Amor romántico y banalización de la violencia: encerrona machista en uno de los programas con más audiencia de la TVG

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Recordarán –tal vez los más jóvenes remotamente– alguna de las seis temporadas que durante los noventa revolucionaron el mundo de los talk show. Hablamos de Lo que necesitas es amor, un programa de televisión que buscaba enyesar rupturas amorosas, reconciliar a parejas que por algún motivo –poco importaba cuál– habían decidido terminar con su relación. El programa no llegó a experimentar el cambio de siglo: la emisión terminó con un trágico final, el apuñalamiento de una mujer a manos de su expareja, después de que ella declinara acudir a la cita. El espacio televisivo terminó, pero sus dinámicas dejaron una impronta en el conglomerado de espectáculos que todavía apuntalan la idea de amor romántico en la pequeña pantalla.

Lo ocurrido la noche del jueves en la televisión pública gallega recordó a aquel show de los noventa, pero dos décadas después. Sucedió en el programa de la Televisión de Galicia (TVG) Land Rober, uno de los mayores éxitos de la televisión autonómica. El presentador, Roberto Vilar, sorprendió a una joven de veinte años que se encontraba entre el público trasladándole un mensaje de su expareja: quería volver con ella y estaba dispuesto a remover cielo y tierra para recuperarla [puedes ver aquí las imágenes]. "Nos dijo que hace un mes que lo dejásteis por un asunto de celos o algo así y que quería venir para pedirte volver con él", explicaba el presentador.

El asunto empezó enseguida a tomar un cariz muy alejado del tono desenfadado que persigue la emisión. La palabra celos lanzaba una alerta evidente. "A los dos meses [del inicio de la relación] me empieza a mirar el móvil", admite la joven visiblemente incómoda, al tiempo que afirma haber perdido sus amistades y rechazado un trabajo por él. "Tardé un año y medio en darme cuenta". Cuando las lágrimas empiezan a recorrer sus mejillas, los encargados del programa reparan en que aquello era una encerrona y lo que pretendían reconstruir era una relación probablemente tóxica y de control. "Tienes que perdonarnos a nosotros por hacerte pasar por esto, no sabíamos nada", trata de rectificar el humorista gallego. Aún así, el programa, un falso directo, se emite. Pasa por los filtros, la edición y el visto bueno de sus supervisores y deciden tirar hacia adelante.

Tras la polémica suscitada en redes sociales, entre los partidos políticos y los profesionales gallegos, Roberto Vilar volvió este viernes a pedir disculpas en la pequeña pantalla y la CRTVG decidió dirigir un escrito a la productora para aclarar lo acontecido. La productora, Destino Bergen, fue fundada en 2007 por el propio Roberto Vilar. El ente público se comprometió además a "tomar las medidas de prevención necesarias para que no se produzcan de nuevo hechos de esta naturaleza".

El Bloque Nacionalista Galego (BNG) ha decidido llevar los hechos al Parlamento de Galicia, concretamente a la Comisión de Control de la corporación pública, donde el grupo ha remitido una serie de preguntas con carácter de urgencia. Lo confirma la diputada y periodista Olalla Rodil, en conversación con infoLibre. "Es absolutamente inadmisible que un medio de comunicación, especialmente público, trate de esa manera completamente banal la violencia machista", dice al otro lado del teléfono y recuerda que este tipo de tratamiento mediático "rompe con el código deontológico". Rodil recupera una imagen: la de la joven nerviosa ante las cámaras, con las lágrimas empañando sus ojos. "Verla llorando, completamente presionada y sometida a acoso es impresionante, pero también nos deja ver cuál es la dinámica de la TVG, inmersa en una especie de mediasetización del canal, con programas de contenido absolutamente banal que no deberían tener espacio".

