Memoria histórica
El turismo de búnker y trinchera prolifera en España: "La Guerra Civil está de moda"
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Domingo, 12.45 horas. La actividad entre los senderos que discurren de forma perpendicular a la serpenteante carretera comarcal que conecta los municipios madrileños de Morata de Tajuña y San Martín de la Vega es intensa. A lo largo del camino, los grupos de ciclistas y motoristas se van cruzando con algunas parejas de excursionistas que tratan de aprovechar la mañana para desconectar paseando por el campo. La zona está plagada de olivos. Pero también cargada de una historia cuyos restos van aflorando poco a poco. Sin apenas señalización, aparecen viejos nidos de ametralladora, fortines, parapetos o trincheras. Es el recuerdo que queda en pie de la Batalla del Jarama, la ofensiva puesta en marcha por el bando golpista a fin de cortar las líneas de suministro de la capital republicana con València. Un hecho histórico que el consistorio recupera anualmente con visitas guiadas.
Hace años que los ayuntamientos de la zona se dieron cuenta del potencial que podía tener este tipo de turismo de memoria bélica. Tanto es así que en 2017 decidieron acudir a la Feria Internacional del Turismo (Fitur) con esta oferta bajo el brazo. Así, instalaron un pequeño stand en Ifema en el que daban a conocer un mapa con las posibles rutas históricas. Un nicho de mercado del que también se percataron, en el noreste peninsular, Andreu Caralt y Maite Hernández, de Terra Enllà. "Ibas a la Feria del Turismo de Barcelona y te dabas cuenta de que apenas existían propuestas de este tipo", cuenta el primero. Por aquel entonces, intentar ganarse la vida con actividades de estas características era toda una aventura. Pero ellos le vieron la fuerza suficiente suficiente como para lanzarse a la piscina.
El turismo bélico y de memoria lleva décadas potenciándose a lo largo de Europa, empujado sobre todo por el recuerdo de la Segunda Guerra Mundial. Solo hay que poner el ojo en Alemania o Francia, donde los polos de atracción son inmensos. La oficina de turismo de Berlín, por ejemplo, ofrece a los visitantes un amplio abanico de posibilidades para adentrarse durante cuatro horas en el Tercer Reich con rutas guiadas centradas en el auge y caída del nacionalsocialismo –Ministerio de Defensa de Hermann Göring, ruinas del cuartel general de las SS y la Gestapo o campo de concentración de Sachsenhausen– o la Guerra Fría. Y hay infinidad de empresas privadas que se dedican, en exclusiva, a tocar este tipo de temáticas.
En nuestro país, no obstante, dichas iniciativas se han hecho esperar. Quizá porque todavía la Guerra Civil continúa siendo un tema tan espinoso que prefiere esquivarse. Sin embargo, el potencial de España para apostar por un turismo de estas características que rompe completamente con el clásico sol y playa es enorme. Y su potenciación puede ayudar tanto al mantenimiento de la memoria como a la preservación de todos estos vestigios históricos.
Cada vez se ha ido poniendo más patrimonio histórico de esta etapa a disposición de todo el mundo. "Hay tres premisas que han favorecido esta situación. Por un lado, una apertura social hacia este patrimonio que en el pasado suscitaba rencores y malestar. Por otro lado, un apoyo desde administraciones y corporaciones municipales a dichos procesos. Y, por último, una profesionalización del sector en el que arqueólogos, museólogos o intérpretes de patrimonio han recogido el legado de aquellas asociaciones y colectivos que altruistamente iniciaron esta labor", señalan los historiadores Óscar Navajas y Julián González en su artículo "Turismo en espacios de conflicto", en el que sostienen que parte de este cambio viene también motivado por "por el crecimiento de la demanda turística".
