Investigación: la amenaza del plástico en Europa

Desmontando Reciclos: un sistema de reciclaje ilógico y abierto al fraude

“Las organizaciones que integran a la industria y la distribución del gran consumo declaran su apoyo al SDR de Reciclos, una iniciativa tecnológica pionera en Europa que incentiva al consumidor que recicla sus latas y botellas de plástico de bebidas”. La lista de abajo firmantes de esa declaración de apoyo la verdad es que impresiona. Hasta siete patronales que entre sus asociados tienen a Coca-Cola, Mercadona, El Corte Inglés, Eroski, Carrefour, Alcampo, Lidl, Dia, Ikea, FNAC, MediaMarkt, Leroy Merlín, Norauto, ToysRUs, Colgate-Palmolive, Henkel, Johnson’s Wax, Unilever…

Las siete patronales que firmaron esa declaración el 2 de marzo de 2021 en Barcelona llevaban razón en una cosa: Reciclos es una iniciativa “pionera”. Pero se quedaron cortas al señalar “Europa” como ámbito geográfico: no se conocen precedentes en ningún país del mundo de alguna de sus innovaciones. Por ejemplo: es un sistema para fomentar el reciclaje… ¡que limita el número de envases que se pueden reciclar!

Pero, ¿qué es Reciclos?

Se trata de un proyecto de Ecoembes, la empresa que coordina el reciclaje de envases domésticos ligeros en España y que tiene como accionistas a todos los grandes productores y envasadores (la inmensa mayoría de los abajo firmantes de la declaración de Barcelona). Presentado por sus defensores como un “nuevo modelo de reciclaje”, funciona a través de una app que hay que descargarse en el móvil: el usuario debe escanear el código QR de la botella de plástico o lata antes de llevarla a un contenedor amarillo, donde tiene que escanear otro código QR. Cada envase escaneado se recompensa con un “punto Reciclos”, que luego se pueden canjear por participaciones en sorteos o donarlos a proyectos sociales o medioambientales. Es una forma, sostiene Ecoembes, “de captar a través de incentivos, no a los convencidos del reciclaje, sino a quienes necesitan un plus para reciclar”.

Periodistas de infoLibre y de Investigate Europe, dentro de una amplia investigación sobre la amenaza de los residuos de plástico en Europa cuya publicación se inicia este jueves (puedes leer aquí y aquí otros reportajes de la serie), analizaron el funcionamiento de ese proyecto que las grandes empresas defienden como “una herramienta clave para contribuir a que España cumpla los objetivos en materia de reciclaje”. El resultado es que no dispone de controles eficaces para evitar el fraude, impone unas limitaciones ilógicas al reciclaje y carece de las principales ventajas de los sistemas de depósito, devolución y retorno (SDDR).

Hay que destacar que Ecoembes colaboró en todo momento a la hora de facilitar su versión. No solo respondió a las 55 preguntas escritas enviadas por infoLibre e Investigate Europe sobre el funcionamiento de la empresa –una veintena de ellas sobre Reciclos–, sino que tres de sus directivos mantuvieron una larga reunión presencial con un periodista para aclarar todas las dudas pendientes.

Escaneo sin control

El primer gran agujero detectado por los reporteros es quizá el más grave: la misma botella o lata se puede escanear las veces que uno quiera y el sistema sigue otorgando “puntos Reciclos” sin descanso. Los periodistas hicieron pruebas en ciudades y días diferentes y el resultado fue siempre idéntico: el mismo envase se puede escanear hasta el infinito. A veces es necesario dejar pasar un par de segundos entre escaneos o apartar un momento la botella del móvil. Tras ese mínimo descanso, el contador continúa sumando. Los reporteros grabaron una prueba para difundirla como parte de esta investigación periodística.

Cuando se escanea el envase, los “puntos Reciclos” pasan a estar “disponibles” porque falta el segundo paso para recibirlos definitivamente: escanear el código QR del contenedor amarillo. Si en este punto existiera algún control, el fraude potencial del escaneo infinito del mismo envase se podría detectar. Pero tampoco lo hay. De hecho, cuando uno escanea ese código QR del contenedor amarillo, el sistema ya le otorga al usuario definitivamente sus “puntos Reciclos”, sin necesidad de depositar realmente la lata o la botella en la basura. Ahí está por tanto el segundo gran agujero: nadie controla qué se deposita en el contenedor.

Esta falta absoluta de control pone en la diana precisamente uno de los elementos que lleva años bajo sospecha en la gestión de Ecoembes: la veracidad de los datos que ofrece.

