mujeres para disfrute de los hombres y que estos puedan expresar su sensación de poder a través del sexo. Cada vez que Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, dice o escribe “me gusta la fruta”, está utilizando a las “putas” de una sociedad machista en beneficio propio. Y si ya es terrible la cosificación y sexualización de las mujeres, y su expresión en grado extremo por medio de la prostitución, más terrible es que sean instrumentalizadas por parte de una máxima responsable de la política entre bromas y risas.
En los años 80, la compañía Cofrutos sacó una campaña de publicidad sobre sus zumos con el eslogan “De fruta madre”, y en aquel entonces el organismo de autorregulación publicitaria, “Autocontrol”, retiró los anuncios por su vínculo con el significado dado por la realidad social, y su asociación con la expresión de uso común “de puta madre”.
Como se puede ver, Díaz Ayuso no es nada original en sus ideas, lo sorprendente es que la misma sociedad que hace 40 años era capaz de evitar que una frase que pudiera dar lugar a banalizar un insulto y a la instrumentalización de las mujeres que ejercen la prostitución, hoy aplauda y apoye a una lideresa política que no sólo insulta, sino que también da muestras suficientes de desprecio a las personas más vulnerables de nuestra sociedad.
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Miguel Lorente Acosta es médico y profesor en la Universidad de Granada y fue delegado del Gobierno para la Violencia de Género.
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