El potencial de Madrid
"La Guerra Civil está de moda. Hay un interés enorme", sostiene al otro lado del teléfono Antonio Morcillo, historiador y presidente del Grupo de Estudios del Frente de Madrid (Gefrema), colectivo que lleva casi dos décadas dedicado a la investigación, divulgación y conservación del patrimonio relacionado con la contienda. Una tarea en la que tienen una importancia notable las rutas históricas. Ofrecen cerca de una veintena diferentes. Son itinerarios de algo más de tres horas por algunos de los lugares más icónicos. Así, por ejemplo, tienen dos recorridos por el Barrio de Salamanca o uno centrado en las milicias vascas o los fortines del Cerro de la Mica. Pero de todas, la más extensa es la del frente de Casa de Campo, separada en cuatro partes.
Por cada ruta, cobran diez euros. Los socios, que abonan una cuota anual de 30 euros, tienen precio amigo. "Nuestro tiempo vale dinero. Además, si la gente no paga no se compromete a nada", explica Morcillo, que atiende a este diario mientras trabaja con técnicos municipales en la señalización en la Casa de Campo de todas las trincheras a fin de evitar que la maquinaria pueda dañarlas durante los trabajos de recogida de ramas caídas tras Filomena.
Ruta de Brunete en la Memoria. | Sven Tuytens
No es el único colectivo que organiza visitas guiadas de estas características. También lo hace Brunete en la Memoria, integrado solamente por un par de personas: el historiador Ernesto Viñas y el periodista belga Sven Tuytens. En su caso, las rutas por algunos de los enclaves de la Batalla de Brunete las realizan bajo petición. "No promocionamos estas excursiones, sino que dejamos que nos encuentren", resume el primero de ellos. Tampoco tienen una tarifa establecida. Eso sí, aceptan donativos para el sostenimiento de sus actividades, que también están centradas en la investigación y elaboración de un censo de combatientes de ese enfrentamiento, registrado en julio de 1937 y con el que las tropas republicanas trataban de aliviar la presión sobre la capital.
Viñas reconoce que la pandemia frenó en seco las visitas guiadas, por las que ya habrán pasado, según sus cálculos, alrededor de dos millares de personas a lo largo de todos estos años. "Cuando estalló todo, teníamos unas cinco o seis excursiones apalabradas de unas cincuenta personas", cuenta. La gente, dice, "sale encantada": "No gasta mucho dinero y mueve la economía local". La región tiene, en su opinión, muchísimo potencial para esta modalidad turística. Al fin y al cabo, el patrimonio militar vinculado a la Guerra Civil "es inmenso" en la Comunidad de Madrid. A pesar de ello, echa en falta una apuesta decidida por parte de las administraciones en la potenciación de este tipo de visitas, aunque ha apreciado un avance por parte del Ejecutivo regional en los últimos años.
Morcillo, por su parte, señala que en la actualidad existe una "concienciación grande" por parte de la sociedad y las administraciones sobre estos vestigios. Así, recuerda que en 2013 la Ley de Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid aportó un manto de protección sobre todas las fortificaciones desperdigadas por la geografía madrileña. Y que seis años más tarde confeccionó una suerte de Libro Blanco en el que se ponía de relieve la existencia de cerca de un millar de fichas que referenciaban patrimonio vinculado a la Guerra Civil.
En muchos casos, además, se ha procedido a su adecuación y restauración con fondos públicos. Es lo que se hizo con el Blockhaus 13, una fortificación de hormigón declarada Bien de Interés Cultural y levantada por la Segunda Compañía del 7º Batallón de Zapadores del bando sublevado. Del mismo modo, también se ha dado mucha difusión por parte de las administraciones a la conocida como ruta del Frente del Agua, que parte de Paredes de Buitrago y recorre, a través de un sendero señalizado con hitos y paneles explicativos, posiciones de ambos bandos de la contienda.