Los periodistas plantearon expresamente a Ecoembes las dos siguientes preguntas: “¿Cómo controla que un usuario no escanea dos o más veces la misma botella? ¿Cómo controla que una botella que se ha escaneado realmente se deposita en el contenedor?”. La respuesta literal de la empresa fue la siguiente: “Para evitar dobles escaneos de una misma botella y controlar que las botellas escaneadas entran en el contenedor o la máquina, hemos desarrollado sistemas de Inteligencia Artificial que mediante el análisis de imagen y algoritmia de datos nos permiten identificar mediante diversos factores las situaciones potencialmente anómalas y los usos fraudulentos de la aplicación, garantizando así que se use y funcione de forma correcta”.

Parece indiscutible que algo falla en esa algoritmia

Impulsar el reciclaje... limitando el reciclaje

Cuando el usuario de Reciclos realiza el segundo escaneo en el contenedor amarillo, para recibir sus puntos, aparece un mensaje sorprendente en la pantalla de su móvil: sólo puede escanear un máximo de seis envases del mismo tipo (botella o lata) al día y un máximo de 25 a la semana.

La lógica indica que un sistema que pretende fomentar el reciclaje, lo único que a priori no puede hacer es limitar el número de envases que se reciclan. Por ello, los reporteros plantearon a la empresa estas dos cuestiones: “¿No cree Ecoembes que limitar el número de envases que se pueden canjear por puntos Reciclos choca directamente contra la lógica de fomentar el reciclaje? ¿Conoce Ecoembes algún otro sistema de reciclaje en el mundo que limite el número de envases que se pueden reciclar?”.

El motivo para fijar límites, sostiene Ecoembes, "es muy simple: eliminar el riesgo de que Reciclos pueda fomentar el consumo de bebidas. Como se pueden obtener premios, queremos evitar que alguien compre con el único objetivo de obtener más puntos Reciclos. Quizá pecamos de un exceso de prudencia. Es un riesgo que habíamos identificado de forma teórica, pero que quizá en la práctica no se manifieste como algo real”.

Por supuesto, el riesgo de generar adicción a los puntos Reciclos parte de la idea de que el sistema funciona correctamente y no se puede escanear la misma botella una y otra vez. Quien descubra ese agujero ya no necesita comprar botellas o latas para tener más posibilidades de ganar alguno de los premios de Reciclos. En las últimas semanas, Ecoembes ha sorteado “cinco packs de seis botellas de aceite ecológico”, “cinco maletas de cabina”, “cinco packs de cosmética natural” o “cinco fantásticos packs de accesorios para bicicleta”, entre otros premios.

En cuanto a la existencia de algún precedente mundial de modelo de reciclaje que limite el reciclaje, la respuesta fue esta: "No conocemos otro sistema en el que exista esta limitación”.

El consentimiento de los menores de edad

El posible escaneo infinito y la limitación al reciclaje son las dos debilidades más evidentes de Reciclos. Pero hay, al menos, otras dos cuestiones polémicas.

La primera es que, al basarse en una aplicación que requiere utilizar un móvil inteligente, excluye a quienes no tienen recursos económicos suficientes para tener ese tipo de terminales y dificulta su utilización a una parte de las personas mayores que no están tan familiarizadas con su manejo. En Ecoembes dicen ser conscientes de ello: “A pesar de que la implantación y uso del teléfono móvil está presente en la práctica totalidad de la población, somos conscientes del desafío que representa este proyecto entre personas mayores o con menos recursos económicos. Por ello estamos llevando a cabo diferentes iniciativas para dar servicio a todos los nichos de población”.

La segunda puede convertirse en más problemática para la empresa por sus posibles implicaciones legales. Ecoembes sostiene que los menores de 14 años no pueden darse de alta en la aplicación: “Se establece esa limitación porque es la edad mínima necesaria por ley para otorgar el consentimiento por sí mismo para la utilización de sus datos personales”. Los periodistas se interesaron por saber cómo controla Ecoembes la edad de los usuarios y la respuesta fue la siguiente: “A pesar de la enorme dificultad para garantizar el cumplimiento de esta condición (una dificultad que comparten la inmensa mayoría de apps, webs, etc, para cuyo uso no exigen DNI), si encontráramos algún caso de incumplimiento iniciaríamos las medidas legales oportunas para corregirlo”.

