Luis García Montero: "Hay que implicar a la gente en la política por todos los medios"

El poeta y catedrático de Literatura Española Luis García Montero (Granada, 1958) dirige desde 2018 el Instituto Cervantes. Estos días, su presencia ha sido reclamada en numerosos medios de comunicación con motivo de la publicación, primero, de su poemario Un año y tres meses, que recoge los versos escritos durante la enfermedad que llevó a la muerte a Almudena Grandes, y después, la presentación de la novela póstuma de la escritora fallecida, Todo va a mejorar, en la que él mismo ha colaborado para que viera la luz. Es un texto escrito durante la pandemia, en el que, tal y como explica García Montero, "hasta ese momento, Almudena estaba intentando comprender el presente en el recuerdo de la memoria heredada de lo que había sido el pasado. Y aquí lo que quiso, ante la sorpresa de la pandemia, es meditar los problemas del presente imaginando el futuro. Se imaginó qué cosas del presente podían abrirse camino frente a un mal futuro y reflexionó sobre la pandemia en favor de la defensa de la democracia".

Necesitamos propuestas

"En una sociedad hedonista aparece la pandemia y nos recuerda nuestras debilidades. En una sociedad que creía haber cerrado el capítulo de la Segunda Guerra Mundial, aparece el patriotismo de Putin y su necesidad de volver al panorama internacional provocando una invasión. La sensación que tengo es que el siglo XXI, que lo abordamos con un espíritu de juventud y esperanza, ha envejecido antes de cumplir 25 años y estamos volviendo al siglo XX. La Unión Europea es el único referente internacional que puede abordar esos valores y, al decir el único, digo que ese es también un problema. Francisco Ayala defendía algo que creía que era muy importante: las propuestas. Y añadía que para que se aceptaran las propuestas, debían ser aceptables. Y en eso estamos, en la lucha por proponer cosas que sean aceptables en un contexto internacional".

Implicación en política

"Uno de los problemas actuales de la vida política, y de la necesaria implicación de la gente, es precisamente el desprestigio de la política y el desprestigio de los políticos. Se está cultivando porque ya lo decía Antonio Machado a sus alumnos en el Juan de Mairena: ‘Cuidaos de la gente que os diga que no os metáis en política. Eso es que quieren hacer la política sin vosotros y, a ser posible, contra vosotros’. Entonces hay un intento de reducir la política al desprestigio, al todos son iguales y eso socava la democracia porque la política fue el invento de los seres humanos democráticos para resolver los conflictos de manera pacífica. Hay que implicar a la gente en la política por todos los medios. Hay que conseguir que la gente se sienta representada en las instituciones y no crea en ningún tipo de movimiento populista que, más allá de las leyes y las constituciones, pueda resolver sus asuntos. Porque, más que resolver asuntos, lo que facilitarán es su manipulación por las manos de los poderosos".

El peligro de la polarización

"La polarización es peligrosa porque pone en juego asuntos peligrosos. En primer lugar, contribuye al desprestigio de la política, porque parece que es un espacio del insulto y de la gente que no se puede entender. En segundo lugar, habla de una oposición que quiere boicotear todo para que nada le salga bien a las instituciones, o de instituciones que están dirigidas por gente que las considera no como un espacio de todos sino como un recinto particular al servicio de sus propios intereses. Las instituciones son de todos y, en este sentido, sí creo que es importante matizar, a la vista de cosas tan graves como el bloqueo del Consejo General del Poder Judicial o el tono de la oposición al Gobierno que ha asumido el Partido Popular, que a veces va acercándose a la demagogia de la extrema derecha... No creo que podamos decir que todos los políticos sean iguales".

Redes sociales y periodismo

"Las redes sociales son un espacio del progreso tecnológico de los nuevos fenómenos sociales. Y, como todos los nuevos fenómenos, pueden ser bien o mal utilizados. A mí me parece que las redes sociales sirven para la comunicación, para un diálogo. Lo que ocurre es que funcionan en marcos de absoluto poder mediático, con directrices de manipulación muy peligrosas. Recuerdo cuando el New York Times acusó a Donald Trump de lanzar treinta mentiras al día. La jefa de gabinete de la Casa Blanca dijo que el presidente no mentía, que había realidades alternativas. Es un peligro cuando confundimos la información de los hechos con la comunicación, porque la información, el trabajo riguroso, es el del periodismo. En cambio, en la comunicación está todo ese diálogo que puede servir para conocer o para engañarnos. Y hay muy poderosos mecanismos de engaño que extienden los bulos y las mentiras, y que destruyen el diálogo social en nombre de las supersticiones".

