cambio climático

El mayor informe climático calcula un calentamiento de 3,2 grados si se mantienen las políticas actuales

Protesta climática en Nueva York (Estados Unidos).

El actual ciclo de evaluación del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), dependiente de Naciones Unidas, ha terminado. El primer grupo se dedicó a hacer un análisis exhaustivo de la situación; el segundo, a repasar toda la literatura científica existente sobre cómo adaptarnos a un fenómeno ya inevitable en ciertos aspectos; y el tercero, publicado este lunes, a explicar cuáles son las mejores maneras para mitigar la crisis climática. La posibilidad de un calentamiento global asequible y coherente con los objetivos del Acuerdo de París (entre 1,5º y 2º para finales de siglo) sigue sobre la mesa. Se puede hacer, y los 278 autores de 65 países consideran que tenemos herramientas para ello. Sin embargo, el ritmo actual condena al planeta a un aumento del mercurio de 3,2 grados para finales de siglo.

El documento del llamado grupo III del IPCC es coherente con lo que ya desvelaron las proyecciones del primer grupo, cuyo trabajo fue publicado en agosto de 2021: un calentamiento global de 1,5 grados requiere un cambio de rumbo radical en el próximo lustro. Limitarlo a 2 grados, con peores consecuencias, exige que ese giro en la tendencia de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) se produzca antes de 2030. Las promesas de "neutralidad climática" para mediados de siglo, es decir, emitir tan poco que pueda ser compensado por la absorción de carbono, son compatibles con las metas de París: pero para llegar, la acción decidida no puede postergarse más allá de esta década.

El informe del tercer grupo de este ciclo de evaluación del IPCC iba a publicarse en julio de 2021, pero fue retrasado por culpa del covid-19. Por ello, los autores evalúan las medidas en materia de mitigación del cambio climático hasta finales de 2020, cuando ya se percibían los efectos de las políticas extensivas, e intensivas en quema de combustibles fósiles, para recuperarse del golpe de la pandemia.

Los expertos dejan claro que el ritmo percibido por entonces es incompatible con el Acuerdo de París e incoherente con las propias promesas climáticas de las naciones a corto plazo, las conocidas como Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC's). "Si no se refuerzan las políticas más allá de las aplicadas a finales de 2020, se prevé que las emisiones de GEI aumenten más allá de 2025, lo que llevaría a un calentamiento global medio de 3,2 grados en 2100", asegura el documento. 2021, en cualquier caso, fue peor: las emisiones fueron mayores que en 2019, año previo a la pandemia, por el efecto rebote de la pandemia, por lo que el análisis no ha perdido vigencia.

El extenso análisis, que evalúa cientos de estudios previos sobre la materia, no se conforma con advertir del peligro, como han hecho profusamente sus antecesores: sino que puede servir como una guía sobre qué hacer, cómo hacerlo y qué medidas concretas son las más útiles. Empezando por lo evidente, en el sector energético hay mucho trabajo pendiente. Este ámbito "requiere grandes transiciones, como una reducción sustancial del uso general de combustibles fósiles y el despliegue de fuentes de energía de bajas emisiones". La solar y la fotovoltaica, muestra la revisión, son las tecnologías más viables, más efectivas para hacer frente al fenómeno y más adecuadas en términos de relación coste-beneficio.

El IPCC también pide centrarse en los edificios y en la capacidad de reducir su consumo de energía, rehabilitándolos y haciéndolos eficientes: "una política poco ambiciosa aumenta el riesgo de que los edificios queden atrapados en el dióxido de carbono durante décadas". En materia de transporte, el informe reconoce tanto el potencial de los vehículos eléctricos para reducir las emisiones del sector como el de las opciones públicas, combinadas con el aumento de la movilidad compartida, la accesibilidad de los barrios más alejados en las grandes ciudades, el teletrabajo y el uso de bicicletas.

"Hay opciones de mitigación que son factibles para desplegar a corto plazo. La viabilidad difiere según sectores y regiones, y según las capacidades, la velocidad y la escala de aplicación. Hay que reducir o eliminar los obstáculos a la viabilidad y reforzar las condiciones favorables", asegura el documento. Estas "barreras" incluyen factores "geofísicos, ambientales-ecológicos, tecnológicos y económicos, y especialmente factores institucionales y socioculturales". No solo se trata de políticas públicas, considera el grupo de expertos: requiere un cambio de mentalidad, sobre todo de los países más desarrollados y dependientes de un modelo de consumo insostenible.

"Las opciones de respuesta de mitigación del lado de la demanda son coherentes con la mejora de un bienestar básico para todos", asegura el informe: no es necesario sufrir, ni grandes sacrificios; sí que habrá que renunciar a ciertos hábitos. El documento pone el énfasis en que una dieta "basada en proteína de origen vegetal" (y no animal) es una de las patas de una acción climática lo suficientemente ambiciosa, y requerirá cambios a nivel "cultural". En cuanto a la movilidad, más de lo mismo. "Los discursos que presentan un servicio de transporte público como cómodo para evitar el estrés de conducir coches en carreteras congestionadas" ayudan a evitar la imagen de la conducción privada y contaminante "como símbolo de estatus" y crean "una nueva norma social para cambiar al transporte público".

¿'Tecnoptimistas'? Los ecologistas claman contra un "modelo conservador"

Las sospechas de un informe demasiado cercano al business as usual se han disparado en las últimas semanas. La participación de un autor japonés cercano a las posturas negacionistas, así como de varios empleados de petroleras, hicieron sonar las alertas. El consenso científico es abrumador en cuanto a la realidad del fenómeno, pero las costuras saltan cuando se trata de presentar la mejor estrategia para evitar los peores efectos, ya que muchas recetas entran en conflicto con el sistema productivo y el modelo capitalista.

El informe incluye muchos de los elementos que las organizaciones ecologistas tachan de tecnoptimismo: la creencia en que la tecnología actual y futura librará al mundo del caos climático, manteniendo los altos niveles de consumo de las sociedades del Norte Global. Si bien el documento emite varias recomendaciones en el lado de la demanda, dedica varias páginas a asegurar que las tecnologías de captura de carbono, aún en desarrollo y muy caras, son indispensables, en opinión del IPCC. "Limitar el calentamiento a un nivel muy inferior a 2 grados requerirá la eliminación antropogénica de CO2 de la atmósfera", aseguran los autores.

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Por otro lado, el documento asegura que la quema de combustibles fósiles con tecnologías de reducción de emisiones de dióxido de carbono puede jugar un papel relevante en la mitigación del cambio climático. Y, frente a las voces que alertan que una transición energética masiva a los coches eléctricos puede llevar a la escasez de minerales críticos como el litio, la revisión deja claro que "la demanda de estos materiales es muy inferior a las reservas disponibles" y que, en caso de que aumente, la solución pasa por nuevas minas, pese al posible impacto extractivista.

El ecologismo lleva años alertando de que la captura de carbono, la mejora del impacto de las centrales contaminantes o la adopción de la movilidad eléctrica sin cambios de fondo en la manera de moverse son "falsas soluciones" que no abordan el problema de fondo y que permiten vender acción sin cambiar las estructuras.

Las primeras reacciones en este sentido no se han hecho esperar. "Las propuestas para combatir el cambio climático recogidas en el nuevo documento están basadas en modelos conservadores que se amparan en la suposición de un crecimiento económico continuo, sin considerar la opción de un cambio de sistema", asegura Amigos de la Tierra.

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