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ELECCIONES EN ITALIA

El espejo italiano: una advertencia a los grandes partidos del riesgo de desafección en España

Meloni y Salvini

Un auténtico tsunami político. La ultraderecha ha ganado por primera vez unas elecciones en Italia. Alerta en la mayoría de la Unión Europea. El país tiene su propia idiosincrasia política y su dinámica ansiosa en las urnas desde hace décadas. Pero la victoria de Meloni supone un paso más allá y provoca el temor de un efecto contagio en otros países de la zona. Con un proyecto, además, que va contra el propio espíritu de la Unión Europea.

¿Y España? ¿Hasta qué punto afecta lo que ha pasado en Italia? ¿Es extrapolable la situación? ¿Cómo será el futuro entre los dos países con gobiernos totalmente opuestos en lo ideológico? ¿Qué hay en juego? ¿Cómo va a reaccionar La Moncloa? ¿Es un espejo?

El politólogo Pablo Simón cree que hay que hablar en “dos planos diferentes”. “Es indudable que perdemos a Italia, ya había pasado durante el primer Gobierno de Conte, que tenía a la Liga dentro con la política migratoria. Esto nos generó muchos problemas, como la crisis del Aquarius”, indica. “Evidentemente”, continúa, tener a una primera ministra como Georgia Meloni “es una mala noticia”. “El objetivo es que Italia no reste, porque no va a sumar, va a generar tensión en las relaciones bilaterales a nivel político, no administrativo, y puede que se vayan a reducir sustancialmente”, manifiesta.

Sobre el impacto en el electorado español, Simón hace esta reflexión: “Italia anticipa muy bien sólo lo que va a pasar en Italia. El tipo de dinámica política es muy idiosincrática. La extrema derecha ya ha estado allí en gobiernos”. Sostiene que tiene la impresión de que esto puede insuflar ciertos ánimos a Vox porque se va a hablar más del fenómeno de la ultraderecha, pero "esto no significa que la gente vaya a cambiar su voto por la victoria en Italia".

Para el profesor y vicedecano del grado de Ciencias Políticas de la Universidad Carlos III de Madrid, Lluís Orriols, es “posible” que lo que ha pasado en Italia anime a Vox, pero “es lo menos importante”. Advierte acto seguido: “Otra cuestión es que lo que estamos viendo en Italia es el síntoma de un fenómeno del que España forma también parte. Le doy más importancia. No es algo que pasa sólo en Italia, ocurre en muchas otras democracias del entorno. Y también pasa en nuestro país. Es un toque de alerta de que las expresiones de extrema derecha están en auge en unas democracias que están en crisis. Una respuesta a esta crisis es la derecha radical”.

El análisis de Ramón Mateo, director de beBartlet, pasa también por aquí: “El primer mensaje es que lo europeo es nacional también. La actualidad de lo que ocurre en otros países europeos se vive casi como algo propio. Lo que sucede en otros países tiene consecuencias en el propio”. El resultado italiano puede afectar, comenta, en un momento “tan delicado” en Europa. “Desde luego, habrá consecuencias”, indica.

“Se abre una etapa con mucha incertidumbre”, comenta Mateo sobre las relaciones entre España e Italia, y cita temas como las conversaciones para construir un gaseoducto ante las reticencias francesas. “Hay diferencias ideológicas en derechos sociales, inmigración, colectivo LGTBI, las posturas parten de manera muy enfrentada. Si el nuevo Gobierno italiano lleva a cabo su programa, parece muy difícil pensar que no vaya a haber ningún choque con el español”, ahonda. 

Sobre la sociología de los votantes y los dos sistemas, reflexiona: “En el caso de España e Italia siempre han existido diferencias notables. La tradición política italiana es muy distinta. En el momento en el que España estaba saliendo de una dictadura, Italia ya tenía una democracia consolidada. La historia política es muy distinta y eso ha dado lugar a que el sistema de partidos sea muy diferente. Es verdad también que hay analistas que dicen que España va viviendo las distintas fases de la política italiana pero con unos cuantos años de decalaje, de retraso. Con todas las diferencias, pero es verdad que Italia gozó de un bipartidismo imperfecto, hasta el momento en el que surgen los nuevos partidos. Ahí se ha tratado de buscar la similitud de lo que ocurre aquí después del 15-M”. Pero pensando si puede haber un auge de la extrema derecha, indica que se ve una diferencia en que Vox “ahora está estancado” frente a un PP “tradicional”. 

