Coronavirus

La propuesta de un Green New Deal para reconstruir la economía resurge con la crisis del coronavirus

Seguidores de Bernie Sanders a las puertas de un mitin en Iowa (EEUU).

Es difícil, porque la gravedad de la emergencia sanitaria declarada en España y en medio mundo por el coronavirus lo eclipsa todo. Y con razón. Pero ya hay quien, aunque sea solo para reprimir la ansiedad, empieza a pensar en el día después y si hay un halo de esperanza de que podemos construir una sociedad mejor tras el shock. En otras palabras: si el capitalismo y su brazo neoliberal resistirá un golpe que algunos analistas ya juzgan peor que el de 2008; y si el sistema político, económico y social que quede después será habitable y justo. En este contexto coge fuerza el Green New Deal, la doctrina de expansión ideada –en principio– para combatir la crisis climática en base a políticas de reactivamiento económico que modifiquen una producción basada en la quema de combustibles fósiles, al mismo tiempo que se mejora la vida y se protege a los sectores más desfavorecidos. El objetivo es, como dijo el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que el impacto no sea en forma de L, sino en forma de V. No (solo) en términos de PIB, sobre todo en términos de bienestar social. No tienen por qué ir de la mano.

Los expertos consultados por infoLibre apelan, en primer lugar, a la prudencia. Lo primero, aseguran, es hacer lo que sea y cuando sea para reducir el número de contagios, de muertes y de afectados por la recesión que se empieza a vislumbrar en el horizonte. Hablar con demasiada ligereza de un futuro en una situación tan caótica y cambiante puede ser no solo completamente erróneo, también ofrecer una imagen que siempre intentan esquivar los activistas climáticos: la de antisociales más preocupados de la naturaleza que de las vidas humanas, aunque la dicotomía sea absolutamente falsa. No se trata de arrimar el ascua a la sardina sino de empezar a pensar en cómo capear el golpe que viene. Sin olvidar la carrera de fondo de la crisis climática y sus desgraciadas semejanzas y relaciones con el coronavirus: provoca muertes y sufrimiento, afecta a los más vulnerables, resta biodiversidad a unos ecosistemas que nos sirven de escudo ante los virus más peligrosos. Los tiempos de la urgencia, evidentemente, son distintos.

La clave está en que el Green New Deal (GND) no es solo un programa climático sino también social, si es que se pueden separar los ámbitos. "Hay que intentar entender que el Green New Deal no es solo una respuesta a la emergencia climática, también una respuesta a los problemas del XXI", explica el doctor en Antropología y coautor de ¿Qué hacer en caso de incendio?, Emilio Santiago. Vivimos semanas en las que parece que las recetas de austeridad están perdiendo terreno en pos de medidas de estímulo, de dinero público para intentar amortiguar la caída y para evitar que las clases más bajas sean las que más sufran, como ya ha pasado en otras crisis estructurales o transitorias del capitalismo. En líneas generales, el Green New Deal, aún con las enormes diferencias entre distintos planes propuestos desde distintas tradiciones y escuelas políticas, propone una enorme inversión pública para descarbonizar la economía y con ello instalar renovables como si no hubiera un mañana –casi literalmente-, y de paso ofrecer empleos estables y de calidad, repensar las ciudades, la manera de movernos, de relacionarnos entre nosotros, de entender la industria, el transporte o el consumo.

Santiago cree que se puede abrir una ventana "para que haya oídos más sensibles" a la perspectiva de que ante una crisis económica causada por una pandemia en primer plano y una crisis ecológica de fondo, el GND pueda considerarse una solución y gane adeptos como política de estímulo. Creando miles de empleos verdes, estables y bien remunerados, que ayuden a remontar las altas cifras de paro que sufriremos por las consecuencias del estado de alerta. "Quiero pensar que la austeridad va a pasar a mejor vida. El 2020 puede ser como la caída del Muro, pero en 2008 podía haberlo sido y no lo fue". Al final, desde la óptica del progresismo, considera que se resume en "ofrecer una alternativa mejor que la del adversario" cuando toque reconstruir los mimbres que se han derrumbado. Cree que se está generando un espacio propicio: "Los partidarios de la austeridad están pensando en esto como un paréntesis (…) pero me parece que va a ser difícil que un partido se presente a las elecciones prometiendo recortes en la sanidad pública a partir de ahora", defiende.

