A los 1,4 millones de personas que levantan nuestras viviendas

En mi día a día como Ministra de Vivienda y Agenda Urbana, tengo muy presentes a los 1,4 millones de trabajadores y trabajadoras que con su esfuerzo y dedicación levantan nuestras viviendas. Unas personas que desempeñan un trabajo imprescindible, pero que en ocasiones no reciben el reconocimiento social que merecen. Por eso quiero aprovechar este Primero de Mayo para hablar de ellos.

Me dirijo a albañiles, encofradoras, peones, electricistas, fontaneras, soldadores, operadores de maquinaria, jefas de obra, arquitectas técnicas, aparejadoras, ingenieros, pintoras y tantos otros oficios esenciales que hacen posible que nuestras ciudades y pueblos sigan creciendo. También a ese 20% de trabajadores migrantes, hombres y mujeres que vinieron de otros países y que hoy sostienen, con su esfuerzo diario, una parte fundamental de nuestra economía. De poner cimientos, a serlo. 

El sector arrastra profundas heridas desde la crisis de 2008. Los trabajadores de la construcción, junto con las familias desahuciadas, encarnaron las heridas más profundas de aquella época. Un sector que perdió la mitad de su empleo y ha mantenido modelos de trabajo a pie de obra, muy duros y sacrificados que, aún hoy, registran niveles inaceptables de siniestralidad laboral. No extraña que sea un sector poco atractivo para la generación joven —menos del 9% de los trabajadores tiene menos de 30 años—, y para las mujeres trabajadoras —que representan el 11,4% en total y apenas un 6% trabajando a pie de obra—.

Reconocer el esfuerzo de quienes trabajan en la construcción es fundamental, pero aún más lo es transformar su realidad

Reconocer el esfuerzo de quienes trabajan en la construcción es fundamental, pero aún más lo es transformar su realidad. Desde mi responsabilidad como Ministra de Vivienda y Agenda Urbana, tengo la oportunidad de hacerlo, uniendo dos derechos constitucionales que deben avanzar de la mano: el derecho a una vivienda y a un empleo digno. 

Dos derechos que, con demasiada frecuencia, han avanzado por separado, cuando no uno a costa del otro. Lo sé bien: mi padre trabajó en la obra, a la intemperie, soportando las heladas de mi tierra y los veranos abrasadores. No puede hablarse de vivienda digna si quienes la construyen no tienen empleo digno. Y no puede hablarse de trabajo digno si los salarios no alcanzan para pagar una vivienda. Por eso, nuestro compromiso es claro: más vivienda asequible, con mejores empleos.

Un compromiso que se materializa en nuestra apuesta por el PERTE de la Industrialización de la Vivienda, que movilizará más de 1.300 millones de euros para potenciar una red de fábricas de construcción industrializada en todo el territorio, capaces de producir vivienda asequible de forma más rápida, sostenible y eficiente. Una política industrial al servicio del derecho a la vivienda, que impulsa la modernización del sector a través de la robotización, la digitalización de procesos y la industria 4.0.  

Con la construcción industrializada ganamos en todo: en velocidad, para dotarnos, cuanto antes, del parque público de vivienda permanente que el país necesita; en calidad y sostenibilidad, para construir dentro de los límites del planeta. Pero, sobre todo, ganamos en empleo digno: porque industrializar es trasladar el trabajo a entornos más seguros, en fábrica y no a pie de obra, con empleos estables, mejor formación y condiciones laborales a la altura de quienes levantan nuestros pueblos y ciudades.

Cada Primero de Mayo, día internacional de los trabajadores y las trabajadoras, hay que recordar que los derechos laborales no son una concesión sino una conquista, fruto de la lucha colectiva, el movimiento obrero y el compromiso de organizaciones sindicales y políticas, como la UGT, CCOO o mi partido, el Partido Socialista Obrero Español. 

Como recordó el Presidente del Gobierno al presentar el PERTE de Vivienda Industrializada, debemos mucho a aquellos trabajadores y trabajadoras de la paleta, ejemplo de profesionalidad y dignidad en uno de los oficios más duros, sacrificados y exigentes, que levantaron, con sus manos, la España que hoy conocemos. En este Primero de Mayo, el mensaje es claro: no se puede construir un país justo solo levantando más viviendas, sino también garantizando mejores condiciones laborales para quienes las hacen posibles.

Con el PERTE, la clase trabajadora tiene hoy la oportunidad de construir, con dignidad, viviendas públicas hechas por y para ellos. Así, el derecho a una vivienda digna y a un trabajo digno caminarán, por fin, juntos. Viva el Primero de Mayo.

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Isabel Rodríguez es Ministra de Vivienda y Agenda Urbana.

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