Ecoembes no aclara cómo piensa “encontrar” casos de incumplimiento. Pero el asunto es peor que eso. Los reporteros de infoLibre e Investigate Europe realizaron media docena de pruebas con móviles diferentes: en el proceso de registro, la aplicación ni siquiera tiene un campo donde pida introducir el dato de la edad del usuario (sí pide el nombre, la localidad donde piensa reciclar o qué cubos tiene en casa). El descontrol llega a tal punto que este miércoles, en la tienda de aplicaciones de Apple, Ecoembes indicaba que Reciclos era para mayores "de 12 años".

A la pregunta de si en algún momento ha vendido datos a terceros, Ecoembes responde tajante: “Bajo ningún concepto se venden datos a terceros”.

Un mal sucedáneo de SDDR

La declaración de Barcelona de la industria y la distribución del gran consumo en apoyo de Reciclos se produjo en un momento clave. En febrero de 2021 se estaba debatiendo la elaboración de dos normas estatales que finalmente serían aprobadas un año más tarde –la Ley de Residuos y el Real Decreto de Envases– y las patronales y multinacionales del sector querían evitar a toda costa que se estableciera la obligación legal de implantar en España un Sistema de Depósito, Devolución y Retorno (SDDR). Se trata de un modelo de gestión de residuos en el que el consumidor paga un pequeño sobrecoste al comprar una botella de plástico o una lata de bebida (el depósito), que se le reembolsa cuando el envase es devuelto (la devolución) de tal forma que se asegure su recuperación y reintroducción en la cadena de producción (el retorno). En 13 Estados europeos ya funciona con éxito un sistema así para botellas de plástico o latas. El depósito que se paga oscila entre 10 y 25 céntimos dependiendo del país (puedes leer aquí el reportaje sobre cómo España se queda cada vez más sola en su rechazo al SDDR).

Ecoembes ha sido la punta de lanza en España contra el SDDR durante la última década. Argumenta que se pueden lograr los objetivos marcados por la UE –una recogida separada de botellas de plástico del 77% en 2025 y del 90% en 2029– a través de la mejora del sistema actual de contenedores amarillos. Y en ese marco de guerra total contra el SDDR es cuando surge la puesta en marcha de Reciclos.

Greenpeace, muy crítica con Ecoembes, no tiene duda sobre sus motivaciones para poner en marcha Reciclos. "Es una trampa de Ecoembes para dinamitar de nuevo la posibilidad de que se implante un SDDR. Un greenwashing brutal para frenar el SDDR en las comunidades autónomas donde había más posibilidades de ponerlo en marcha por los Gobiernos que tenían, como Cataluña y la Comunidad Valenciana", denuncia Julio Barea, director de campañas de la ONG ecologista.

Es llamativo el nombre con el que Ecoembes bautiza su proyecto: un Sistema de Devolución y Recompensa (SDR). Parece claro que, salvo para los ciudadanos más informados sobre el tema, esas siglas pueden generar confusión con las del SDDR.

Más allá del nombre, son pocas la similitudes entre Reciclos y un SDDR. Existen decenas de estudios a nivel internacional sobre los beneficios y los costes de los SDDR implantados en países de Europa, en Canadá, en diferentes territorios de Estados Unidos o en Australia. Y de su lectura se deduce que tienen cinco grandes ventajas: la tasa de recogida de envases se sitúa en general por encima del 90%; la calidad del material que se recoge es mayor al no estar mezcladas las botellas o latas con otros residuos; contribuye a reducir las emisiones de CO2 ya que es necesario fabricar menos envases nuevos; reduce de forma significativa el littering (la basura dispersa abandonada en parques o playas), y crea mayor número de puestos de trabajo.

En España, Ecoembes asegura que en 2021 la tasa de recogida separada de botellas de plástico fue del 71,1%. Esa cifra ya supera el objetivo del 70% marcado en la ley para 2023, pero está veinte puntos porcentuales por debajo de la mayoría de países con SDDR.

A finales de 2022, Reciclos contaba con 35.900 contenedores amarillos y 267 máquinas de devolución en 107 municipios. La cifra de contenedores equivale a algo más del 9% de los existentes en toda España, pero llama la atención el bajísimo número de máquinas, que son la base de los sistemas SDDR y que en Reciclos sólo constituyen el 0,7% de los puntos de recogida de envases. Es cierto que tener funcionando todos los días una máquina es mucho más caro que estampar un código QR en un contenedor.

En todo caso, con las cifras de Ecoembes en la mano, la pureza del material recogido sólo ha podido mejorar en el 0,7% de los puntos de recogida donde hay una máquina de devolución de Reciclos.

