Somos mayores, no idiotas, Calviño

Félix Población

A muchos nos gustaría —espero que a muchos— que en este país, donde desde hace años parece existir un conformismo y una aclimatación a las circunstancias que bordearía lo que se entiende por pasividad y hasta por desidia, personas como Carlos San Juan ocuparan mucho más espacio mediático, en detrimento de la estupidez que en demasiadas ocasiones lo colma. 

Este jubilado de 78 años de edad, nacido por lo tanto en plena posguerra española —una de las etapas más oscuras y depauperadas de nuestra historia—, ha logrado reunir 600.000 firmas a partir de una iniciativa personal porque un buen día se hartó de que precisamente aquellos ciudadanos que como él levantaron este país en aquel tiempo adverso fueran gente de segunda en los bancos

Bajo el lema “Somos mayores, no idiotas”, Carlos San Juan entregó estos días en el Ministerio de Economía esas 600.000 firmas para que el Gobierno progresista de coalición, que tanto insiste en recordarnos esa identidad, tome medidas a favor de una atención personal y humanitaria a nuestros mayores, víctimas de la marginación que ha supuesto para una gran mayoría de ellos la reducción de personal y sucursales por parte de las entidades financieras y la digitalización —acelerada por la pandemia— en las gestiones bancarias

Mientras los cinco grandes bancos que cotizan en el Ibex ganaron el año pasado 20.000 millones de euros, la generación a la que más debe este país anda perdida y extraviada por las sucursales

Mientras los cinco grandes bancos que cotizan en el Ibex ganaron el año pasado 20.000 millones de euros, la generación a la que más debe este país anda perdida y extraviada por las sucursales, mendigando una atención personal que se le da con cuentagotas y a veces comporta un tratamiento que roza lo ofensivo, de ahí el lema empleado por Carlos San Juan para su exitosa campaña de firmas. La gran banca española redujo el año pasado en 12.332 el número de empleados, después de cerrar casi 3.000 sucursales en el país, a la espera de las reducciones que se esperan en el futuro.

“Nos hemos dado cuenta de que las personas mayores, incluso en el ámbito urbano, no están teniendo el servicio que merecen”, dijo el otro día la vicepresidenta Calviño al encontrarse con San Juan en el ministerio. “Espero que de aquí a final de mes —añadió— podamos tener un plan de medidas eficaces que se pongan en marcha inmediatamente y den respuesta a esta situación que no es sólo cuestión de las personas mayores, sino de nuestra sociedad. ¿Qué sociedad seríamos si no cuidásemos de nuestros mayores?”. 

Tenemos dos cuestiones pendientes para responder a esta pregunta, señora ministra: la masacre sufrida por nuestros mayores en las residencias durante la primera ola de la pandemia, víctimas de los fondos buitre que las administran con mucho más afán de codicia también que de humanidad, y las 600.000 firmas que Carlos San Juan ha tenido que llevar hasta su ministerio para que la voz de millones de pensionistas sea escuchada. En uno y otro caso, señora Calviño, más que a la sociedad le corresponde al Gobierno y a la justicia de este país tomar medidas para que ni los ancianos mueran abandonados a su suerte, ni sea preciso que 600.000 voces lleguen hasta las puertas de su departamento para reclamar lo que sus ahorros y sobre todo su vida merecen.

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Félix Población es periodista y escritor. Su último libro es 'La memoria nombrada'.

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