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El efecto disuasorio de las multas en Madrid Central que Almeida elimina ahora

La alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, junto a un cartel de Madrid Central.

El pasado 30 de noviembre de 2018 arrancó, tras meses de retrasos, Madrid Central, la zona de bajas emisiones en el centro de la capital, una de las medidas estrella del Plan A de Calidad del Aire y Cambio Climático del Gobierno municipal de Manuela Carmena. Y a mediados de marzo se empezaron a imponer las primeras multas a los propietarios de los vehículos contaminantes que accedieran sin tener permiso para ello. Tras una campaña electoral llena de promesas de desmantelar el espacio, la primera decisión que ha tomado el nuevo alcalde, José Luis Martínez-Almeida, ha sido la de aplicar una moratoria a dichas sanciones, que se dejarán sin efecto a partir del 1 de julio.

Precisamente, las mediciones de NO2 (dióxido de nitrógeno, el principal contaminante atmosférico de las grandes ciudades) de la estación situada en la Plaza del Carmen, la única dentro del perímetro de Madrid Central, han registrado niveles históricos –por bajos– durante los meses en los que estas multas se han impuesto: marzo, abril y mayo de 2019. En comparación con los mismos meses de 2018 y 2017, el descenso es evidente: en mayo se registraron de media en dicha estación 23 µg/m3 de NO2, casi la mitad de los 41 de mayo de 2018 y de mayo de 2017.

En abril se alcanzaron 22 µg/m3, frente a los 42 de abril de 2018 y de 2017. Y en marzo, primer mes de sanciones, fueron 34, una cifra inferior a los 41 de marzo de 2018 y los 47 de 2017. Hasta entonces, y exclusivamente en cuanto a dióxido de nitrógeno en la Plaza del Carmen, los efectos de Madrid Central no se habían notado mucho: los valores de dióxido de nitrógeno de diciembre de 2018, enero y febrero de 2019 registran caídas, pero no demasiado significativas. Por ejemplo, en el primer mes de este año se midió una concentración de media de 48 microgramos por metro cúbico. En enero de 2018 fueron 50, y en enero de 2017 60.

Ecologistas en Acción, que analizó en profundidad los datos de mayo de 2019 en cuanto a contaminación en la ciudad, apuntó dos argumentos interesantes a favor de Madrid Central. En primer lugar, aseguran que no hay ni rastro del "efecto frontera". Los más pesimistas y los detractores de la medida aseguraban que una limitación de la circulación en la almendra central aumentaría el tráfico en las vías colindantes. La contaminación no ha aumentado significativamente en las estaciones cercanas a la zona antipolución. Aseguran, además, que los datos de este mes son incluso mejores que los alcanzados en 2014 y 2015, donde se alcanzaron récords de bajas emisiones.

A la vista de los datos, parece que el nuevo Consistorio liderado por PP y Cs, a la espera de la llegada a concejalías o juntas de distrito de la ultraderecha, ha decidido privar a Madrid Central del único elemento transformador en cuanto a contaminación y calidad del aire: las multas. Por lo que cuentan las cifras, el efecto disuasorio, la simple amenaza, bastó para que surtiera efecto: la mayoría de las infracciones (el 81,7%) registradas durante el primer mes no se llegaron a aplicar por un error en los registros horarios. En todo caso, a partir del 1 de julio, la zona de bajas emisiones de la capital sigue existiendo, pero los conductores que la infrinjan no sufrirán consecuencias.

La amenaza de la Comisión: hay una directiva que cumplir

Tras la noche electoral del 26 de mayo, la sombra de la Comisión Europea planea sobre el hipotético desmantelamiento de Madrid Central. El Ejecutivo comunitario paralizó un procedimiento de infracción contra España gracias, entre otras razones, a las medidas prometidas por los Ayuntamientos de Madrid y Barcelona. Si bien desde Bruselas no han confirmado que actuarán en cuanto la zona de bajas emisiones se modifique, ya han dado los primeros avisos. "Si las ciudades no respetan (…) estoy seguro de que el comisario Karmenu Vella tomará medidas", aseguró este lunes el comisario de Acción por el Clima y Energía, Miguel Arias Cañete, haciendo referencia a su homólogo de Medio Ambiente.