Estos dos beneficios de los SDDR –la mayor tasa de recogida de envases y la mayor pureza del material– determinan otras dos de sus ventajas: la reducción de las emisiones de CO2 y la creación de más puestos de trabajo. Ello se explica, respectivamente, porque es necesario fabricar menos envases nuevos de plástico (producto que es un derivado del petróleo o del gas natural) y porque se mueven muchos más envases en toda la cadena de gestión de los residuos (recogida, transporte, selección).

En cuanto a la reducción del littering, está ligada al valor económico que tiene el envase en un SDDR: son muchos menos los consumidores que dejan abandonadas botellas o latas que les cuestan diez, quince o veinte céntimos cada una y, si lo hacen, es muy probable que otra persona recoja esos envases para recuperar el dinero del depósito.

No se puede descartar que en los cuatro años de funcionamiento de Reciclos alguna persona haya recogido un día una botella abandonada en un parque o en una playa para ganar un “punto Reciclos”, pero sí se puede afirmar con seguridad que no es una práctica extendida de momento entre la población.

Hay que destacar que las patronales firmantes de la declaración de Barcelona llegaron a poner por escrito que Reciclos “puede contribuir a frenar el littering”, pese a carecer de cualquier evidencia científica o fáctica para sustentar dicha afirmación.

El impacto de Reciclos

Las explicaciones de Ecoembes se vuelven más nebulosas cuando se trata de medir el coste y la eficacia de Reciclos.

A finales de 2022, según Ecoembes, 350.000 personas se habían bajado la aplicación, pero solo 216.000 habían canjeado puntos por incentivos durante ese año (el 61% de los registrados).

En cuanto al número de envases escaneados, Ecoembes “calcula” que desde que se puso en marcha en la primavera de 2019 hasta finales de 2022 “se han realizado más de 17 millones de escaneos de latas y botellas a través de Reciclos”. En todo caso, la compañía pide que se tome este dato “como una aproximación. Nos consta que han podido ser más pero que no han sido contabilizados por diferentes motivos”.

¿Cómo se traducen esas cifras en la evolución de las tasas de reciclaje? Ecoembes “estima” que está teniendo una influencia positiva: “Desde su puesta en marcha hasta el cierre de 2022 hemos identificado en los municipios con Reciclos un incremento medio de la recogida selectiva de botellas de plástico de un 18,4% y de un 20,27% de latas de aluminio”. Y cuál ha sido el incremento en los municipios sin Reciclos, preguntan los periodistas. La respuesta no puede ser más sorprendente: “No tenemos esa información”.

La nebulosa se convierte directamente en oscuridad cuando llega la hora de hablar del coste económico que Reciclos tiene para Ecoembes. “Entenderás que en esta fase beta en que se encuentra la fase experimental de este proyecto preferimos no dar cifras económicas”, responde la compañía ante la pregunta sobre cuánto dinero ha dedicado a las diferentes partidas de gasto. Lo único que ofrece son porcentajes: el 47,72% corresponde a implantación y operaciones, el 26,99% a campañas de comunicación y el 25,28% al coste del canje de puntos.

Lo que está fuera de toda duda es que Reciclos le cuesta a los empresarios una cantidad insignificante en comparación con lo que deberían abonar por un SDDR. La empresa pública Tragsatec realizó en 2021 un estudio sobre la viabilidad de la implantación de un SDDR en España, en el que concluyó que “las empresas productoras e importadoras tendrían que aportar entre 440,9 y 617,8 millones de euros”.

Ante las preguntas de infoLibre e Investigate Europe, los portavoces de Ecoembes no pueden ser más cautelosos a la hora de hablar sobre Reciclos: “estamos hablando de un proyecto piloto en fase experimental”, “en esta fase beta del proyecto”, “es un proyecto en pruebas”…

Una prudencia que contrasta con la euforia que mostraron en 2021 las siete patronales de la declaración de Barcelona, cuando presentaron a Reciclos como “una herramienta para contribuir a que España cumpla los objetivos europeos en materia de reciclaje”, “un paso más en el avance hacia la economía circular en el ámbito de los envases”, “un sistema que contribuye al desarrollo de ciudades inteligentes”, “un sistema ideal para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y proteger la naturaleza”…

Cómo ha logrado transformar Ecoembes un modelo bendecido con tantas perfecciones en 2021 en un proyecto piloto en fase experimental en 2023 es ciertamente un misterio. Pero lo que resulta indudable es que la descripción actual se ajusta a la realidad bastante más que la propagada hace dos años por los abajo firmantes de la declaración de Barcelona.

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