El síndrome "preaborto"

Lo que han demostrado la derecha y la ultraderecha con su iniciativa sobre el “síndrome postaborto”, que no existe, es la existencia del “síndrome preaborto”, que no es otro que la ideología conservadora y machista que no acepta que las mujeres puedan decidir llevar a cabo la interrupción de un embarazo no deseado.

Al machismo cultural de la derecha no le preocupa lo que pasa después de un aborto, y menos aún lo que ocurre con las mujeres que abortan, a las cuales se han referido como asesinas, pecadoras, feminazis… y otras referencias por el estilo. Si de verdad les importaran las mujeres en esas circunstancias, significaría reconocer que les importan las circunstancias que dan lugar a que toda esa situación relacionada con el aborto se pueda producir, algo de lo que no quieren ni oír hablar. Por eso rehúyen de todo lo que sea plantear cualquier iniciativa sobre educación sexual y reproductiva, y de cualquier actuación que ayude a prevenir los embarazos no deseados. La solución que proponen desde algunas de sus posiciones es la abstinencia sexual, la cual ya se ha visto fracasar a lo largo de toda la historia.

Con su actitud, lo que demuestran la derecha y ultraderecha es que no les importa la vida. La vida es mucho más que la constancia de estar vivo y, si tanto les preocupara, les importaría la de las mujeres con un embarazo no deseado, y les importarían los miles de embriones que hay congelados en clínicas de fertilidad, algunas de las más importantes en sus feudos de Madrid y Valencia, ante las que no dicen nada.

Según los datos de la Sociedad Española de Fertilidad, en España hay unos 668.000 embriones congelados en bancos de conservación, de los cuales aproximadamente un 12% se consideran “abandonados” porque sus donantes dejaron de pagar la crioconservación, un 17-18% se dedicarán a investigación, y otro 18% serán destruidos por petición de sus “propietarios”. Es decir, cientos de miles de embriones nunca llegarán a ser implantados en un útero, sin que reclamen nada frente a esas “vidas”.

Lo que les importa no es la “vida” de los embriones, sino que las mujeres puedan tomar la decisión de interrumpir el embarazo. Por eso sus ataques y críticas no van hacia cualquier vida embrionaria, sino solo a las que se encuentran en el útero de una mujer, y por ello tratan de presentar una decisión tan trascendente y difícil –como relatan las propias mujeres al referirse a la interrupción del embarazo– como un juego o un método anticonceptivo más, o inventan ahora el “síndrome postaborto” para asustarlas con argumentos clínicos, no sólo con la estigmatización social al llamarlas asesinas y malas mujeres.

Los estudios científicos demuestran que el “síndrome postaborto” no existe, y que los problemas de salud mental en las mujeres que abortan son similares a los de las mujeres que no abortan, y que en ambas situaciones están relacionados con los antecedentes de problemas de salud mental previos al embarazo y aborto, tal y como recogió hace años el informe de la Academia de Red de Colegios de Medicina del Reino Unido (2011).

Mientras que intentan coaccionar a las mujeres tras su decisión, conviven con las circunstancias que dan lugar a los embarazos no deseados sin hacer nada contra ellas

Lo que sí demuestra la estrategia del “síndrome postaborto” de la derecha y ultraderecha, según hemos adelantado, es la existencia del “síndrome preaborto”. Por eso, mientras que intentan coaccionar a las mujeres tras su decisión, conviven con las circunstancias que dan lugar a los embarazos no deseados sin hacer nada contra ellas. Y por la misma razón, mientras dicen actuar en “defensa de la vida”, tampoco hacen nada sobre los embriones congelados que tantos beneficios económicos reparten.

Todo es un paso más en su estrategia de refundación machista, ante una realidad social que se le escapa de las manos conforme la transformación social, impulsada por el feminismo y las políticas de igualdad, ha ido poniendo de manifiesto las mentiras sobre las que se sustenta su modelo de sociedad, en el que la maternidad era el argumento fundamental para que las mujeres estuvieran donde, según ellos, tenían que estar: el hogar. Y mientras, los hombres han ocupado las posiciones de poder decidiéndolo todo, también si un embarazo no deseado se podía interrumpir o no.

No es casualidad que la invención del “síndrome postaborto” coincida con la reivindicación de la figura de las mujeres-esposas-madres tradicionales volcadas en el cuidado de sus maridos e hijos sin salir del “reino del hogar”, tal y como revindican las influencers denominadas trad-wives (“esposas tradicionales”). Quizás olvidan que la sociedad no está dispuesta a retroceder ante los derechos alcanzados, es cierto que un gobernante siempre podrá imponer sus leyes a través de los instrumentos existentes cuando lo que busca es someter a la sociedad a su modelo de convivencia, ideas y valores, como ha hecho DJ Trump en Estados Unidos con el aborto, pero no debemos olvidar lo que le ocurrió a Ruiz-Gallardón en España cuando intentó derogar la actual “Ley de Salud Sexual y Reproductiva y de la Interrupción Voluntaria del Embarazo”, y el derogado fue él.

Lo que sí ha demostrado la ciencia que produce problemas de salud mental en las mujeres que han abortado, según el informe citado de la Red de Colegios de Médicos del Reino Unido, es la presión que sufren las mujeres por parte de sus parejas (hombres) para que aborten, la actitud social e institucional contra el aborto y las críticas y ataques contra las mujeres que interrumpen el embarazo. Justo lo que hacen la derecha y ultraderecha con su “síndrome preaborto” ideológico, que no es otra cosa que su machismo cultural.

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Miguel Lorente Acosta es médico y profesor en la Universidad de Granada y fue Delegado del Gobierno para la Violencia de Género.

Lo que han demostrado la derecha y la ultraderecha con su iniciativa sobre el “síndrome postaborto”, que no existe, es la existencia del “síndrome preaborto”, que no es otro que la ideología conservadora y machista que no acepta que las mujeres puedan decidir llevar a cabo la interrupción de un embarazo no deseado.

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