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Zarandeo colectivo a la ley del 'solo sí es sí'

Felipe Domingo Casas

Como el viento mueve de un lado a otro en estos días de invierno la ropa tendida, así se está zarandeando a la ley del solo sí es sí. Añadiré alguna otra razón, a las que di en mi anterior artículo “Contra la ley del solo sí es sí”, para apoyar sin fisuras la ley. El motivo de repetirme es la violencia feroz, verbal claro, con la que se están expresando los partidos políticos, sus dirigentes y portavoces, en activo o fuera ya, los medios de comunicación, privados y públicos, como TVE y personas de relevancia. En este sentido, nadar a contracorriente es complicado, como si “estos políticos y políticas han podido elaborar un proyecto de ley que, por paradoja, navega a contracorriente de la voluntad popular" (HLM 26.10.70).

Lo más llamativo es que no dan razones serias para manifestar la necesidad de cambiar la ley, aunque critiquen, casi con terror, las ya más de 270 reducciones de penas y las 30 excarcelaciones para así aumentar la expansión del escándalo popular, en vez de señalar las garantías que ofrece a las mujeres y los medios que se ponen a su alcance para que, sin su consentimiento, no se las violente en sus relaciones afectivas y sexuales.

Es una lucha ideológica, (no cultural) feminista, en la que las penas que regula no son lo principal, y, sin embargo, su reforma va a ir en ese sentido, lo que  acentuará  el carácter punitivo del Código Penal, y no remediará nada. Lo  ha expresado el magistrado Joaquim Bosch: “Es un error pensar que cuanto más duras sean las condenas, mejor se protege a las víctimas”. Y lo expresó Clara Serra y otras firmantes en un artículo en El País: ”La polémica sobre la rebaja de penas por abuso sexual sitúa una vez más el debate sobre la violencia machista en el ámbito penal y ha puesto a la sociedad a pedir penas más duras en lugar de aportar soluciones más eficaces para las mujeres”. La batalla ideológica la ha perdido claramente el Gobierno, porque los partidos de derecha y extrema derecha —PP y Vox— han trasladado a la sociedad la idea de que el Gobierno PSOE y Podemos— desprotegen a las mujeres al rebajar las penas a los violadores, facilitando su salida de las cárceles y creando una situación de inseguridad permanente.

En la unión de los delitos de abusos y violación en un único de agresiones sexuales y en ese elenco de penas de mínimas a máximas, el objetivo de la ley consiste en situar el consentimiento  de la mujer como el quicio de la ley, el aspecto fundamental de la misma, y no las penas, pues las condenas impuestas no tienen reversión. En cambio, el incremento no es progresista y va en contra de la reinserción que señala nuestra Constitución. La pena de muerte o la cadena perpetua revisable son ejemplos claros de que no disminuyen estos delitos.

El consentimiento por parte de la mujer cambia tanto las relaciones afectivas y sexuales que se tardará tiempo en valorar su importancia y significado, y no entiendo el fraude que se atribuye a esta ley

En este debate sigo creyendo que las mujeres que se han expresado públicamente han jugado un papel muy negativo, impulsando desde sus plataformas y tertulias, de sus colaboradoras e invitadas, la necesidad si no la urgencia del cambio de la ley, y no se ha dado posibilidad a los movimientos juveniles y feministas que salieron a la calle con ocasión de La Manada de ofrecer su opinión. Cuca Gamarra se ha erigido como la defensora a ultranza de las mujeres y el feminismo, cuando ella no participó en ningún acto. Susanna Griso, que a los pocos días de entrar en vigor la ley entrevistó al exjuez Javier Gómez Bermúdez, cuando ya se conocían las primeras rebajas y ella las aireaba, seguramente con la intención de que apoyara su postura, le dijo claramente: “ a mí no me gusta que se cambien las leyes”. Esta mañana —lunes 30— en televisión española, Lucía Méndez se ha vuelto a expresar con dureza contra el Gobierno e Irene Montero, semejante a una postura ultraderechista, porque la defensa de las mujeres y el consentimiento no se mencionan ni les preocupa. En las sendas entrevistas en El País a Manuela Carmena y a Rita Maestre, que se han expresado a favor de un cambio de la ley,  esta para hablar de Madrid y de su candidatura a la Alcaldía, el periódico ha usado como título de las declaraciones de ambas, las de la última pregunta, sobre la ley del solo sí es sí, cuando la entrevista de Rita es extensísima. De Manuela Carmena, que fue jueza de vigilancia penitenciaria, y que abogaba por los derechos de los internos y su reinserción, se han aprovechado otros, como un argumento de autoridad, para insistir en su modificación.

Las leyes que son menos imparciales son las aprobadas con mayoría absoluta. Me remito a la ley de las Haciendas locales que Ruiz-Gallardón, ya ministro de Justicia, reformó en 2012, después de haber solicitado como alcalde de Madrid la revisión de los valores catastrales en 2011, lo que supuso un aumento exagerado del IBI y la dedicación de los impuestos a pagar la deuda que los Ayuntamientos tenían contraída; la mayor de todas, la que dejó Ruiz-Gallardón en Madrid. Una ley ad hoc. La guinda, entre los hombres, la han puesto García-Page y Javier Maroto cuando, sin pelos en la lengua, hablan de “amor propio y soberbia”, "chapuza", repetida cien veces, al referirse al Gobierno, a Pedro Sánchez, Podemos e Irene Montero, a quien se atribuyen todos los males.

Cuando una ley se hace necesaria es porque su objetivo es dotarla de permanencia, máxime si es aprobada con amplia mayoría de diputados y de grupos parlamentarios y el aval de instituciones españolas y europeas, como es esta. A las leyes, se le da tiempo para que se asienten y se apliquen, si son leyes, como la  del solo sí es sí, que no es como una ley que grava un impuesto o modifica el IVA. En este periodo electoral tan cercano, las agresiones sexuales y la violencia machista invitan a pedir exclusivamente penas más duras, porque a la sociedad española se la ha educado desde tiempo inmemorial con ese criterio.

El consentimiento por parte de la mujer cambia tanto las relaciones afectivas y sexuales que se tardará tiempo en valorar su importancia y significado, y no entiendo el fraude que se atribuye a esta ley. Y mucho menos tildarla de chapuza. Modifica la forma de entender las relaciones sexuales en el matrimonio, en las parejas heterosexuales y en las del mismo sexo, así como entre las parejas y en las relaciones sexuales ocasionales.

Por último, la ley sí que tendría que dar una segunda o tercera oportunidad para la reinserción a los que cometan estos delitos, si creemos en la reeducación de las personas, que nuestra Constitución declara.  

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Felipe Domingo Casas es socio de infoLibre.

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