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Haciendo la historia

'Sufragistas': la conquista del voto femenino

'Sufragistas': La conquista del voto femenino

"Nacer mujer es el peor castigo", decía Amelia en La casa de Bernarda Alba, de García Lorca. Y no le faltaba razón. Nacer mujer hace no tanto tiempo podía ser considerado toda una desgracia. Como Libertarias (Vicente Aranda, 1996) o  Las mujeres de verdad tienen curvas (Patricia Cardoso, 2002), entre muchas otras, la evolución de la mujer no ha pasado desapercibida en la gran pantalla. La película Sufragistas aporta esta temporada su granito de arena a la causa feminista en el séptimo arte y, con una mezcla de realidad y ficción, nos traslada a la Gran Bretaña de principios del siglo XX, concretamente al movimiento de mujeres que marcó un hito histórico seguido, aunque no tan rápidamente, por el resto del mundo.

Sufragistas recupera la historia de las inglesas que iniciaron una intensa lucha con el objetivo de ser reconocidas como iguales a los hombres, comenzando por lo más básico, su derecho al voto. Un grupo de mujeres que, como pronuncian reiteradamente en la película, no quieren "quebrantar las leyes" sino redactarlas. La película se inicia en 1912, cuando las británicas llevaban ya una larga historia de movilizaciones y promesas incumplidas a sus espaldas. Los esfuerzos de este movimiento, encabezado por mujeres de la burguesía pero integrado también por obreras, alcanzó su meta en 1918, cuando se permitió votar a las mayores de 30 años, y 1928, cuando pudieron hacerlo todas las mujeres, al fin en las mismas condiciones que los hombres. 

La película ha sido dirigida por Sarah Gavron (Village at the end of the world, 2012) con guion de Abi Morgan (La dama de hierro, Shame, The hour). En su proyección, ambas cuentan el proceso de conversión política e ideológica de Maud Walts (Carey Mulligan, Lejos del mundanal ruido, El gran Gatsby), una joven obrera y madre de un niño que con 24 años vive resignada a su condición inferior de mujer, pues tampoco conoce otra cosa.

Maud, que trabaja sin descanso en una lavandería desde que tenía siete años, ostenta un cargo "privilegiado" tras haber aguantado durante años abusos sexuales por parte de su patrón hasta que se esta se cansa de ella. Un día, la joven descubre que su jefe intenta abusar de la hija de otra trabajadora, y seguidamente se topa con un grupo de sufragistas que atacan un establecimiento al grito de: “¡Por el voto femenino!”. Desde ese instante, algo cambia dentro de su mente y comienza a percibir cada resquicio de degradación en su cotidianeidad, comenzando por su vida conyugal.

Maud traba en la lavandería en una de las escenas del filme. 

El vínculo entre la protagonista ficticia y los personajes reales es Violet (Anne-Marie Duff), una compañera declarada abiertamente sufragista que trabaja en la lavandería junto a Maud. Ella la introduce en el grupo liderado por la emblemática figura de Emmeline Pankhurst (Meryl Streep), la líder que fundó la Unión Política y Social de la Mujer en 1903 y que fue encarcelada en varias ocasiones por encabezar protestas pacíficas (y no tanto) en favor de la causa.

El personaje de la señora Pankhurst –que aparece durante escasos cinco minutos en la proyección– no es el único real de la película, que también recupera la figura de Emily Davison (Natalie Press). La maestra de escuela que en junio de 1913 se convirtió en mártir de la causa sufragista al arrojarse a los pies de un caballo propiedad del rey George V en el gran Derby de Epson es un personaje que no podía faltar en la película dada su repercusión en la historia real.

No obstante, es el personaje ficticio de Maud, el que lleva el peso político, ideológico y moral de la cinta, junto a otras de sus compañeras, como Edith (Helena Bonham Carter). A pesar de que comienza su andadura coqueteando tímidamente con el movimiento, su personaje va creciendo poco a poco en sus propias creencias y su desafío a la autoridad machista hasta que ya no tiene nada que perder, cuando su marido da en adopción a su hijo tras echarla de casa.

