Sobre la esperanza Luis García Montero
El efecto llamada y la violencia sexual
La frecuencia con la que la derecha recurre al argumento del “efecto llamada” debe ser consecuencia de su soledad, y de considerar que fuera de sus posiciones no hay ideas ni criterio, y que basta un gesto o un acontecimiento para que la gente acuda como si fueran insectos perdidos en la oscuridad en busca de una bombilla encendida.
Las palabras del Coordinador General del PP, Elías Bendodo, diciendo que la situación que se ha presentado con la Ley Integral de Garantías de la Libertad Sexual puede actuar como un “efecto llamada” para que algunos hombres violen a mujeres, son una irresponsabilidad y demuestran el profundo desconocimiento sobre la violencia sexual y la desconsideración a la sociedad que pretende gobernar. Y lo vemos en una triple referencia.
1. Sobre la violencia sexual
La violencia sexual es una conducta de poder materializada a través del sexo; no es sexualidad, es poder. Hacer creer que la elaboración de dicha conducta se modifica porque en algunos casos ya condenados se pueda reducir la pena, es situar la motivación y circunstancias de la violencia sexual en un contexto irreal, y facilitar la vigencia de los mitos y estereotipos que llevan a la violencia contra las mujeres en todas sus expresiones, y de manera especial a la violencia sexual como parte de una sociedad machista.
2. Sobre los hombres.
Pensar que los hombres son una especie de ilusos con calculadora que van sumando o restando penas para ver si les merece la pena violar o no, demuestra el desconocimiento de la violencia sexual, tal y como hemos indicado, pero también una desconsideración a los hombres, que son presentados sin racionalidad, criterio ni voluntad, capaces de violar sólo porque se reduzca la pena dos años. Posiciones como la suya que tanto presumen de preocuparse por los hombres, y que cuando se habla de violencia de género salen al paso y dicen que se criminaliza a todos los hombres, son las que presentan a todos los hombres como violadores al hacer entender que su criterio para llevar a cabo la agresión sexual depende de algo tan secundario como la reducción de una pena.
Sólo se tienen en cuenta las consecuencias que la violencia sexual pueda tener para los agresores, no el trauma que produce una violación en la mujer que la sufre
3. Sobre las mujeres.
Pero si hay una desconsideración manifiesta en sus palabras es hacia las mujeres, a las que presenta como objetos disponibles para la satisfacción de los hombres y cuya vida no importa nada. Según se deduce de sus manifestaciones, las mujeres no importan en absoluto, hasta el punto de que cualquier hombre puede violarlas al ver que las penas son menores. Con ese planteamiento Elías Bendodo da a entender que sólo se tienen en cuenta las consecuencias que la violencia sexual pueda tener para los agresores, no el trauma que produce una violación en la mujer que la sufre, ni el significado de la violencia sexual en la sociedad que cosifica y sexualiza a las mujeres.
Sus palabras reflejan muy bien esa realidad machista demostrada, por ejemplo, en los trabajos de Sarah Edwards, de la Universidad de Dakota del Norte, en los que se muestra cómo el 31,7% de los estudiantes universitarios estaría dispuesto a mantener una relación sexual en contra de la voluntad de la estudiante de la universidad que ellos decidieran, si les garantizaran que no iban a ser descubiertos. Una situación que refleja que no les importan nada las consecuencias que dicha violación pueda tener sobre las mujeres, tan sólo su situación personal. Ahora habrá que incluir en la pregunta “si estaría dispuesto a violar a una compañera si la garantizan que no iban a ser descubiertos, o si le bajan la pena dos años”.
En política no todo vale, y si el PP no ha apoyado la Ley Integral de Garantías de la Libertad Sexual, como no apoyó la Ley Integral contra la Violencia de Género que presentó el PSOE en septiembre de 2002, no ha sido por esa posible reducción de la pena en algunos casos, sino porque está en contra de que la violencia sexual se considere parte de la violencia de género que sufren las mujeres en una sociedad machista, que lleva a que un líder de la oposición juegue con su significado desconsiderando a hombres y mujeres bajo la idea del “efecto llamada”.
La responsabilidad de un partido de oposición con opciones de gobierno no es ganar unas elecciones, sino contribuir a hacer país desde donde esté, gobierno u oposición. Y para ello debe hacer sociedad sobre la base de la convivencia y entender que esta se lleva a cabo dentro de la pluralidad que la caracteriza, lo cual significa trabajar por la igualdad y corregir la desigualdad y sus consecuencias, entre ellas la violencia de género y la violencia sexual.
El único efecto llamada que perciben los hombres que deciden violar es comprobar que las motivaciones, mitos, estereotipos, justificaciones… que crea una sociedad androcéntrica siguen vigentes.
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Miguel Lorente Acosta es médico y profesor en la Universidad de Granada y fue delegado del Gobierno para la Violencia de Género.
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