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De un enfurruñado a ciertos protagonistas de la Transición

Ángel Viviente Core

En estos últimos días han llegado a mis manos artículos de opinión de algunos de los que participaron, de una u otra forma, en nuestra Transición, y he podido comprobar que, así como uno de ellos dice que «más sabe el diablo por viejo que por diablo», en mi opinión lo que subyace en ellos es la mirada de superioridad de los que creen que la edad otorga, al que la tiene, una especie de «don divino» que te coloca por encima de los más jóvenes, cuando, en mi opinión, lo que estas personas deberían hacer es echar un paso para atrás y dejar paso a los que no están «contaminados» por ese pasado franquista, del que todos los de esa época tenemos algo grabado a fuego en alguna parte de nuestros cerebros. Lógico es respetar y reconocer la sabiduría de la gente mayor, pero también estos deberían aceptar el saber de los que vienen detrás y unos y otros reconocer las posibilidades del error.

Inició el debate Ignacio Sánchez-Cuenca, alguien más joven que a los que me refiero y que vivió esa Transición todavía a una edad muy temprana, en un artículo, El síndrome Ramón Tamames, en el que expone que algunos de los llamados "padres de la Transición" han tenido una evolución a posiciones crecientemente conservadoras y en algún caso abiertamente reaccionarias.

No puedo sino mostrar mi total acuerdo con esta opinión y, si no, veamos el caso de la persona a la que va referido dicho artículo que a algunos ha dejado estupefactos. Hablan estos padres de la Transición como de una época dorada frente a la deriva que ven en las izquierdas en la actualidad, sin referirse en ningún momento a que la derecha no ha tenido tal deriva, porque permanecen en las mismas posiciones que siempre mantuvieron en defensa de lo que ellos consideran "valores eternos de la patria".

El tema es que algunos de estos antiguos protagonistas de la lucha antifranquista han tomado como suya una parte importante del discurso de estos.

La Transición se hizo como se hizo porque no había otra, amenazados por las armas en los cuarteles, prestas a ser usadas de nuevo contra los mismos que fueron atacados cuarenta años antes. Y de esos polvos vienen ahora estos lodos.

No se discutió ni se puso en duda un Estado monárquico, como así lo quiso el dictador, ni se pusieron en tela de juicio todos los crímenes ni a los criminales que los cometieron, dejando en el olvido a los miles y miles de cuerpos que reposan en fosas. Y lo peor es que esos planteamientos siguen firmes cuarenta años después de esa Transición, durante un tiempo en que sí se daban las condiciones para repensarla y, como pueblo más desarrollado, pudieran ponerse en cuestión aspectos muy mejorables de esa Constitución.

Sin embargo, sí que ven con escándalo la búsqueda de posibles vías de convivencia asumiendo la realidad de otras nacionalidades cuando, incluso durante aquel periodo, esas derechas echaron mano de ellos cuando les interesaba, negociando incluso con ETA (en sus etapas más duras), o con los independentistas catalanes. Ven con escándalo la existencia de un Gobierno «ilegítimo» por pactar con opciones que obtuvieron millones de votos en unas elecciones libres y cuyos votos son tan válidos como los de ellos.

El artículo del señor Tamames El sentido de la moción de censura es muestra de lo dicho anteriormente, sobre los «viejos sabios» que se creen que la edad les confiere valores que los demás no tienen. Habla de un Ejecutivo con una coalición antitética en sus términos. A un acuerdo entre fuerzas parlamentarias lo denomina así, olvidando lo que el juego parlamentario y democrático significa. Tal vez debería pensar si no es antitética su posición en representación de una opción añorante no ya de la Transición, sino de una dictadura contra la que él luchó durante muchos años.

No, señor Tamames, no es morbo, como usted dice en su artículo, por presenciar una moción de censura, el morbo lo da su sola presencia en ella. El morbo es la imagen que a muchos confiere su actitud, que sería la de una persona a la que se le está yendo la cabeza a alguna parte y que quiere salir en los papeles, cuando ya todos le teníamos olvidado.

Habla de Historia lamentable de este Gobierno cuando se refiere a la Ley de Memoria Democrática, tan necesaria para intentar dar un paso más para salir del agujero en que esa Transición nos dejó. ¿Le preocupa al señor Tamames que salgan a la luz los asesinatos de muchos de los que en aquella época eran sus compañeros de partido? ¿Le preocupa que se abran e identifiquen a los que están enterrados en las fosas?

