Entrevista al sociólogo Javier Elzo

Javier Elzo: “La inclusión de la mujer en la Iglesia católica no puede esperar”

Javier Elzo: “La inclusión de la mujer en la Iglesia católica no puede esperar”

El sociólogo Javier Elzo (Gipuzkoa, 1942) cursó sus estudios en la Universidad de Deusto, donde ejerció como profesor y como catedrático de Sociología en la Facultad de Ciencias Políticas. Elzo, que preside en la actualidad el Fórum Deusto, centra el grueso de su actividad en la investigación dentro de las áreas de sistemas de valores y de la religión. Su trabajo se ha plasmado en alrededor de 50 estudios sociológicos y en su participación como coautor en otras 25 obras colectivas. 

En su último libro, ¿Quién manda en la Iglesia? Notas para una sociología del poder en la Iglesia católica del siglo XXI (Editorial PPC, 2016), el sociólogo analiza la estructura dominante en la Iglesia católica, basada en un modelo piramidal, europeo, masculino, clerical y gerontocrático. Frente a éste, Elzo propone un sistema en red más democrático y participativo, que entienda como cuestión prioritaria la inclusión de las mujeres en los órganos de poder, así como restar la influencia prácticamente ilimitada del papa como eje central de la institución y su toma de decisiones.PREGUNTA: En su libro sostiene que la Iglesia católica podría estar viviendo la edad de oro de su historia.RESPUESTA:

Objetivamente hablando nunca ha estado tan libre del poder, siempre ha estado muy aferrada al él, y eso en España lo sabemos muy bien, basta con recordar lo que fue el nacionalcatolicismo. En ese sentido yo digo que la Iglesia católica tiene una oportunidad histórica para ser libre respecto a lo que ha generado sus grandes problemas, y es la dependencia que ha tenido del poder. En segundo lugar, nunca la Iglesia ha sido tan universal, es decir, nunca ha estado presente en el mundo como lo está en este momento. Hace un siglo, en 1910, dos terceras partes de los católicos estaban en Europa. Ahora solamente son una cuarta parte, la mayoría están en América y otras zonas donde antes no habían estado prácticamente, como África Subsahariana o gran parte del sudeste asiático.

Estas dos circunstancias me hacen dar una afirmación aún más rotunda: y es que la Iglesia católica está en este momento, si realmente se lo toma en serio, en una posición de fuerza como ninguna otra instancia en el planeta, organizada, jerarquizada y universal para oponerse a los amos del mundo, esto es, al capitalismo financiero. Lo que pasa es que aquí, en el mundo Occidental, tenemos la percepción de una Iglesia que está en declive. Y es verdad que lo está, en el sentido de que ya no está ligada al poder. Pero lo que se ve como un declive yo lo entiendo de la forma contraria, como una oportunidad de oro.

P.: Usted celebra la disminución de lazos con el poder, pero ¿siguen existiendo? ¿Cuál es la actual relación de la Iglesia con el poder?R.:

Sí, siguen existiendo. Tampoco es algo que tenga que desaparecer en absoluto. La Iglesia católica es un Estado, un Estado minúsculo, son 44 hectáreas y mil personas que viven en ese Estado. Pero el hecho de que sea un Estado, que mucha gente critica y admito que tiene una serie de servidumbres, tiene también ventajas, principalmente que es independiente de todos los demás.

¿Tiene que haber relación con el poder? Sí. ¿Cómo debe ser esa relación? Yo diría que lo más libre posible, lejos de la subordinación. Por ejemplo, el último episodio en el que el papa prohibió a Francia nombrar embajador en el Vaticano a un hombre que era homosexual es un mal ejemplo de relación Iglesia-Estado.

P.: Una de las principales críticas a la Iglesia católica por parte de la sociedad se centra en los privilegios de los que goza.R.: los privilegios

Aquí en España ha habido una discusión muy grande sobre el IBI. Es evidente que la Iglesia, en tanto en cuanto no tenga una función lucrativa en lo que está haciendo, no tiene que pagar el IBI. Ya no sólo no lo paga la Iglesia, tampoco lo pagan los sindicatos, no lo pagan los partidos políticos, los centros culturales… La Iglesia no tiene que pagar el IBI por tener un templo. Si mañana una iglesia, la Almudena o la parroquia que sea, tiene al lado un párking y cobra por su uso, por supuesto que tendría que pagarlo, es evidente.

