Veranos con historia

Tiananmen: la matanza que frenó la ilusión democrática de los estudiantes chinos

Tiananmen: la revuelta estudiantil que miró con ilusión hacia Occidente

¿Qué pasó?

“Las topas comenzaron con gases lacrimógenos el desalojo de los 2.000 estudiantes concentrados en la plaza de Tiananmen. Más de 50.000 personas se encontraban en la explanada e hicieron frente a los primeros contingentes del Ejército”. Así comenzaba la crónica de Bosco Esteruelas, acompañada de la imagen de un obrero ensangrentado, con la que abría su portada El País aquel mes de junio de 1989. Al igual que el diario español, gran parte de la prensa internacional recogió en sus primeras planas los sucesos ocurridos aquella noche de verano en pleno corazón de la República Popular de China: la concentración estudiantil en la plaza de Tiananmen y las calles aledañas fue reprimida a balazos por el Ejército chino. Los cadáveres en el suelo, que pudieron verse aquellos días en imágenes difundidas por los medios de comunicación, evidenciaban la crudeza con la que el régimen comunista había puesto punto y final a una movilización obrera y estudiantil que había comenzado en la ciudad meses atrás.

¿Cuándo pasó?

Los sectores estudiantiles chinos ansiaban una apertura política y económica del país. Así, en 1986 salieron a la calle reclamando libertad y democracia en unas protestas que, en esa ocasión, no fueron reprimidas por las autoridades. Las constantes concentraciones en las calles de numerosas ciudades chinas provocaron un cisma en el seno de un Partido Comunista Chino (PCCh) liderado, en esos momentos, por Hu Yaobang, un dirigente considerado por los sectores más conservadores del partido como un “liberalista burgués y contrarrevolucionario”. Sin embargo, era apreciado por los estudiantes debido a su carácter reformista.

Finalmente, tras conversaciones tensas en las reuniones del Politburó del partido, en las que el entonces presidente del Gobierno, Deng Xiaping, llegó a cargar duramente contra Yaobang, la cabeza del secretario general del PCCh rodó en enero de 1987 y con ella todas las esperanzas de un futuro diferente para el país asiático. Hu fue cesado del cargo y reubicado en la segunda línea política del partido.

Casi no se supo nada del exsecretario general durante los dos años siguientes. Apenas aparecía en los medios de comunicación y ya no se reunía con personalidades públicas en sus intentos por acercar el país a las potencias occidentales. A pesar de ello, Hu Yaobang se convirtió en cierta medida en el detonante de las protestas sociales en Pekín.

La muerte del exdirigente comunista fue la oportunidad perfecta para volver a reclamar un aumento de las libertades en el país. Así, estudiantes y trabajadores chinos, además de algunos cuadros del propio Partido Comunista Chino, salieron a la calle en otra nueva oleada de protestas masivas. Casi dos meses de constantes movilizaciones y huelgas de hambre en las que la simbólica plaza de Tiananmen, donde se encuentra ubicado el Gran Palacio del Pueblo –sede de la Asamblea Popular China–, se convirtió en el epicentro de las protestas estudiantiles. Su hogar durante las acampadas y las largas noches en vela enfrentándose a las fuerzas del orden. Pero también la tumba de muchos de ellos. Con la ley marcial impuesta desde hacía más de dos semanas, el Ejecutivo aprobó la orden para desalojar la plaza. La noche del 3 de junio de 1989, tropas del Ejército Popular de Liberación entran a tiros en el enclave y las calles aledañas, asesinando e hiriendo a los que allí se encontraban concentrados.

¿Quiénes fueron los protagonistas?

En primer lugar hay que destacar la labor del movimiento estudiantil chino, perfectamente organizado, de la década de 1970 y 1980. Veinte años en los que se pidió reiteradamente, a través de movilizaciones sociales, una apertura del país y una moderación del PCCh. Aunque en un primer momento los manifestantes buscaban obtener, aquella primavera de 1989, una reivindicación de la figura política de Yaobang, en poco tiempo fueron aumentando sus exigencias. De esta forma, el 22 de abril de 1989, en un acto en honor del exsecretario general del PCCh, los estudiantes, a los que poco a poco se fueron uniendo trabajadores descontentos con sus salarios, entregaron una lista de reclamos al primer ministro chino, Li Peng, en el que exigían una mayor libertad de prensa y de publicación, medidas contra la corrupción gubernamental y mejoras materiales para los intelectuales, entre otros.

