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La mitad de todo

Margarita Salas, la científica española más importante del siglo XX

La bioquímica Margarita Salas durante una entrevista en 2019.

Margarita Salas (Canero, Asturias, 1938) es la mujer que abrió paso a las demás españolas que quieren dedicarse a la investigación científica. Su nombre es reconocido mundialmente por haber sido la descubridora, junto con un grupo de trabajo, de la proteína DNA polimerasa, gracias a la cual es posible amplificar el ADN. Sin embargo, su carrera como bioquímica no ha sido fácil por el simple hecho de ser mujer, ya que le tocó vivir el machismo y la misoginia imperante de la época franquista. A pesar de ello, es la científica española más importante del pasado siglo y así lo confirman los numerosos premios que ha recibido por su trayectoria, como el Premio Inventor Europeo 2019 o la Medalla Echegaray 2016 y, por estos motivos figura en La mitad de todo, la sección de la revista Verano Libre dedicada a recordar a algunas de las mujeres que han marcado la historia española del siglo XX en la política, la cultura, la ciencia o el deporte.

"Para mí al principio fue muy difícil ser mujer, se me discriminaba. Cuando empecé mi doctorado en 1961 casi no había mujeres investigando en España. Se pensaba que no estábamos capacitadas para hacer investigación. Ahora superan a los hombres que empiezan un doctorado en nuestros laboratorios", recordaba Salas en El País. Tras licenciarse en Bioquímica, tuvo la oportunidad de conocer al investigador español Severo Ochoa, que era cercano a su familia. El Premio Nobel de Fisiología y Medicina fue quien la animó para que realizase su tesis doctoral en el laboratorio de Albert Sols, investigador pionero en España sobre Bioquímica, y Salas aceptó.

El machismo de su director de tesis

Cuando Margarita Salas acudió al laboratorio de Sols para pedirle que fuese su director de tesis doctoral, este aceptó porque le presentó una carta de recomendación firmada por Severo Ochoa. "Sin esa carta probablemente no me hubiese admitido, porque en esa época se pensaba que las mujeres no valían para hacer investigación. Sols era un excelente bioquímico, con él aprendí mucho, pero también lo pasé muy mal, porque me ignoraba totalmente. Era invisible para él", explicó la científica en el portal Mujeres a seguir.

Eladio Viñuela, marido de Salas, comenzó a trabajar en el mismo laboratorio bajo las órdenes de Sols y, según la investigadora, el bioquímico se dirigía a su esposo siempre que hablaba con ambos. "Bah, una chica. Voy a darle algo fácil y si no sale, no importa", explicó Sols, después de que Margarita Salas ganase el Premio Severo Ochoa de Investigación Biomédica en 1986, sobre lo que pensaba cuando la conoció. A Sols no le quedó más remedio que admitir que se había equivocado.

Tras su experiencia trabajando con Sols, tanto Salas como Viñuela se marcharon juntos a Estados Unidos para trabajar en el laboratorio de Severo Ochoa en la Universidad de Nueva York. Ochoa decidió que el matrimonio trabajase por separado, sobre todo porque era consciente de que el reconocimiento de las investigaciones se lo llevaría él y ella quedaría relegada a un segundo plano. "En Nueva York con Severo Ochoa no me sentí discriminada por el hecho de ser mujer. Trabajamos muy bien y publicamos muy bien", explicó la bioquímica en una conferencia en la Fundación Juan March. Sin embargo, a su vuelta a España en 1967, Margarita Salas revivió el machismo.

 

La bioquímica y ganadora del Premio Inventor Europeo 2019, Margarita Salas, durante su intervención en el acto de homenaje, en el Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria-INIA. EUROPA PRESS

Su regreso se produjo porque el matrimonio quería continuar investigando sobre biología molecular en España y lo consiguieron gracias a una beca, sin la cual no hubiesen podido desarrollar sus ideas. De esta manera, crearon su propio grupo de trabajo, el primero sobre investigación genética molecular del país, en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). De esta manera el matrimonio pasó a dirigir tesis doctorales. "Nos repartíamos los estudiantes entre Eladio y yo, y tengo que decir que en ningún momento me sentí discriminada por ninguno de mis doctorados hombres. Pero de cara al exterior yo era la mujer de Eladio". Tres años después, él decidió echarse a un lado y dejó que Margarita Salas continuase sola la investigación sobre el virus bacteriano phi29.

Un descubrimiento que cambió la Ciencia

En el CSIC, Margarita Salas logró descubrir que el virus bacteriano phi29 podía crear una enzima llamada phi29 ADN polimerasa, que permite obtener resultados más fiables –menos de un error entre un millón– con cantidades muy pequeñas de material genético. Este descubrimiento de la científica española supuso el punto de partida de las pruebas innovadoras de ADN, gracias a las cuales ahora se pueden estudiar microbios, pequeñas superpoblaciones de células que podrían originar tumores o ayudar a identificar a víctimas y criminales, ya que gracias a esta enzima se pueden ampliar las muestras de ADN encontradas.

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Por esta y otras investigaciones, Margarita Salas es, hasta el momento, la investigadora española más importante de la historia. Entre los reconocimientos más destacados que ha recibido por su labor científica se encuentran el nombramiento de la Unesco en 1999 como la Investigadora Europea del año o su entrada en 2007 en la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, siendo la primera mujer española en formar parte de la institución. También pertenece a la Academia Europea de Ciencias y Artes y la Real Academia Española, entre otras, donde defiende la labor de los investigadores en esta institución para traducir el lenguaje científico al castellano.

A sus 80 años no ha dejado de investigar, cada mañana acude a su laboratorio y por las tardes se dedica a temas relacionados con su labor en las diversas academias a las que pertenece. A pesar de su valiosa carrera científica, Margarita Salas no se olvida de los jóvenes investigadores españoles y suele destacar que "en España no hacemos Ciencia, hacemos milagros con la poca financiación que hay". "No puede ser que a nivel mundial estemos novenos en investigación y los trigésimos en financiación. Es una diferencia abismal. Hace falta mucho entusiasmo, mucho tesón y ayuda", insistió la bioquímica recientemente en una entrevista en el diario Abc

 

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