Y para remate habla de otros padres de la Transición, González y Guerra, coetáneos suyos y en deriva parecida, como apoyo a sus planteamientos. Sí, son varios como usted, como dice Sánchez-Cuenca.

Y acabo con el artículo del día 13 de marzo del señor Cebrián, otro en la lista de los que dan lecciones, basándose en su experiencia y conocimiento dada su edad, Los refunfuñones de la Transición, se llama.

¿No fue la Transición un acuerdo pasado por la amenaza de las armas y en el que la izquierda no tuvo más opción que aceptar unas normas impuestas por los vencedores de esa guerra?

Aquí habla del cabreo continuo de las ministras de Podemos, partido que basó su éxito electoral en «el enfado cósmico de sus dirigentes contra todos los que no pensaran como ellos». Más bien, lo que molesta es el enfado de esta gente contra el estado de las cosas en esta época postTransición. ¿No puede entender el señor Cebrián que ese éxito electoral fue debido a lo recogido tras el 15M, con una juventud, y no tanto, de gente que quería cambiar las cosas? Podemos recogió un estado de ánimo y si no fuera así no hubieran sacado más de cinco millones de votos. ¿Desprecia el señor Cebrián a todos esos votantes? ¿Los considera ineptos, descerebrados o inmaduros? La verdad está, según parece decir, en los sesudos pensadores de la Transición que, ya envejecidos, se han ido a posiciones muy conservadoras.

Habla de que estas ministras gritan al prójimo. ¿Por qué no critica los insultos, descalificaciones y ataques de los grupos de la oposición de ultraderecha o cercanos a ella que son los que han emponzoñado la vida política? Ellos no gritan, no insultan. A esos no les critica.

Dice que la Transición fue una reconciliación entre vencedores y vencidos. ¿De verdad se lo cree? ¿No fue la Transición un acuerdo pasado por la amenaza de las armas y en el que la izquierda no tuvo más opción que aceptar unas normas impuestas por los vencedores de esa guerra? Habla de la deriva de este Gobierno. Evidentemente en el gobierno es imposible no cometer errores, pero ¿de qué deriva estamos hablando? De las leyes que este Gobierno ha sacado adelante, en una cantidad no superada por ningún Gobierno de la democracia, para mantenerse en el poder, dice. ¿No han ayudado estas leyes a una mejor convivencia, a un mejor estado de las clases más desfavorecidas? Y repito, también con errores.

El salario mínimo, las pensiones, el trabajo a distancia, los ERE´s, memoria democrática, protección de la infancia, derechos de los animales, cambo climático, eutanasia, paridad, ley trans, la desactivación del independentismo en Cataluña, etc. El deber de un Ejecutivo es proponer leyes al legislativo. ¿Ha comparado el señor Cebrián cuál ha sido la deriva de gobiernos anteriores, ahora oposición, en esta materia? Aquello sí que fue deriva.

Y además hablan de este Gobierno como el de la corrupción. ¿Qué datos maneja el señor Cebrián? ¿Dónde ha estado mayormente la corrupción? ¿Cuántas son las causas abiertas en los juzgados a unos y otros? De esto no dice nada: en el pasado, con gobiernos de la derecha, los casos se multiplicaron. ¿Se rasgaron de la misma forma las vestiduras?

La realidad es que odian ver a gentes que no tienen su elevado nivel de «gente de bien» en su Congreso. Esos tipos con rastas que no tienen ni idea de política, como ellos. Gentes que vienen de un 15M que lo que hizo fue sacar a la luz sus vergüenzas.

La realidad es que a este señor, como a otros como él, González, Tamames, etc, lo que en realidad les hubiera gustado es que la parte más a la derecha del PSOE, apresada por sus barones, hubiera pactado con la derecha de toda la vida en, ese sí, un Gobierno Frankenstein PSOE/PP con el apoyo de la ultraderecha y que hubiese defendido mucho mejor los intereses de la banca y el capital. Están rabiosos de que se formase este gobierno socialcomunista al que quieren presentar como ilegítimo.

Pero, mal que les pese, tienen para rato, y mejor vayan intentando estos sabios escuchar y saber lo que dice esa gente joven que les está pasando por encima.

A lo mejor aprenden algo.

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Ángel Viviente Core es coordinador general de Convocatoria Cívica.

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