"Hechos, no palabras"

Como relata la película, Emmeline Pankhurst se cansó de que sus palabras no tuviesen repercusión, lo que le obligó directamente a pasar a los hechos: "Hechos, no palabras" ("Deeds not words", en inglés) se convirtió en la consigna del movimiento. La líder del sufragismo femenino británico vivió toda su vida rodeada de defensores de los derechos de la mujer. Sus padres, su marido e hijas creyeron en la necesidad de cambiar la sociedad y dar a las mujeres un papel tan activo como el de los hombres.

Tras quedarse viuda en 1898, Emmeline se centró mucho más en su carrera política acompañada de sus propias hijas con las que, pasado el tiempo, tendría ciertas diferencias ideológicas –hay un momento de la película en la que uno de los personajes hace referencia a esto–. En 1903 se materializa por fin la causa con la creación de la Unión Social y Política de Mujeres que, aunque en principio no preocupó demasiado a las autoridades, terminó siendo considerado una amenaza para sus detractores.

Desde entonces, las sufragistas sufrieron boicots mediáticos como los que hace referencia la proyección, abusos policiales y violencia en sus mítines y concentraciones. Las sufragistas aumentaron también su nivel de agitación, hartas del ninguneo de la clase política y frustradas ante la dureza de las fuerzas del orden. Su campaña acabó incluyendo atentados contra edificios vacíos pertenecientes a parlamentarios, cortes en las líneas de teléfonos, sabotajes al sistema de correos y ataques contra ciertas tiendas o comisarías de policía. Las militantes de Pankhurst descartaron desde el principio, sin embargo, la violencia contra las personas. 

La única escena donde sale explícitamente Emmeline Pankhurst

Dos años más tarde, su hija Christabel y otra sufragista fueron acusadas de agredir a la autoridad durante un mitin del Partido Laborista y fueron detenidas, arresto que tuvo un gran eco mediático y que marcó un nuevo rumbo en la lucha, pues tras su encarcelamiento el número de mujeres que se adhirió a ella aumentó muy significativamente. Tanto Emmeline como sus hijas (Sylvia y Christabel) iniciaron entonces una oleada de manifestaciones cada vez más desafiantes en Londres. Fueron numerosas las detenciones y, en un intento por darle visibilidad pública a la causa, se iniciaron huelgas de hambre durante las estancias en prisión, algo que se cobró la vida de más de una de las muchachas fieles a la causa.

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De hecho, la líder del movimiento fue encarcelada en 12 ocasiones, y en una de la smás largas, que duró 30 días, se le aplicó por primera vez la alimentación forzosa –en la película es a Maud a la que le aplican este tratamiento carcelario– al declararse en huelga de hambre. Pero ni las detenciones ni el hambre consiguieron aplacar a Pankhurst, cuyo mensaje cada vez era más escuchado. Tanto fue así, que en 1913 consiguió pronunciar su famoso discurso Freedom or dead(Libertad o muerte) en Connecticut, Estados Unidos.

Con el inicio de la Gran Guerra, Emmeline aceptó el cese de sus actividades y la redirección de sus fuerzas hacia la retaguardia de la contienda a cambio de que el Gobierno liberase a las encarceladas por la defensa del voto femenino. En ese momento, se volcó en apoyar a los Aliados en el conflicto. La película no alzanza, sin embargo, esas fechas, y ha suscitado críticas positivas que alaban su espíritu y su fidelidad a la historia, aunque el hilo conductor fuese un personaje ficticio.

Finalmente, en marzo de 1928 el gobierno británico reconoció el derecho al voto femenino, que se aplicó a partir de los 21 años al igual que para los hombres, y que permitió que por primera vez las mujeres ocupasen cargos públicos. Tres meses más tarde, Emmeline Pankhurst murió a los 69 años viendo cumplido el objetivo por el que había luchado toda su vida.

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