El momento más peligroso de nuestra Historia

Isa Ferrero

La victoria de la extrema derecha en Italia no solo es trágica, sino que es un símbolo del declive de las democracias en el mundo. Habrá que preguntarse cuál va a ser la respuesta de la Unión Europea, pero todo apunta a que la mano izquierda que no se tuvo con Grecia sí se tendrá con Italia, a pesar de que el virus que afecta a la democracia liberal sigue propagándose. La Historia nos deja una enseñanza que no deberíamos olvidar: la extrema derecha europea en el siglo XX fue bastante tolerada antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial. La razón es simple: el autoritarismo es algo con lo que pueden lidiar las élites, el auténtico reformismo no.

Si nos vamos a América Latina encontramos mejores noticias: una serie de victorias de candidatos progresistas ha generado cierta esperanza de que se abra un período de prosperidad. A pesar de las campañas de terror rojo donde no podría faltar Venezuela, nuevos gobiernos progresistas están dispuestos a asumir compromisos para reducir la pobreza y la desigualdad y proteger el planeta. Sin embargo, esto podría quedar en nada si Lula da Silva no consigue ser el próximo presidente de Brasil.

El problema está en el totalitarismo del llamado “Trump tropical”, Jair Bolsonaro, que parece dispuesto a intentar lo que Trump no consiguió: dar un golpe de Estado. A diferencia de lo que ocurría con el presidente estadounidense, Bolsonaro cuenta con la ventaja de que puede conseguir apoyo de los militares. Esta es la razón por la que Lula tiene que ganar las elecciones el 30 de octubre por un amplio margen.

Cuatro años más de Bolsonaro sería desastroso tanto para Brasil como para el resto del mundo. No solo es que sean evidentes las nulas preocupaciones medioambientales de la derecha populista en todo el mundo, como puede verse por ejemplo en los discursos de Ayuso, sino que el gobierno de Bolsonaro está causando un daño inmenso al resto del planeta. Hay que tener muy presente que la deforestación en el Amazonas puede destruir lo que se consideraba el pulmón del planeta. Los científicos ya hablan de que puede convertirse en una sabana, una auténtica catástrofe medioambiental que además aceleraría el calentamiento del planeta. Los expertos advierten que el margen de error que tenemos es cada vez menor a medida que vamos alcanzando los puntos de no retorno (tipping points). En otras palabras, cada vez más cerca de que la catástrofe sea irreversible.

No menos importante, el 8 de noviembre tendrán lugar las elecciones intermedias (midterms) en Estados Unidos, unas elecciones importantísimas para el futuro del país. Si el Partido Republicano gana la Casa y el Senado, la presidencia de Joe Biden quedará muerta y con ella sus reformas. Esto significaría que Estados Unidos seguiría sin tomar ninguna medida para hacer frente a la crisis climática, lo que se traduciría en que las probabilidades de que Trump vuelva al poder serían más altas y ello podría suponer el fin de la democracia.

Curiosamente estas elecciones van a tener lugar 90 años después de la victoria de Franklin Delano Roosevelt. Roosevelt, con un discurso liberal auténtico, inició el camino en Occidente del proyecto socialdemócrata con reformas sociales donde se puso el bien común por delante de los intereses de las élites económicas. Estas élites hicieron todo lo posible por entorpecer a Roosevelt, pero fueron incapaces de hacer frente a una administración valiente que contaba con una popularidad muy grande. Resulta interesante comparar esto con los ataques que recibe Pedro Sánchez cuando es acusado, en sentido peyorativo, de populista al criticar a las élites.

Lo interesante es que los miembros del actual Gobierno no son más radicales que Roosevelt o que, incluso, conservadores más auténticos en Estados Unidos que estaban a favor de que los ricos pagaran más impuestos, como era el caso de Dwight Eisenhower

Lo interesante es que los miembros del actual Gobierno no son más radicales que Roosevelt o que, incluso, conservadores más auténticos en Estados Unidos que estaban a favor de que los ricos pagaran más impuestos, como era el caso de Dwight Eisenhower, que directamente llamaba estúpidos a los que pretendían desmantelar el sistema del bienestar. La mal llamada extrema izquierda no ha hecho más que copiar este tono de reforma, como se ha podido ver con Yolanda Díaz u otros miembros de Unidas Podemos, a veces de una forma más moderada que los conservadores antiguos. Por desgracia, el populismo de derechas ve las cosas muy diferentes, aunque haya un cierto error de coherencia. Como señaló acertadamente Enric Juliana: “en el vocabulario Ayuso-Monasterio, Biden sería un comunista”. Aplicando la misma lógica, cuando se dice que Sánchez o Yolanda Díaz son de extrema izquierda o colaboran con ella, entonces Biden debería ser maoísta o colaborador del maoísmo.

La época del miedo

Estamos en la época del miedo y este es tan grande que hasta las élites están aterrorizadas. Edward Luce, periodista reconocido del Financial Times (no precisamente un medio de izquierdas), comentó el pasado agosto lo siguiente: “He cubierto el extremismo y las ideologías violentas en todo el mundo a lo largo de mi carrera. Nunca me he encontrado con una fuerza política más nihilista, peligrosa y despreciable que el Partido Republicano”.

Estos días también en el Washington Post se podía leer un artículo antiguo de Robert Kagan, analista reconocido neoconservador, meses antes de la victoria de Trump en el 2016, cuyo titular era: “Así llega el fascismo a América”. Hay que llamar de nuevo la atención en que este lenguaje (se esté o no de acuerdo con él) viene también desde la derecha y de personas no sospechosas de ser de izquierdas.

En este eterno debate sobre si hay que llamar fascismo a la extrema derecha actual, probablemente la mejor opción sea no hacerlo porque en cierto modo este “movimiento despreciable” es bastante más peligroso que el fascismo: por un lado, es un hecho que entre las consecuencias del fascismo está la muerte de decenas de millones de personas; por otro, lo que propone básicamente la extrema derecha actual es el fin de la civilización tal y como la conocemos por los efectos devastadores del calentamiento global.

El peligro también es que la extrema derecha está contaminando todas las instituciones. No es otro delirio izquierdista, sino lo que dice el medio de comunicación más importante de Estados Unidos, el New York Times, cuando advierte que la Corte Suprema amenaza con suprimir derechos básicos en EE.UU. Una prueba más de que la Justicia actual es a veces un actor clave en la deriva ultraderechista de democracias amenazadas.

La pregunta que todo el mundo se hace ahora es cómo frenar esta deriva destructiva que también afecta a países como España en un contexto internacional muy complicado. Quizá lo más sensato sea de nuevo aprender de Roosevelt y ver que las recetas no son en realidad tan complicadas. Es necesario que la izquierda se una y no se autodestruya en peleas partidistas a veces iniciadas por cierto exceso de testosterona. Hay que ser muy claros: el proyecto de Yolanda Díaz no puede fracasar. Por otro lado, es importante tener en mente aquel eslogan famoso atribuido a Roosevelt: “A lo único que debemos tenerle miedo es al miedo mismo”. Si bien Sánchez debería haber implementado las reformas antes (un buen ejemplo sería la subida de impuestos a los más ricos), la mejor forma de evitar un Gobierno de Feijóo con la extrema derecha es acelerando las reformas radicales que buscan el bien común: socialdemocracia o autoritarismo es la cuestión.

________________

Isa Ferrero es autor de ‘El futuro del liberalismo. Hacia un nuevo consenso socialdemócrata’.

Más sobre este tema
stats