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La Atención Primaria que necesitamos

Marciano Sánchez Bayle

La Sanidad Pública, e incluida en ella la Atención Primaria (AP), vive momentos críticos en nuestro país, lo que está motivando numerosas movilizaciones con una participación masiva de la población. La AP española ha sido, y continúa siendo, un referente a nivel internacional, aunque pasa por una situación extrema. La AP favorece la equidad, ya que es un sistema inclusivo que atiende a las personas de acuerdo a sus necesidades y problemas de salud sin tener en cuenta sus circunstancias culturales, sociales o económicas. Conviene recordar que en España no existe ningún copago para el acceso a la AP (situación poco frecuente en la UE y en el mundo) y, a la vez, puede solucionar entre el 80 y el 90% de los problemas de salud de la población, siendo especialmente importante para el seguimiento de los enfermos crónicos y pluripatológicos, porque tiene una gran capacidad resolutiva.

La AP permite garantizar la continuidad y longitudinalidad de la atención sanitaria. Se establece una relación de confianza mutua entre el paciente y el profesional que realiza el seguimiento de sus problemas de salud a lo largo del tiempo y de su vida. La longitudinalidad ha demostrado ser beneficiosa en términos de mortalidad y morbilidad, disminuyendo los ingresos hospitalarios y las utilizaciones innecesarias de los servicios de urgencias. Otro de sus valores fundamentales es la accesibilidad, cualidad innata a la AP, que posibilita que los distintos problemas de salud reciban la asistencia sanitaria necesaria y adecuada en el momento oportuno, y con las mínimas barreras posibles. 

Asimismo, la AP adecúa la atención sanitaria a las condiciones sociales y personales de los individuos y sus familias, y desarrolla actividades comunitarias, entre ellas las de prevención de las enfermedades y promoción de la salud, interviniendo sobre las personas y sobre los determinantes de salud. Sin olvidar su principal activo, que son los profesionales, sanitarios y no sanitarios, que con su compromiso, voluntad y esfuerzo mantienen vivo este recurso fundamental para el Estado de bienestar de la ciudadanía. La AP española ha sido considerada por la Organización Mundial de la Salud como un modelo de éxito, por su capacidad resolutiva y su eficiencia. Por otro lado, es fundamental para mantener la cohesión social e interterritorial, y como un mecanismo para corregir las desigualdades.

Entre todos y todas tenemos que hacerles rectificar, porque necesitamos una AP que sea el eje vertebrador del sistema sanitario y la base de su buen funcionamiento, porque sin una buena AP y una buena Sanidad Pública nuestra salud está en peligro

Pese a lo dicho anteriormente, la AP española tiene serios problemas que podrían resumirse en una crónica desfinanciación, ya que recibe en torno a un 14% del presupuesto sanitario público, y es precisamente el nivel asistencial el apartado que más daño sufrió con los recortes de la crisis de 2008, y el que más tardó en recuperarse. Esta falta de recursos se traslada a una falta de profesionales, especialmente de Enfermería, lo que genera una elevada presión asistencial y la postergación de las labores de prevención y promoción, que son frecuentemente abandonadas por unos profesionales saturados por la demanda (el 38% de los médicos de medicina de familia tenían asignadas más de 1.500 tarjetas sanitarias y el 2,49% más de 2.000).

Los graves problemas de accesibilidad se concretan en unas demoras inaceptables para la atención: de acuerdo con el Barómetro Sanitario, en 2022 un 85,6% de las personas que pedían una cita con medicina de familia la obtenían con más de dos días de demora, y el 55,7% con más de siete, siendo el retraso medio de 8,08 días. Asimismo, nada menos que el 21,30% de las personas que tenían un verdadero problema de salud no lograron consultar con su profesional de medicina de familia, mientras que un porcentaje elevado de las consultas eran telefónicas, que no son aceptadas por la población (el 33,7% del total y el 52,5% de los mayores de 65 años opinan que todas las consultas deberían ser presenciales) y presentan serios problemas a la hora de realizar un diagnóstico adecuado; de hecho, ya existen estudios que demuestran que retrasan los diagnósticos.  

Para empeorar las cosas, la privatización está llegando a la AP en lugares como Andalucía, donde se pretende subcontratar las consultas a empresas privadas. Todos estos problemas han producido un fuerte rechazo social y profesional que ha cristalizado en numerosas movilizaciones por todo el país, ya que la población es consciente de que tenemos un buen modelo de AP que tiene muchos problemas por la desidia de las administraciones sanitarias. Entre todos y todas tenemos que hacerles rectificar, porque necesitamos una AP que sea el eje vertebrador del sistema sanitario y la base de su buen funcionamiento, porque sin una buena AP y una buena Sanidad Pública nuestra salud está en peligro.

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 Marciano Sánchez Bayle es portavoz de la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública y patrono de la Fundación Alternativas.

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