¿Se extenderá la tendencia de la izquierda a Brasil?

Leonie Friedrich

Desde la toma de posesión de Jair Bolsonaro, del Partido Liberal (PL), como presidente de Brasil, el uno de enero de 2019, el país ha estado en el centro de atención de la política internacional repetidamente. Su primer mandato ha llegado a su fin, y Brasil se encuentra en medio de la campaña electoral para decidir si el 38º presidente renovará su cargo otros cuatro años. En la primera vuelta, el pasado dos de octubre, Luiz Inácio Lula da Silva, del Partido dos Trabalhadores (PT), no obtuvo la mayoría absoluta por un estrecho margen (48,4%). No obstante, Bolsonaro ganó más votos de lo esperado (43,2%). La segunda vuelta del próximo día 30 mostrará quién gana la carrera.

Brasil, que alberga innumerables selvas tropicales, ha sufrido enormemente las políticas del todavía presidente, como los numerosos proyectos de deforestación que dieron lugar a talas indiscriminadas en el Amazonas

Después de un año con elecciones en Chile, Colombia y Costa Rica, es el turno de Brasil, un país con una influencia clave en la geopolítica de la región. Siendo el mayor actor económico de América Latina, tiene un ascendiente considerable en todo el planeta. Brasil se ha enfrentado a tiempos difíciles tras los estragos de la pandemia, los graves efectos de la guerra en Ucrania o los desafíos medioambientales, que han marcado la presidencia de Bolsonaro.

Otro factor que ha sido central durante estos años es la negación de Bolsonaro del cambio climático. Los incendios forestales y la sedimentación de los ríos, que se han convertido en graves problemas para el medioambiente brasileño en los últimos años y están estrechamente relacionados con el cambio climático, parecen ser hábilmente ignorados por Bolsonaro.

Brasil, que alberga innumerables selvas tropicales, ha sufrido enormemente las políticas del todavía presidente, como los numerosos proyectos de deforestación que dieron lugar a talas indiscriminadas en el Amazonas. Bolsonaro, conocido por su hostilidad a los derechos humanos, no solo ha llamado “criminales” a los pueblos indígenas, sino que ha promovido con fuerza su erradicación. En 2019, el Colectivo de Defensa de los Derechos Humanos (CADHu) y la Comisión Arns encontraron evidencias que acusan al mandatario de ultraderecha de genocidio contra los nativos, vinculando sus actuaciones a la deforestación en curso en amplias zonas del Amazonas.

Mirando hacia atrás en los dos últimos años, varias acciones políticas de Bolsonaro han sido duramente criticadas. Los efectos a corto y largo plazo de su forma de gestionar la pandemia no solo se notan en el sector sanitario, sino también en las áreas social y económica. Su ignorancia y manejo provocaron un gran descontento entre la población brasileña. El hecho de que ignorara la pandemia la mayor parte del tiempo, calificándola de “una gripe más”, puso enormes trabas a las políticas de control del virus. Muchos brasileños se sintieron abandonados por la inacción del Gobierno.

Uno de los retos más recientes para Brasil ha sido la repercusión de la invasión rusa en Ucrania. Especialmente, el sector agrícola ha experimentado graves desafíos como consecuencia de la guerra. Debido al aumento de los precios, no solo la importación, sino también la exportación y la producción se ven fuertemente afectadas. Mientras Lula da Silva acusa a Zelensky de ser tan responsable como Putin del estallido de la guerra, el Gobierno de Bolsonaro se ha posicionado de forma bastante incoherente.  Por un lado, Brasil condenó a Rusia en la última Asamblea General de la ONU en marzo, pero por otro sigue participando en las reuniones de los BRICS y no se ha adherido a las sanciones occidentales contra Rusia. Este comportamiento contradictorio se debe, en gran medida, a la dependencia de Brasil de las exportaciones agrícolas rusas (trigo o fertilizantes). Además, justifica la continua deforestación de las selvas con la guerra, debido a las limitaciones de potasio y al aumento de los precios. 

La presidencia de Bolsonaro se ha caracterizado fuertemente por los cambios en las relaciones bilaterales con EEUU. Cuando asumió el cargo, decidió dar la espalda al multilateralismo para revertir los acuerdos previamente establecidos. Con Trump en la Casa Blanca, los fuertes lazos entre ambas potencias eran visibles, ya que ambos mandatarios compartían una visión similar en distintos sectores. No solo tenían enfoques muy parecidos en temas como los derechos civiles o el cambio climático, sino también respecto a la política exterior. En este sentido, no es de extrañar que Bolsonaro fuera percibido como un émulo del ex presidente estadounidense, llegando a ser conocido como el "Trump del Trópico".

Sin embargo, el brasileño tuvo que aprender que esa aparente cercanía tenía sus límites, y una serie de desplantes de Trump fueron encajados como puñaladas por la espalda que cuestionaban su lealtad. No obstante, Bolsonaro esperaba la reelección del republicano que, de alguna manera, eclipsaba sus comportamientos antidemocráticos; pero la llegada de Biden ha cambiado por completo el panorama, apuntando a la tala ilegal del carioca como uno de los asuntos más candentes y amenazándole con graves consecuencias económicas.

Cuando asumió el cargo, decidió dar la espalda al multilateralismo para revertir los acuerdos previamente establecidos

Sergio Moro, exministro de Justicia, fue candidato a la presidencia hasta marzo, y João Doria, gobernador de São Paulo, terminó su campaña en mayo. Finalmente, la carrera definitiva es entre Bolsonaro y el ex presidente Lula da Silva. Ambos mostraron un comportamiento bastante agresivo durante la campaña, acusándose mutuamente de ser una amenaza para la democracia del país. La aversión social hacia Bolsonaro está creciendo y, de momento, Lula está en cabeza tras la primera vuelta. Sin embargo, el antiguo líder sindical, que estuvo en la cárcel acusado de corrupción –aunque finalmente salió absuelto por el Tribunal Supremo–, es un candidato controvertido que ha acusado al Estado de perseguirle judicialmente.

Según las encuestas de los últimos meses publicadas por AS/COA, Lula da Silva siempre ha recibido entre el 40% y el 43% de los votos desde noviembre de 2021, mientras que los votos para Bolsonaro nunca han sobrepasado el 36%. Independientemente de quién gane estas elecciones, el nuevo presidente tendrá que enfrentarse a retos considerables y, ante todo, a dificultades económicas. Sin embargo, es posible que Bolsonaro no acepte una derrota electoral, ya que ha criticado públicamente el sistema de voto electrónico. Aunque los temidos disturbios no se han producido hasta ahora, la situación política es muy tensa. Ambos candidatos ya han expresado su preocupación por la violencia y el caos en las próximas semanas.

¿Qué se puede esperar? Observando los resultados de las elecciones en otros países de América Latina, se percibe claramente una nueva tendencia progresista. ¿Han desencadenado Chile y Colombia un giro hacia la izquierda para América Latina? Ambos países, tradicionalmente gobernados por las derechas, han dado un vuelco a esta tendencia. ¿Se extenderá a Brasil? Según las encuestas actuales, todo apunta a que sí. No solo América Latina, sino también Europa sufrirá las consecuencias de las elecciones en el gigante suramericano, para bien o para mal. Cabe esperar que el resultado de los comicios influya considerablemente en la cooperación internacional y en los debates sobre temas como la protección del clima o los recursos energéticos.

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Leonie Friedrich es analista de la Fundación Alternativas.

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