También da su opinión Víctor Lapuente, catedrático de Ciencia Política en la Universidad de Gotemburgo, quien afirma que se está “normalizando” a la extrema derecha con lo que ha pasado en Italia o Suecia. No obstante, no ve un resultado de ese calibre ahora en España porque el PP está “más sólido” que la derecha tradicional en otros países europeos. “La clave está en el momento en el que normalizas a la ultraderecha”, comenta. Una de las cosas que diferencian a los dos países, agrega, es que España es un país con una dictadura “de ultraderecha hasta hace muy poquito”. Lo que sí advierte que se ve en Europa que la izquierda se está agrupando en torno a la socialdemocracia, mientras que la derecha va cada vez más a posturas más radicales. También vaticina que la colaboración entre los dos países va a ser más difícil.

En el Gobierno hay una profunda preocupación en estos momentos por el resultado en Italia. Se intenta despejar en todo momento la imagen de que es extrapolable a España lo que ha pasado (Vox no está tan fuerte como sus colegas italianos), pero sí despierta la “alerta”.

Y es que lo de Italia se une a lo que se ha visto recientemente en Suecia, donde los ultras son ya la segunda fuerza. A esto hay que sumar el aumento de votos en Francia (Marine Le Pen perdió en la segunda vuelta ante Emmanuel Macron pero incrementó sus apoyos respecto a las anteriores elecciones). No se puede ver como algo aislado, sino que la corriente azota en todos los rincones del continente. En España, ya forman parte de un gobierno autonómico, el de Castilla y León, gobernando junto al Partido Popular.

Una de las cosas que analizan en el Gobierno y en el PSOE en estos momentos es la abstención que hubo en Italia. Esto no es un problema sólo del país vecino, sino que lleva advirtiéndose internamente en La Moncloa y Ferraz: el electorado de izquierdas no está movilizado. Y preocupa que pueda calar ese desencanto. Hay que hacer ir a votar a los progresistas. Esta es una de las máximas que la izquierda tiene en estos momentos viendo lo que ha pasado en el país mediterráneo.

Giorgia Meloni, del neofascismo político a tomar las riendas de Italia

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Otro de los análisis que se hacen es que el temor y la incertidumbre actual están alimentando los populismos y los extremismos. ¿Y cómo se puede reaccionar ante eso políticamente? En el Gobierno entienden que con “políticas decididas”, según dijo la propia número dos del partido, María Jesús Montero. Esto enlaza con la dimensión de izquierdas que imprime últimamente la acción de Pedro Sánchez, con medidas como los impuestos a las grandes fortunas, las compañías energéticas y las entidades financieras.

España, además, puede perder a un socio con el que se ha caminado de la mano en algunos aspectos en los últimos años. Pedro Sánchez siempre ha apostado por una relación estratégica con Italia, evidenciándose en la cumbre bilateral de Palma de finales de 2020 –con los dos países haciendo piña por los Fondos Next Generation–. Ahora serán dos gobiernos muy distanciados ideológicamente. En el Ejecutivo, según fuentes gubernamentales, dicen que el Gobierno que nacerá ahora en Roma es “un proyecto de confrontación con la UE”.

Italia es una pieza clave para España tanto en la política europea (cuando juntan sus intereses representan la voz del 25% de la población y del PIB de la zona euro) como en el terreno económico y migratorio. Según los datos del Ministerio español de Asuntos Exteriores, la balanza comercial en 2020 fue positiva para España, con 2.668,8 millones de euros. El país vende a Roma principalmente automóviles, materias primas, semimanufacturas de plástico, confección femenina, productos químicos y aceite de oliva. En cambio, se importan mayormente desde Italia equipos y accesorios de automoción, combustibles, lubricantes, materias primas, farmaquímica y automóviles. Hay más de 400 grandes empresas españolas operando en Italia, destacando, entre otras, Banco Santander, BBVA, Indra, Ebro Foods y Sacyr. En el último informe del ICEX, Italia continuaba en 2021 en el tercer puesto en el ranking de clientes de España y en el cuarto como proveedor.

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