El futuro está usado o cómo la ropa de segunda mano está cambiando la industria de la moda

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Solo en 2020, la producción textil ascendió a 109 millones de toneladas a nivel global. Además, según la información recogida por la Agencia Europea de Medio Ambiente, el consumidor promedio en Europa compra cerca de 26 kg de textiles anualmente y descarta alrededor de 11 kg. Estos datos, ponen de manifiesto la creciente problemática ambiental y social asociada a la industria del fast fashion –o moda rápida–.

Ante este panorama, la búsqueda de alternativas sostenibles ha llevado a un resurgimiento de la ropa de segunda mano. “El gran futuro de la moda es el upcycling–el reciclaje de prendas ya fabricadas–, asegura Christina, dueña de Revoilà Paris, una tienda de segunda mano en Madrid especializada en prendas vintage seleccionadas.

Al principio, “compraba para mí, para mis amigas, la gente me pedía que le buscara cosas y luego empecé a coleccionar prendas de diseñador que encontraba y a interesarme y aprender sobre todo ello”, relata. Lo que parecía una simple afición terminó por convertirse en su trabajo. “Hace unos 5 años decidí cambiar mi vida profesional, un buen puesto en el mundo de la moda, porque no estaba de acuerdo con mis ideas”, explica a la redacción de infoLibre. “El circuito actual de la moda es nefasto para el planeta y la gente.”

”La cantidad de ropa producida y en desuso que existe es ingente”, explica Bianca Horvath, propietaria de Caramelo Vintage. En lo relativo a la ropa de segunda mano, “estamos servidos mínimo para las próximas 6 generaciones”.

Cada vez son más los que acuden a este mercado como alternativa, no solo para el consumo, sino también como salida profesional. Es el caso de Carlos Pernas, propietario de la tienda Vantage Point. Para él, la ropa de segunda mano se está ganando “el lugar que le corresponde” y asegura que “llegará un momento en el que sea igual o incluso mejor llevar ropa de segunda mano que ropa de primera mano”.

Para Rafael Mas, director de Proyectos y Relaciones Externas de Humana Fundación Pueblo para Pueblo, aún no hemos visto el máximo potencial de este mercado, que asegura “crecerá significativamente en los próximos años".

Los informes informes anuales de Thredup, empresa líder en la comercialización de prendas de segunda mano, le dan la razón. En 2023, el mercado global de ropa usada alcanzó los 194 billones de euros, con un aumento de más de 174 billones desde el año 2017. Este no es el límite; se proyecta que la ropa de segunda mano superará los 322 billones para 2027, marcando un cambio revolucionario en la industria de la moda.

El cambio fundamental comienza, según Christina, “tras la pandemia”. En su opinión esa situación “le permitió a mucha gente ver que ese consumo era incoherente”.

Este crecimiento se ha notado “sobre todo en ciudades pequeñas” afirma Horvath, “ya que en otras ciudades europeas, el consumo de este tipo de ropa viene siendo algo muy común desde hace mucho tiempo”. Por su parte, Pernas asegura que “tanto teniendo tienda online desde 2019 hasta los dos últimos años con tienda física, hemos notado muchísimo el incremento de demanda. La tendencia es que cada vez más gente consume ropa de segunda mano".

Poco a poco se está eliminando el estigma asociado a la ropa usada, que se ha convertido de acuerdo con Mas, en “la primera opción para muchos de los consumidores” y aunque todos los vendedores estén de acuerdo en que el principal factor es el precio de las prendas, generalmente más económicas que las de primera mano, existen muchos otros factores.

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Horvath destaca la originalidad, la posibilidad de “encontrar ropa que no lleva todo el mundo y poder vestir de una manera diferente, más acorde al estilo personal de cada uno”. La sensibilización con el medioambiente también se ha convertido en un elemento fundamental, especialmente por parte de los sectores más jóvenes, que aunque “tienen menos poder adquisitivo, apuestan por el menor impacto posible en el consumo”, asegura Mas.

El crecimiento de este mercado no trae consigo exclusivamente notas positivas. La creciente demanda ha provocado una revalorización de las prendas. Sin embargo, los vendedores son optimistas y recuerdan una diferencia a su parecer fundamental. Horvath distingue entre “tiendas solidarias que se suministran gracias a donativos de la gente, y en las cuales todavía se puede encontrar ropa a precios muy económicos cubriendo las necesidades de diferentes clases sociales, y la ropa vintage”. En esta segunda categoría destaca el valor añadido que proporcionan estas tiendas más especializadas, a través de “la curación, las prendas de archivo, épocas o diseñadores muy definidos”, añade Christina.

A pesar de estos retos, la popularidad de la ropa de segunda mano parece imparable, y según Pernas, "las grandes multinacionales, como siempre, van a querer meter la mano para intentar sacar tajada". De hecho, esto es algo que ya está ocurriendo. Empresas no especializadas en este sector, como Zalando o la recién llegada a la capital Urban Outfitters se han sumado ya al carro de la ropa vintage. Todos quieren un pedazo de este pastel.

Solo en 2020, la producción textil ascendió a 109 millones de toneladas a nivel global. Además, según la información recogida por la Agencia Europea de Medio Ambiente, el consumidor promedio en Europa compra cerca de 26 kg de textiles anualmente y descarta alrededor de 11 kg. Estos datos, ponen de manifiesto la creciente problemática ambiental y social asociada a la industria del fast fashion –o moda rápida–.

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