P.: En cuanto al propio poder de la Iglesia católica, usted compara al papa con un monarca absoluto.R.:

No es una comparación que haga yo directamente, pero sí tiene bastante semejanza. En mi libro yo hago una descripción real de la estructura de la Iglesia, que es piramidal, y en cuyo vértice hay una persona que es el papa, que tiene poderes extraordinarios, casi ilimitados. La estructura es además masculina, porque los que mandan son hombres, y hombres célibes, con lo cual la inmensa mayoría de los que nos sentimos católicos, es decir, todas las mujeres y todos los hombres que no practicamos el celibato, no tenemos capacidad de decisión. También es básicamente europea porque los grandes centros de decisión están en Europa, y además es gerontocrática, porque la mayoría de los que mandan tienen muchos años. Entonces nos encontramos con una situación absolutamente paradójica: una institución de la cual se reclaman pertenecientes cientos de miles de personas, pero que al final está gobernada por cinco mil, que son el papa, los obispos y la curia romana.

A ese modelo yo propongo un modelo de Iglesia en red, basándome en la figura del archipiélago, es decir, una serie de entornos, islas, ligadas unas con otras mediante puentes o relaciones. Esos nodos pueden estar en Europa, América, Oceanía, África y puede haber otros más regionales, todos con una capacidad de decisión, una autonomía. Estos estarían relacionados entre sí, como archipiélagos, y todos mantendrían una relación particular con un nodo central que está en el Vaticano y que tendría la función de asegurar la unidad, que no la uniformidad, de toda la Iglesia. Respecto al modo de gobernanza de esta Iglesia, se basaría en un elemento central y decisorio, una especie de reunión universal que se juntaría todos los años, un grupo de unas 400 personas formado por obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas, laicos, laicas, y algunos miembros de la curia romana, para debatir las grandes cuestiones de la Iglesia y tomar las decisiones, que en caso de mayoría significada tendrían que obligar incluso al papa.

P.: Usted critica que la mujer está excluida de los órganos del poder. Aunque lo sitúa como una cuestión eminentemente cultural, la percepción general es que la Iglesia es especialmente machista.R.:

La Iglesia es una estructura masculina, y yo lo entiendo como una razón de tipo cultural. Antes, por ejemplo, no había rabinos mujeres, y ahora sí las hay, lo que no hay es sacerdotes mujeres, lo cual es una cosa que a mi juicio clama al cielo. También es cierto que fuera de Europa, en algunas partes como Asia o en gran parte de África, la Iglesia católica no es vista en su trato a la mujer como la vemos en Occidente. Porque en Asia y África la mujer está muy mal considerada, no hay más que ir al mundo islámico. Entonces, en esos sitios ser mujer en la Iglesia católica es estar mejor considerada que si lo eres en la sociedad civil. Pero eso no pasa en Occidente. Aquí la mujer dentro de la Iglesia católica, comparativamente a cómo es considerada en la sociedad civil, es un ser de segunda división.

P.: También dice que este problema será otro papa el que lo resolverá.R.:

 No se puede pretender que este papa lo haga todo. Cuando algunos dicen que tenía que ir más lejos, lo que refleja es que todavía estamos en el pensamiento de la Iglesia piramidal, como si fuera el papa el que tiene que resolver las cosas. Esta cuestión avanzará en tiempos de otro papa, y no porque sea más progresista o conservador que éste, sino porque mi modelo de la sinodalidad no va a llegar de la noche a la mañana. Cuando las decisiones las podamos tomar entre todos, serán posibles una serie de cambios que este papa ahora no va a poder emprender.

P.: Si se logra el modelo que propone, entonces, se conseguirá automáticamente una inclusión progresiva de la mujer en la Iglesia.R.:

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Yo creo que la inclusión de la mujer no puede esperar mucho. Porque es algo tan obvio, tan evidente, que debe ir por delante.

P.: ¿Es una prioridad para la Iglesia?R.:

Sí, es una prioridad absoluta. Además para quitarnos una vergüenza de la cara. Aunque sólo sea para eso, porque ya está bien, ya basta.

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