Los desafíos del proyecto europeo

Qué hay tras la cumbre ultra de Madrid: Vox gana peso en la UE con el asedio extremista a la derecha tradicional

Santiago Abascal, junto al grupo de líderes de la extrema derecha reunidos la semana pasada en Varsovia (Polonia).

La extrema derecha europea, inmersa en una de suma de fuerzas reducir la posibilidad de aplicación del conocido como "cordón sanitario", otorga un creciente peso a Vox, que ha llevado a Madrid el escenario de un encuentro que puede ser clave. Así lo muestran los movimientos tras el encuentro del fin semana en Varsovia (Polonia), que deja al menos tres conclusiones:

1. La creciente voluntad de las fuerzas ultranacionalistas de superar o minimizar sus diferencias para reforzar una integración que podría situarlas como tercer grupo en la Eurocámara, sólo por detrás de democristianos y socialdemócratas, lo cual metería presión al Partido Popular Europeo para empujarlos hacia el pacto.

2. La combinación de al menos dos factores clave que empujan hacia dicha integración, como son la necesidad del Fidesz (Hungría) y Ley y Justicia (Polonia) de reforzarse en su desafío a Bruselas y la irrupción de Eric Zemmour en Francia, que ha movido a Marine Le Pen a una maniobra autodefensiva en la escena política europea.

3. El reforzamiento de Vox, prácticamente un recién llegado, dentro de esta familia política.

infoLibre analiza con ayuda de eurodiputados e investigadores las implicaciones del encuentro polaco, desarrollado con la característica opacidad de la extrema derecha.

Una vía para ser el tercer mayor grupo

Además de Vox, representada por Santiago Abascal y Jorge Buxadé, dieron su apoyo a la declaración emitida tras la cumbre al menos otros nueve partidos: Ley y Justicia (Polonia), Agrupación Nacional (Francia), Fidesz (Hungría), Partido de la Libertad (Austria), Vlaams Belang (Flandes, Bélgica), Partido Popular Conservador (Estonia), Auténticos Finlandeses, Acción Electoral de Polacos en Lituania y Partido Nacional Campesino Demócrata Cristiano (Rumanía). El encuentro se celebró en Varsovia, en un gesto de apoyo al Gobierno de Polonia, donde Ley y Justicia ha empujado al país a lo que el Europarlamento considera una deriva autoritaria. Pero la clave polaca explica sólo una parte del contexto. De fondo, hay más: una voluntad, no exenta de obstáculos, de sumar fuerzas.

La expectativa más elevada que planeaba sobre el encuentro era la formación de un nuevo grupo en la Eurocámara que superase la actual división en dos grupos: Conservadores y Reformistas, donde confluyen partidos como Vox, Ley y Justicia y Fratelli d’Italia junto a fuerzas de Suecia, Lituania, Croacia y Grecia; e Identidad y Democracia, considerado aún más radical y que reúne a formaciones como la francesa Agrupación Nacional, la italiana Lega, Alternativa para Alemania, el austriaco Partido de la Libertad, los flamencos de Vlaams Belang y otras fuerzas checas, estonias, finlandesas y danesas. En un escenario óptimo de fusión, se sumarían los 70 diputados de Identidad y Democracia más los 63 de Conservadores y Reformistas y los 13 del Fidesz, en situación de no adscritos desde su salida forzosa del Partido Popular Europeo en marzo. En total, serían 146, el mismo número de los que ahora tiene la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas.

No obstante, esta posibilidad es inverosímil, según todos los análisis y observadores consultados. Para empezar, por la heterogeneidad interna, especialmente en Conservadores y Reformistas, donde es improbable que todos los diputados se sumaran al grupo junto a Identidad y Democracia. Una fuente parlamentaria cifra en torno a 113 el máximo de diputados que podrían ser agrupados, salvo que se abriera paso una hipótesis de momento lejana: una salida masiva de diputados de Conservadores y Reformistas que dejara los que se quedaran por debajo del límite suficiente para formar grupo (23 escaños de siete países distintos), lo cual supondría un incentivo para que se sumasen a la integración incluso a pesar de las diferencias políticas. Actualmente, una elucubración.

Lo que sí tiene base es la posibilidad de que el grupo conjunto, de llegar a formarse, se convirtiera en el tercero de la Cámara en cuanto superase a los 98 de Renew Europe, quedando sólo por detrás del Partido Popular Europeo (179), en el que está el PP, y de la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas (146), en la que está el PSOE.

La declaración limitada y las ausencias italianas

Los que esperaban el anuncio del grupo se llevaron un chasco. La declaración, en lo referente a la "cooperación" en el Parlamento Europeo, se limita a acordar la "organización de reuniones conjuntas y la alineación de los votos en temas comunes", como la soberanía nacional y el rechazo a la "inmigración ilegal". No hay referencia al nuevo grupo. En lugar de eso, se insiste en lo que es común a todos, la "convicción profunda" de que hay que "poner fin a la inquietante idea de crear una UE gobernada por una élite autoproclamada" que desatiende la "cultura" y el "patrimonio" europeos, en referencia a su herencia cristiana.