De la València republicana a la Batalla del Ebro
El presidente de Gefrema reconoce que esta nueva forma de turismo es un filón de ingresos. Por eso, dice, al calor del creciente interés por la contienda han proliferado decenas de empresas privadas que dedican buena parte de su actividad a explotar esta parte de la historia reciente de España. Caminart es una de ellas. Esta firma turística, puesta en marcha hace más de siete años, nació con la intención clara de mostrar València de una manera diferente. "Desde el principio planteamos una ruta por la València republicana y los refugios antiaéreos", cuenta César Guardeño, su fundador.
Por aquel entonces, relata el empresario, no había posibilidades de que el público pudiera visitar este tipo de emplazamientos. Recurrían, cuenta, a conocidos que les dejaban pasar para mostrar alguno de ellos a los clientes. "Hasta 2015 o 2016 no empezaron a abrirse a los visitantes otros refugios antiaéreos, como el del Ayuntamiento o el de la calle Serrano", continúa. Por eso, ellos fueron, en gran medida, pioneros. Ahora, sin embargo, el abanico de posibilidades se ha ido abriendo.
Lo han percibido también desde Terra Enllà, empresa turística que un periodista y una antropóloga decidieron poner en marcha allá por 2014. En su caso, apostaron por ofrecer unos servicios centrados en exclusiva en las visitas guiadas por los lugares emblemáticos de la Batalla del Ebro y la Guerra Civil en las Tierras del Ebro. Pero tratan de combinar estas rutas con otras actividades con las que poder llegar al mayor público posible. "Sabíamos que existía un público batallero, mayoritariamente masculino. Sin embargo, nosotros queríamos abrir esta temática también al público femenino o familiar, por eso planteamos itinerarios combinados", explica Hernández.
Visita guiada a las trincheras de las Devees. | Terra Enllà
Así, por ejemplo, proponen dedicar una parte de la ruta a visitar escenarios de la contienda y la otra a hacer una degustación de vinos o remar en kayak. "Eso no quiere decir, ni mucho menos, que con esto desmejoremos la calidad de nuestro discurso", dice la antropóloga. De hecho, dicen que cada año están recibiendo "más público", lo que les permite ampliar su oferta. "Ahora estamos planteando también itinerarios por el Frente del Segre o por los lugares del exilio de 1939", apuntan.
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Todos coinciden en un perfil similar de visitante: adultos con edades superiores a los cuarenta años con un interés muy grande por la historia. Morcillo y Viñas hablan también de encargos de otros países. Personas que vienen porque sus antepasados combatieron en las Brigadas Internacionales y quieren ver algunos lugares concretos. Algo que también pasa, explica el miembro de Brunete en la Memoria, con familias españolas. "Igual nos han pedido información sobre un familiar y nos piden visitar la zona en la que estuvo", cuenta Viñas.
No obstante, también hay jóvenes. En más de una ocasión, explican, se les han encargado rutas por parte de colegios, institutos o universidades con el objetivo de que los chavales puedan aprender sobre el terreno. "También familias que traen a los niños preocupadas por un desconocimiento de estos hechos y por el temor de que la extrema derecha esté consiguiendo colocar un determinado tipo de discurso alrededor de ellos", apunta Hernández. Por eso, desde Terra Enllà hacen tanto hincapié en que lo que ellos plantean son rutas de memoria. Una expresión que no gusta a Morcillo. "Una memoria mal entendida está llevando a la destrucción de restos que forman parte de nuestra historia", sostiene al otro lado del teléfono.
Por eso, el presidente de Gefrema dice que por lo que ellos apuestan es por enseñar historia con profesionales "muy formados" y por encima de "ideologías". Por tanto, es necesario acudir a estas rutas con la mente "muy abierta". Unas visitas guiadas que, coinciden todos ellos, contribuyen a la preservación de todas estas piezas históricas. "Ayuda mucho a que se puedan poner en valor, porque cuando las personas valoran algo no le hacen daño. Además, mueve también las conciencias de muchos ayuntamientos que tienen en sus términos restos de estas características para tratar de preservarlos", concluye Morcillo.