Plaza Pública

Y ahora le toca a Irán

Teresa Aranguren

Esa imagen de Benjamín Netaniahu destapando paneles con el aire resolutivo de un vendedor de electrodomésticos, “tachán y aquí la tiene ustedes, la superlavadora…”, produce algo parecido a la vergüenza ajena si no fuese porque en esta obscena representación no hay cabida para la estética, menos aún para la ética, y porque la experiencia nos dice que por muy burdo que sea el truco, por muy evidente que sea el engaño, truco y engaño funcionarán si se ha decidido que funcionen.

Esa imagen de Benjamín Netaniahu recorriendo con gesto triunfal el escenario del show, irremediablemente remite a otra de hace quince años: el secretario de Estado estadounidense, Colin Powell, enarbolando ante las cámaras un frasquito que, según él, contenía el gas tóxico de las supuestas armas de destrucción masiva que Saddam Hussein supuestamente escondía en supuestos depósitos móviles a lo largo y lo ancho del desierto iraquí. La escena tenía lugar en los mismos días en los que aún se podía escuchar, después sería convenientemente silenciado y desprestigiado, al ex jefe del equipo de inspectores de la ONU en Irak, Scott Ritter, declarar ante quien quisiera oírle que no eran muchos, que el arsenal militar iraquí había sido totalmente desmantelado en los años noventa, que el país carecía de capacidad para producir las famosas armas de destrucción masiva y que la acusación de su gobierno carecía de fundamento. Aún así, y salvo honrosas excepciones- nuestro añorado compañero Ricardo Ortega fue una de las más valientes- el tema estrella en los medios de comunicación, durante aquellos meses previos a la invasión, no fue la más que probable manipulación de los informes de la CIA y la consistencia o no de la acusación estadounidense contra Irak , sino cuándo conseguirían los inspectores de la ONUencontrar la prueba de dicha acusación: las armas de destrucción masiva ( ADM) que nunca se hallaron porque nunca existieron.

En realidad ya se sabía, si uno quería saber, que la decisión de invadir Irak estaba tomada de antemano, al margen del argumento-excusa de las ADM, en el marco de la teoría de la guerra preventiva que, tras el 11S, el núcleo duro de Washington –Wolfowitz, Rumsfeld,Abrams, Kagan, Cheney y alguno más– había convertido en eje de la política exterior estadounidense. En aquel año 2003, al mismo tiempo que se preparaba el escenario y la maquinaria militar para invadir Irak , se desató una crisis con Corea del Norte muy similar a la de estos días; el régimen de Piongyang que también entonces hacía alarde de poderío nuclear, amagó con romper el armisticio de 1953 en respuesta a una supuesta amenaza de ataque preventivo por parte de EEUU. La crisis se resolvió sin llegar a mayores, con despliegue de palabras, diplomacia y compromisos de no agresión. Mientras, los preparativos para atacar Irak continuaron inexorables. Tengo el convencimiento de que Irak no fue invadido porque hubiese dudas sobre su posesión de armas de destrucción masiva sino porque se sabía que no las tenía. O más exactamente, quienes en Washington habían decidido atacar, lo sabían. A diferencia de Corea, Irak era atacable porque no tenía capacidad de respuesta ni medios para conseguirla, tras más de una década de bloqueo era extremadamente vulnerable. De donde se desprende un claro mensaje: si no quieres que te destruyan  preventivamente, ármate preventivamente. Y si es con armas nucleares mejor.

Quince años después de aquel crimen –la invasión de Irak debería figurar entre los grandes crímenes de la Historia– vemos cómo la pareja de hecho que forman Trump y Netaniahu, está intentando reproducir un escenario muy similar al que condujo a la destrucción del país árabe y su catastrófico legado en toda la zona, aunque el objetivo ahora sea otro, Irán.

La publicitada exhibición del primer ministro israelí destapando uno a uno los lotes del arsenal de vídeos y documentos encontrados en un viejo almacén de Teherán por el Mossad, por cierto ¿qué hacía el Mossad paseando por Teherán?, tiene algo de espectáculo de magia y, como en la magia, el truco está en llevar la atención del público hacia donde te interesa, de modo que vea sólo lo que quieres que vea y no mire hacia donde no quieres que mire: por ejemplo, a los tiradores de elite del ejército israelí ejercitándose en el “tiro al palestino” cada viernes en la frontera de Gaza o los varios ataques del ejército israelí , el más reciente a mediados de abril, en territorio sirio o la sucesión de casos de corrupción que afectan al Primer Ministro y a varios miembros de su gobierno. O que el objetivo del show es preparar el escenario para la eliminación de Irán como hace quince años se hizo con Irak.

Se sabe que todo ese supuesto hallazgo del Mossad no es sino una recopilación de viejos y ya conocidos documentos, casi todos del 2003, sí el año de la invasión de Irak, cuando el gobierno iraní dio luz verde a los estudios y planes para dotarse de armamento nuclear, lo cual no es demasiado extraño si se tiene en cuenta aquello de “cuando las barbas de tu vecino veas cortar…y  lo que ejércitos occidentales estaban haciendo entonces en el vecino Irak. En realidad son precisamente esos planes los que quedaron anulados en virtud del acuerdo alcanzado en 2015 entre Irán de una parte y Estados Unidos, Rusia, China, Reino Unido, Francia y Alemania de otra.

Hasta el momento, el único gobierno que ha saludado efusivamente el supuesto hallazgo del Mossad, es el de EEUU, faltaría más; el resto, incluidos los aliados, se ha mantenido en un discreto y distante “lo estudiaremos”. Todos los informes de la Agencia Internacional de la Energía Atómica señalan que Irán está cumpliendo sus compromisos, pero al actual presidente estadounidense, Donald Trump, el acuerdo le parece “horrible”, no sabemos si porque lo firmó su antecesor Barak Obama o porque su gran amigo Benjamín Netaniahu se lo susurra todos los días a la oreja, el caso es que está decidido a retirar a Estados Unidos del pacto. Lo hará, anuncia, el próximo 10 de Mayo.

Diputados iraníes queman la bandera de EEUU en el Parlamento al grito de "¡Muerte a EEUU!"

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El numerito del Sr Netaniahu al que sólo faltó un repique de tambores para anunciar la traca final  del “he aquí la prueba acusatoria contra Irán”, es poco más que un burdo montaje diseñado para facilitar la decisión de Donald Trump- ¿de Donald Trump o de Netaniahu via Donald Trump?- de romper el acuerdo . Y romper un acuerdo como este es asestar un golpe letal al papel de la diplomacia y la negociación como alternativa civilizada a las opciones militares y a las guerras. ¿Pero quién dice que a todo el mundo le interesan las opciones pacíficas y no las militares?

Hace quince años un escenario de mentiras, manipulación y burda propaganda se puso al servicio de la guerra y la destrucción de un país. La invasión de Irak sembró la semilla del caos y el terror en todo el Oriente Próximo. Pero tuvo sus beneficiarios. Me temo que son los mismos que preparan ahora un escenario similar contra Irán. ______________

Teresa Aranguren es periodista especializada en Oriente Próximo.

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