Han sido varios los análisis que han visto esta declaración como una maniobra de distracción de lo esencial, que es el hecho de que no ha habido acuerdo sobre un supergrupo que haría realidad el anhelo de Steve Bannon, el que fuera gurú del nacionalpopulismo. En declaraciones a Euronews, Wojciech Przybylski, experto en asuntos de la UE, afirmó que la reunión es una estrategia de marketing para dar una imagen de unidad que en realidad no existe. Leída en detalle, la declaración no supone un avance significativo con respecto al manifiesto de julio de oposición a la "federalización" europea.

Otro dato que ensombrece el resultado fueron algunas ausencias. Es cierto que la cumbre se anotó la asistencia de los presidentes de los partidos gobernantes en Hungría y Polonia, Viktor Orbán y Jarosław Kaczyński, así como del primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki. Además, estuvieron Martin Helme, líder del Partido Popular Conservador de Estonia, y Tom Van Grieken, su homólogo en Vlaams Belang. Sin embargo, no estuvieron ni Matteo Salvini, líder de La Lega, ni Giorgia Meloni, de Fratelli d'Italia.

Lo que separa

A pesar de la falta de acuerdo sobre un nuevo grupo y las ausencias italianas, los análisis recabados para este artículo coinciden en un punto: es cierto que existen elementos que frenan la cooperación, pero crecen los que empujan hacia una integración sobre la que existe una voluntad cada vez más asentada.

Entre las cuestiones que separan, hay una ya clásica. Existen fuerzas que han defendido o al menos coqueteado con la Rusia de Vladimir Putin, como Agrupación Nacional, La Lega, el Partido de la Libertad de Austria y Alternativa para Alemania. Y una con un serio recelo hacia Putin, Ley y Justicia, de Polonia, cuyas tiranteces con Marine Le Pen por este asunto son conocidas.

Otro obstáculo para la integración es la mencionada rivalidad entre La Lega (en Identidad y Democracia) y Fratelli d'Italia (en Conservadores y Reformistas).

La socióloga Beatriz Acha, autora de Analizar el auge de la ultraderecha, llama a no desmerecer la importancia de los factores que desde los años 80 han frustrado la unidad, entre ellos los "egos políticos", las pugnas en clave nacionalista entre distintos países y sobre todo la posición ante Rusia, más aún cuando la posición de la UE ante el país de Vladimir Putin no está del todo definida.

Lo que empuja a la unión

En el otro lado de la balanza, está lo que une. Parta empezar, las prioridades políticas, dominadas por el nacionalismo, el rechazo a la inmigración y los planteamientos restrictivos en materia moral y de familia. Además, ahora emergen otras fuerzas que empujan al encuentro. El profesor de Ciencia Política en la Universidad Carlos III Guillermo Fernández, autor de Qué hacer con la extrema derecha en Europa. El caso del Frente Nacional, se muestra consciente de que la reunión ha tenido un ánimo publicitario, pero al mismo tiempo señala que hay síntomas de una "cierta reconciliación" de posiciones, derivada de nuevos incentivos para el acuerdo. ¿Cuáles? Veamos.

Los gobiernos de Hungría y Polonia necesitan fortalecerse para su desafío a Bruselas. Orbán está en un momento delicado. Con el Fidesz fuera del Partido Popular Europeo y enfrentado a la Comisión, necesita más que nunca aliados, también por una cuestión interna, dado que por primera vez el grueso los grupos de la oposición han sumado fuerzas para presentar una candidatura única en 2022. El Gobierno de Polonia, por su parte, reforzaría su posición en el pulso con Bruselas formando parte del tercer grupo de la Eurocámara.

Aquí resulta significativa la presencia en Varsovia de Marine Le Pen. El interés de la candidata francesa tiene explicación interna, ya que se encuentra amenazada por Eric Zemmour. Un hipotético grupo le permitiría presentarse como una referencia de un pujante frente de escala europea, en contraste con el inexperto Zemmour. Así lo ve, desde dentro del Parlamento europeo, Ernest Urtasun, vicepresidente del Grupo de Los Verdes/Alianza Libre Europea, que cree que la máxima interesada el nuevo grupo es Le Pen. Está por ver qué posición adopta Alternativa para Alemania, instalada en la irrelevancia en su país tras cuatro años de cordón sanitario, que podría ver en el nuevo grupo una vía para ganar margen de maniobra al menos en Europa.