A la Comisión Europea se le acabó la paciencia hace mucho tiempo. "Hace tiempo que se han rebasado los plazos para cumplir las obligaciones legales. Y hay quien dice que hemos esperado ya demasiado. Pero no podemos demorarnos más", dijo Karmenu Vella en mayo de 2018. Poco después, se hacía pública la tregua que otorgaba la Comisión Europea a España, aunque avisó que seguiría vigilando los cumplimientos del país. Aunque aún no se ha pronunciado oficialmente, y a la espera de saber qué piensa hacer el nuevo Consistorio con Madrid Central, todo apunta a que no verá con buenos ojos la retirada de las sanciones, el único elemento disuasorio de la medida frente a la contaminación.

El empeño de Bruselas no es un capricho político: se trata de cumplir la ley. España debe acatar los límites impuestos por las directivas de calidad del aire, que obligan al país a no rebasar determinados límites de polución si no quiere arriesgarse a multas. En cuanto al principal contaminante, el dióxido de nitrógeno, la legislación comunitaria exige que no se rebase el límite de 200 microgramos por metro cúbico durante más de 18 horas al año en ninguna estación. Además, pide que ninguno de los lugares de medición supere los 40 µg/m3 de media anual. La estación de Plaza del Carmen no alcanzó ese nivel desde que se empezaron a aplicar las sanciones por entrar sin permiso a Madrid Central. Antes lo superaba con frecuencia.

Teniendo en cuenta el conjunto de todas las estaciones, Madrid lleva incumpliendo las exigencias de la Unión Europea desde que fueron exigencias: de 2010 a 2018. En otras palabras, aún no ha logrado que la media de las mediciones baje en todas las zonas de 40 microgramos ni que dejen de alcanzar durante más de 18 horas al año el valor máximo de 200 microgramos. Y en 2019 se va por el mismo camino: el segundo de los límites ha sido sobrepasado. Le bastaron 36 días. El problema va más allá del centro: puntos negros de tráfico como la Plaza Elíptica, puerta de acceso a la autovía, están fuera de la zona de bajas emisiones y son un quebradero de cabeza constante por sus altos niveles de polución.

¿Acabará Madrid Central?

Pese a que la suspensión de las multas es un desmantelamiento de facto de la zona de bajas emisiones, que a la luz de los datos afecta directamente a la calidad del aire en el centro de la capital, es una moratoria –por definición, no definitiva– y, además, las intenciones del nuevo Ayuntamiento no están claras. Almeida fue tajante en campaña electoral: "Lo primero, se acabó Madrid Central", aseguraba en enero de este año. Sus compromisos de Gobierno con sus socios, Vox y Ciudadanos, no lo dejan tan claro.

Para la derecha, Madrid Central tiene una gran carga simbólica. Identifican la medida del gabinete de Manuela Carmena como una ofensa a la supuesta libertad que representa el vehículo privado. El alcalde lo ha querido vestir de decisión racional, aludiendo a los datos de Madrid Central durante diciembre, enero y febrero, y obviando los de marzo, abril y mayo, donde estaban en funcionamiento las multas que ahora ha anunciado que quitará.

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Sin embargo, una vez pasada la efervescencia de los comicios, el PP parece haber sucumbido a la presión de su socio, Ciudadanos, que pese a que durante el mandato de Carmena fue agresivo contra la zona de bajas emisiones, en campaña apostó por una remodelación de Madrid Central. Así se puede leer en el acuerdo entre ambas formaciones: "Reconvertiremos la Zona de Bajas Emisiones denominada Madrid Central bajo el criterio de nuevas áreas de prioridad residencial aportando soluciones alternativas y complementarias de movilidad a todos los sectores de la población".

Pero el PP también ha firmado un acuerdo de Gobierno con Vox. Pese a que la formación de extrema derecha ha sido la más vehemente a la hora de defender el fin de la zona anticontaminación –fue incluso mencionado por Ortega Smith en la noche electoral, prueba de la importancia simbólica que le otorgan–, el punto del documento referente a la materia es ambiguo. "Acabaremos con la política de prohibiciones y restricciones de los últimos cuatro años de Madrid Central", dicen. La redacción de la frase puede entenderse de dos maneras: que acabarán con Madrid Central al completo o solo con lo que implica una "política de prohibiciones y restricciones".

En todo caso, el único acuerdo de Gobierno atado y bien atado es el del PP de Madrid con Ciudadanos. Y en dicho documento desgranan en qué consistirá esa remodelación: "Simplificaremos la gran complejidad y dificultad para su gestión práctica", prometen, así como más y mejores campañas de información, para los comerciantes y vecinos del centro y para los conductores que intenten acceder a la zona. También prometen la moratoria que se ha aprobado este lunes en la Junta de Gobierno. Pero ni una palabra de su eliminación completa, pese a las exaltaciones de la campaña electoral.

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