Desde el colectivo climático Contra el Diluvio, y siempre apelando a la cautela, también valoran la posibilidad de que las tesis del Green New Deal ganen fuerza en el futuro próximo. "Sí es cierto que en tan poco tiempo las instituciones (europeas, estatales) parecen haber apartado, al menos momentáneamente y de manera un poco torticera, la fe ciega en la austeridad cargada de desigualdad, aunque siempre corremos el peligro de que nos endose ese gasto a posteriori. Así que ahora, abierta esa posibilidad solo nos queda mantenerla abierta y hacerla crecer", explican. Sin embargo, perciben una debilidad en la situación actual: el confinamiento dificulta la organización social. Para explicarlo hay que entender de dónde viene la expresión Green New Deal, y por qué es difícilmente traducible: proviene del New Deal original, impulsado por el Gobierno estadounidense de Franklin Roosevelt para impulsar la economía de los Estados Unidos ante los efectos de la Gran Depresión. La maniobra quedó inserta en el imaginario norteamericano y, comunicativamente, plantear un nuevo paquete de medidas con un nombre derivado tiene mucha fuerza.

"El New Deal original no cayó de los cielos, como ninguna victoria de las trabajadoras, sino que llegó acompañado de una lucha de clases masiva en los centros de trabajo y en las calles. Las condiciones actuales de aislamiento más o menos impiden eso (…). Es complicado pensar que vaya a tener lugar ese tipo de viraje sin una cantidad considerable de presión social; una vez terminado el aislamiento y teniendo en cuenta el viraje institucional que hemos visto, esta presión debería agudizarse", explican desde Contra el Diluvio. No creen, en definitiva, que ninguna mejora vaya a venir sin movilización, sin protestas en la calle, sin concienciación, sin divulgación, sin pelearlo.

El papel del decrecimiento

El Green New Deal se basa en una instalación masiva de energías renovables, asumiendo –aunque algunos autores con más acierto que otros- que eso no es suficiente para contener un cambio climático que, si sigue descontrolado, se elevará muy por encima de los 2 grados a finales de siglo, con las consecuencias catastróficas que conlleva. Como aseguró el panel de científicos de Naciones Unidas, un calentamiento global manejable exige cambios "sin precedentes en todos los ámbitos de la sociedad". Sin embargo, esa apuesta de todo al rojo por una tecnología que también requiere extracción de materiales finitos hace dudar a muchas voces del debate climático y ecologista, agrupadas en torno al llamado decrecimiento, que consideran una mala idea seguir apostando por ensanchar los límites del capitalismo cuando lo que se necesita es todo lo contrario: comprar, consumir, producir, trabajar menos.

¿El surgimiento del Green New Deal como alternativa, salida y paliativo ante una crisis económica, por lo tanto, debilita las opciones del decrecimiento? Contra el Diluvio tiene muchos matices que aportar. Para empezar, no hay un GND, sino varios, con obvias similitudes y mismos puntos que partida, y hay doctrinas que incluyen elementos decrecentistas y que son apoyadas por estos: "Hay proyectos, como el Green New Deal for Europe, que abogan explícitamente por el decrecimiento al tiempo que exigen una mayor cantidad de servicios públicos garantizados y la desmercantilización de cada vez más ámbitos de la sociedad. O incluso el Green New Deal de Bernie Sanders (que muchos decrecentistas apoyan) sabe conjugar objetivos a gran escala e inversiones públicas masivas con transformaciones a escala local, como la proliferación de huertos para autoconsumo en los hogares estadounidenses. Todo eso está dentro de los dos proyectos de Green New Deal más ambiciosos", argumentan.