Juan Francisco Albert, director del centro de investigación sobre extrema derecha Al Descubierto, pone el énfasis en el interés de estas fuerzas por evitar un posible aislamiento. A su juicio, un hipotético grupo con el tercer mayor número de miembros podría "hacer caer el cordón sanitario", que actualmente se aplica a Identidad y Democracia y en menor medida a Conservadores y Reformistas. Tradicionalmente, este grupo no han sufrido dicho cordón, dado que dentro estaban los tories de Reino Unido. Ahora, con el Brexit y la incorporación de fuerzas como Vox, el escenario cambia. Los Conservadores y Reformistas se debaten entre acercarse a la moderación para seguir siendo atractivos para pactos con el Partido Popular Europeo o sumar fuerzas con Identidad y Democracia y romper el cordón a base de una mayor fuerza.

"Yo tengo dudas –dice Albert– de que el Partido Popular Europeo acabe resistiendo mucho tiempo un cordón sanitario si la extrema derecha es numerosa y actúa con coordinación y especialmente si ellos mismos sufren un retroceso, como ha ocurrido en Alemania". A su juicio, persisten "grandes diferencias" en el seno de la ultraderecha, pero el contexto anima más que nunca a una integración que nunca sería total pero sí permitiría "tener una posición común más fuerte" ante Bruselas y "presionar al Partido Popular Europeo". Urtasun coincide: "Uno de los motivos fundamentales de la búsqueda del grupo es convertirse en el tercero y poner en dificultad al Partido Popular Europeo". El periodista Miquel Ramos, coordinador del informe De los neocón a los neonazis. La derecha radical en el Estado español, afirma que las fuerzas de extrema derecha están tomando plena conciencia "del poder que tienen" y lo quieren hacer valer con una mayor influencia. "Hay diferencias, sí. Pero ya logran condicionar la política de la derecha en cada vez más países, sólo hay que ver el caso de España, y están haciendo movimientos para hacerlo aún más en la UE", señala.

La renovación de los órganos parlamentarios

El eurodiputado en el grupo de La Izquierda Miguel Urbán, autor del ensayo La emergencia de Vox. Apuntes para combatir a la extrema derecha (Sylone), afirma que, más allá de la puesta en escena, la declaración conjunta y la aparente imagen de cooperación, el encuentro de Varsovia ha fracasado en lo que era su "principal objetivo", la conformación de un nuevo grupo. A su juicio, uno de los principales obstáculos es la lucha por el liderazgo de la derecha en Italia entre a Lega y Fratelli d'Italia, "aliada estratégica de Vox y a la que no le interesa ahora formar parte de esta operación e integrarse en un mismo grupo con Salvini".

El eurodiputado, no obstante, cree que hay incentivos importantes para la conformación del grupo. Aparte de los ya explicados –más poder, más tiempo y más dinero en el Parlamento, más fuerza para el Fidesz y Ley y Justicia en su pugna con Bruselas, una maniobra de autodefensa de Le Pen ante Zemmour–, Urbán alude a una razón de oportunidad política. "En breve llegamos a lo que se conoce como mid-term, la mitad de legislatura europea, cuando han transcurrido dos años y medio de los cinco y se renuevan los órganos del Parlamento... De ahí el interés y las prisas", señala. Un portavoz de la Eurocámara explica a infoLibre que el presidente de la misma para la segunda mitad de legislatura será elegido el 18 de enero y esa misma semana se renovarán también el resto de diputados con funciones clave: vicepresidentes de la Cámara, cuestores, presidentes y vicepresidentes de comisión y de delegación "Por eso están intentando acelerar el proceso justo ahora y puede ser determinante el encuentro en Madrid organizado por Vox", afirma Urbán.

Cita en enero en Madrid

El encuentro en España anunciado en la declaración conjunta, que según Abascal tendrá lugar en enero, supone un reforzamiento de Vox. Juan Francisco Albert (Al Descubierto) destaca cómo Abascal aprovecha las contradicciones y enfrentamientos de los demás para realzar su importancia dentro de un espacio en el que "hace apenas dos años era casi irrelevante". "Está desplegando una actividad internacional muy intensa, tanto en Europa como en toda América, que a su vez les sirve a nivel interno", señala.

En el mismo sentido apunta el investigador Guillermo Fernández, que destaca cómo Abascal ha aprovechado este encuentro para "publicitarse, mostrarse como un hombre con hechuras de líder europeo, que se reúne con jefes de gobierno y se presenta fuera como una especie de líder de la oposición española, al mismo tiempo que en España abre paso a debates como el cambio del funcionamiento en Europa o aumenta el espacio de otros que ya están presentes, como la inmigración". Beatriz Acha, autora de Analizar el auge de la extrema derecha, señala que Vox está encontrando asideros de los que agarrarse en su intento de "dar una imagen de partido en auge" y con proyección internacional, una estrategia en la que inserta tanto su logro de una cumbre en Madrid como su reciente gira por América Latina. ¿Vox gana relevancia? "Claramente", responde Miquel Ramos. "Hay una apuesta por darle peso a un partido que ha sido el último en entrar en las instituciones" y que además tiene en España "gran influencia". Aquí el cordón sanitario no llegó a estrenarse.

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