Amor romántico, violencia y espectáculo

"Un medio público no puede ser Telecinco". Lo dice Alba Taladrid, presidenta de la agrupación Xornalistas Galegas. La cadena líder de audiencia es referenciada por la práctica totalidad de las voces pulsadas. La entienden como una suerte de referente de lo que no se debe hacer, pero también de todo aquello que triunfa. El problema, opina la periodista, está en la misma selección del contenido: "No hay que hacer contenido con la intimidad de las personas", repite como un mantra. Partiendo ya de la cuestionable elección, ocurre además que existe "la posibilidad, cuando se trata de una relación sentimental, de que haya circunstancias que desconocemos, en este caso como mínimo una situación de acoso".

Emelina Fernández, doctora en Comunicación Audiovisual y expresidenta del Consejo Audiovisual de Andalucía, tilda de "inapropiado e inaceptable" el contenido emitido por la televisión gallega la noche del jueves, especialmente si, como es el caso, ha pasado posteriormente por una revisión. No sólo es una "intromisión" en la vida de la joven, sino que incurre además en otra forma de violencia: la de revivir una situación cuanto menos incómoda para la mujer. Una experiencia con la que ella había decidido romper, no sin trabajo y esfuerzo –"tardé un año y medio en darme cuenta"– y que ahora la televisión pública recupera.

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En ese extremo se detiene Paula Ríos, miembro de la Plataforma Feminista Galega. "Este tipo de situaciones ya se dieron… pero hace quince o veinte año", rememora la activista. El problema, estima, es que no se ha aprendido la lección y se sigue revictimizando a las mujeres en prime time. "Las mujeres somos adultas, cuando decidimos romper una relación tenemos razones para hacerlo", sentencia tajante. Lo que hizo Land Rober responde al final a una lógica de mercado: "Para ganar audiencia expones a una mujer a una situación de violencia que tú ejerces también". Ahí mismo, en la audiencia, repara Emelina Fernández para dar respuesta al por qué de esta emisión y otras similares: "Sigue pasando porque sigue dando audiencia".

El tratamiento del espacio televisivo gallego tiene consecuencias obvias. "Deja a la mujer absolutamente desprotegida y la degrada, haciendo al hombre el único sujeto de la relación", bajo la premisa de querer recuperarla sirviéndose de "todos los mitos del amor romántico que destruyen a la mujer", completa Alba Taladrid. La disculpa del conductor del programa la tarde del viernes lanza además un mensaje peligroso: que toda la responsabilidad es suya. "Puede haber algo perverso en esa disculpa" y es obviar que "hay un equipo que lo hace mal, pero sobre todo un medio público que debe ser vigía constante de los contenidos que emite".

Land Rober es el ejemplo de hoy, pero ayer fue Gran Hermano, La Isla de las Tentaciones y mañana será otro. Este tipo de programación forma parte de una estructura cultural que normaliza la violencia, especialmente la más sutil, fuera y dentro de la pantalla. Con la particularidad de que en el caso de los medios de comunicación, el objetivo tiende a la búsqueda de rédito. "Los medios privados tienen un clarísimo posicionamiento para conseguir audiencia, a veces ideológico, estratégico, pero en este caso la diferencia es que la pública tiene unas obligaciones", reflexiona la comunicadora andaluza. El debate no es ni mucho menos nuevo: ¿es el público el que pide este tipo de contenidos o la audiencia los consume porque copan la agenda mediática? Olalla Rodil cree que "las audiencias vienen en función de lo que le des" e insiste en que "el público también se crea y se educa". Es en la educación, en el deber de formar e informar, donde coinciden todas las mujeres consultadas. Los medios, afirman al unísono, "tienen una misión de servicio público que les exige un compromiso ético".

Recordarán –tal vez los más jóvenes remotamente– alguna de las seis temporadas que durante los noventa revolucionaron el mundo de los talk show. Hablamos de Lo que necesitas es amor, un programa de televisión que buscaba enyesar rupturas amorosas, reconciliar a parejas que por algún motivo –poco importaba cuál– habían decidido terminar con su relación. El programa no llegó a experimentar el cambio de siglo: la emisión terminó con un trágico final, el apuñalamiento de una mujer a manos de su expareja, después de que ella declinara acudir a la cita. El espacio televisivo terminó, pero sus dinámicas dejaron una impronta en el conglomerado de espectáculos que todavía apuntalan la idea de amor romántico en la pequeña pantalla.

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