Pero el verdadero símbolo de aquellas protestas en el corazón político chino fue El rebelde desconocido. Quizá no sea muy reconocido con este nombre, pero la imagen de este personaje anónimo sosteniendo dos bolsas de plástico y frenando el avance de cinco tanques T-59 es la instantánea más conmovedora, y mediática, de aquellos días. La fotografía, tomada el 5 de junio por al menos tres fotógrafos diferentes desde los balcones del Hotel Beijing, fue presentada en occidente como un icono del movimiento democrático en china.

Los otros dos protagonistas fueron el Ejecutivo chino y el Ejército, que incluso había prometido un tiempo antes que no dispararía una sola bala contra el pueblo. El país, con Deng Xiaoping como presidente y Li Peng como premier, trataba de hacer frente a las voces críticas con el sistema y a una situación económica delicada –la inflación era cada vez más elevada y numerosas empresas estatales habían entrado en crisis–. Aunque parecía que la estabilidad en el seno del PCCh había llegado de la mano de Xiaoping y Hu Yaobang, lo cierto es que las tensiones entre el ala más conservadora del partido y el sector liberal, más propenso al reformismo, fueron aumentando paulatinamente desde 1981.

¿Qué fue de sus protagonistas?

La intervención militar en Tiananmen se saldó con un elevado número de muertos y heridos. Nunca se publicó en el país un balance oficial de víctimas. La Cruz Roja china cifró en 2.600 el número de muertos, teniendo en cuenta los que fueron asesinados en la plaza y los que fueron detenidos y ejecutados posteriormente. No pudieron ofrecer datos, sin embargo, del número de heridos aquella noche en las calles de Pekín.

En cuanto al hombre del tanque, nunca se supo la identidad de aquel joven que se acercó a los carros de combate y exigió a los militares que se fueran. Algunos medios de comunicación lo identificaron como Wang Weilin, pero nunca se confirmó su identidad. De él sólo queda aquella imagen, no se sabe si sigue vivo o fue detenido y eliminado por el régimen comunista. “Creo que no se le mató”, apuntó Jiang Zemin, exsecretario general del PCCh entre el 24 de junio de 1989 y el 15 de noviembre de 2002, durante una entrevista concedida al programa 20/20 de ABC News.

En cuanto al Gobierno chino, nunca mostró ni un ápice de arrepentimiento por lo ocurrido aquella noche. Así, el 4 de junio, los gobernantes chinos calificaron de “gloriosa victoria” el “aplastamiento de la revuelta contrarrevolucionaria”. El Ejecutivo incluso obligó a los familiares de las víctimas a pagar las balas que gastaron los soldados en el asesinato de sus seres queridos.

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En la actualidad, Tiananmen todavía sigue siendo un tema tabú en el país. Muchos de los participantes en aquellas protestas aún siguen detenidos y aquellos que en la actualidad pretenden recordar el tema son acosados por las autoridades. A pesar de ello, el Gobierno dio un paso adelante y se comprometió en 2011 a pagar compensaciones a las familias de las víctimas de la masacre, aunque todavía no se hayan escuchado disculpas oficiales por la brutal represión de aquel verano de 1989.

¿Por qué fue importante?

La matanza de Tiananmen fue la mayor masacre civil en el país tras las purgas en los últimos años del maoísmo. La enorme afluencia de gente en las calles de Pekín, que se llegó a cifrar en más de un millón de personas, evidenció el anhelo de una parte de la sociedad china de una apertura y democratización del país. Sin embargo, en opinión del periodista y economista Enrique Fanjul –consejero Económico y Comercial de la Embajada de España en Pekín entre 1987 y 1989–, “el legado de Tiananmen no ha sido muy importante”. “Desde el punto de vista político, no ha habido durante la década de los noventa y los primeros años de este siglo cambios sustanciales en el régimen político chino, que ha continuado dominado por el poder del Partido Comunista. Este ha cortado con firmeza los conatos de disidencia”, apuntó Fanjul en su artículo Tiananmen: un legado imperceptible.

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