Para Santiago, sería un "disparate" vincular cualquier proyecto político relacionado con el decrecimiento –consumir y producir menos, parar la máquina capitalista- con los tristes y graves sucesos que están ocurriendo estos días y que, efectivamente, demuestran que si se para la producción disminuyen la contaminación y las emisiones. Desde el punto de vista político es un suicidio, argumenta, vincular la idea de parar el cambio climático con los despidos, las muertes y el sufrimiento que estamos viviendo ahora a diario. "Si esos discursos se hacen virulentos se consigue marginación en microguettos", advierte, burbujas de opinión que nunca aspirarán a formar mayorías para detener el avance del cambio climático o cualquier transformación social relevante. Posteriormente, considera, sí que se pueden sacar lecciones valiosas: "A pesar de todo lo malo, hemos visto que podemos teletrabajar". Pero la prioridad actual, para ecologistas, para activistas, para todos los implicados y para la ciudadanía debe ser y es aplanar la curva.

Ya surge en el debate público

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Más País, posiblemente la formación parlamentaria que más ha apostado por un Green New Deal completo (no solo como sinónimo de política climática, sino en su acepción de paquete de estímulo económico y de transformación radical) ya ha empezado a poner sobre la mesa la necesidad de salir de la crisis que se nos viene encima con inversiones estratégicas y públicas que no solo alivien ante el impacto de la pandemia sino que también mitiguen y nos adapten al cambio climático. En Estados Unidos, la demócrata Alexandria Ocasio-Cortez –una de las caras más visibles de la doctrina, que enarbola el candidato de las primarias Bernie Sanders– también ha defendido el GND como posible salida a la futura recesión, pero teniendo claras las prioridades. "A corto plazo, necesitamos medidas de emergencia para ayudar a las personas. A largo plazo, deberíamos considerar el uso de las tasas de interés actuales y realizar inversiones radicales que generen millones de empleos descarbonizando nuestra economía. El GND fue escrito como un estímulo para las personas y para el planeta", aseguró en Twitter. Incluso la Agencia Meteorológica Mundial se ha subido al carro: "Ahora es el momento de considerar cómo usar paquetes de estímulo económico para apoyar un cambio a largo plazo hacia prácticas amigables con el medio ambiente y el clima", dijo su secretario general, Petteri Taalas. Unidas Podemos y el Gobierno, en boca de la ministra Ribera, también han apoyado públicamente nuevas y masivas inversiones verdes.

Las señales de que Occidente puede estar encaminándose hacia el fin de la austeridad son claras, aunque aún reina la cautela, se vislumbran resistencias y es demasiado pronto para asegurar nada. El presidente del Gobierno pidió hace semanas a la Unión Europea un "plan Marshall" para la reconstrucción tras esta particular guerra, y muchos más estímulos monetarios y fiscales en un duro alegato. Desde hace días, la batalla se libra entre países del sur –España, Italia y Portugal–, dos de ellos muy golpeados por el coronavirus y que ya fueron fuertemente fiscalizados tras la crisis de 2008, y entre países de Europa central como Alemania y Países Bajos, reticentes a la ayuda a los vecinos mediterráneos, a la emisión de coronabonos y, en general, al gasto público ingente en una emergencia sanitaria.

Pero el escenario puede ser propicio. Tas una pandemia, defiende el sociólogo y científico del CSIC Luis Miller, "los ciudadanos (incluidos los más ricos) están dispuestos aceptar políticas que suponen unos mayores sacrificios, por ejemplo, aceptando impuestos más altos que contribuyan a la reconstrucción tras la catástrofe". Si sus predicciones se cumplen, el GND tiene un hueco en el mundo postcoronavirus: necesitará aún ganar varias batallas políticas y económicas y, como propone Sanders en EEUU, una reforma fiscal intensa para que los ricos paguen mucho más de lo que pagan.

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