La extensión de la mentira

"Me gusta mucho el punto de vista de Albert Camus. Cuando hablaba de su oficio periodístico, dijo: ‘Yo no puedo comprometerme a estar en posesión de la verdad, me puedo comprometer a no mentir’. Eso es importante y también la duda, el esfuerzo por certificar las cosas y por conocer la verdad. Pero no se puede caer en el dogmatismo de creer que uno posee la verdad, porque la verdad tiene que ver también con un conocimiento siempre abierto de la realidad. Lo que sí es posible es comprometerse con no mentir a sabiendas. Hay una serie de valores que nos parecen importantes en la convivencia y vamos a acordar que esos valores son la verdad de nuestra convivencia y de nuestra sociedad. Si hay que cambiar alguno, pues se cambia, pero siempre en el acuerdo de los valores definidos como verdad. La posverdad y la posmodernidad son una renuncia cínica que a veces se vende como acto de rebeldía, pero que son en realidad una renuncia cívica a los valores de la democracia".

La extrema derecha

"El resurgir de la extrema derecha en los países occidentales y, en el caso de Italia concretamente, es tristemente importante. Se debe a distintos factores. Cuando la gente se siente desamparada es fácil que busque autoridades en las que refugiarse y el autoritarismo salta en seguida. Por otra parte, cuando las sociedades se convierten en un gran mercado, el sentido de pertenencia se debilita y se genera un vacío que hace que la identidad democrática deje hueco a identidades cerradas y que el sentido de pertenencia sea el de un patriotismo nacionalista que defienda el ser más allá de los valores democráticos y de los derechos humanos. Un tercer aspecto se puede relacionar con el poder caricaturizador que tienen las redes sociales frente a los debates complejos: se caricaturizan con mucha facilidad las ideas y es muy fácil caer y caricaturizar una democracia".

Ser de izquierdas

"Cada vez me identifico más con una palabra que tuvo durante la época de Franco mucha repercusión, 'rojo'. Los rojos eran los que no comulgaban con el régimen franquista porque creían en la democracia y no en el autoritarismo. Yo me siento muy identificado con la gente que lucha por la democracia y en ese sentido simpatizo con todo aquel que defiende valores feministas, democráticos, de igualdad económica, del trabajo decente... Esa es la mirada y el papel de la izquierda en un mundo en el que el Estado social ha sido sustituido en los últimos treinta años por un Estado neoliberal puesto al servicio de las grandes empresas y no de los valores de la gente, de la sanidad pública, de la educación pública, es decir, del bienestar de la ciudadanía. Esa es hoy la referencia de la izquierda que está intentando oponerse a la destrucción de la Unión Europea como punto de referencia de los derechos humanos y del Estado del bienestar".

Debate sobre impuestos

José Miguel Contreras: "Nunca hubo tanta mentira y tanta gente dispuesta a creerla"

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"Lo primero es advertir de cómo la derecha hace populismo e intenta manipular y engañar a la gente. El debate de los impuestos es muy sencillo. Si queremos convivir, necesitamos que el Estado tenga dinero para invertir en la convivencia, es decir, en la sanidad pública, en la educación pública, en los derechos cívicos, en una administración que sirva a la gente. Me gustaría subrayar que este debate no se está produciendo entre políticos. Ya sabemos que se ha conseguido en el neoliberalismo decir que todos los políticos son iguales, que todos están desprestigiados. Y en este caso hemos visto que eso es mentira. Lo que hay es un debate entre la autoridad política que nos representa a todos y los que quieren tener las manos libres para seguir acumulando beneficios desmedidos, entre la autoridad política y las grandes fortunas y los ricos. A los demócratas nos interesa reivindicar la autoridad de la política y de las instituciones frente a los populismos".

Otro punto de vista

"Cuando nos miramos en el espejo corremos el peligro de vernos de una manera muy complicada y muy triste, como el señor que ordena una invasión, un desahucio o que provoca el sufrimiento de la gente. A mí me gusta comprender que aparte de ese peligro llevamos también la posibilidad de la esperanza en el ser humano. En el ámbito familiar, en los momentos más críticos, surge el cuidar y el ser cuidado. Si esa dinámica pudiese proyectarse en el ámbito público, estaríamos hablando de una convivencia basada en el respeto y en el amor. Y eso es posible. Me parece que es importante saber que, más allá de los triunfos o de los fracasos están las propias convicciones, los propios compromisos que genera el amor a la vida y a los demás".

El recuerdo de Almudena

"Almudena tomó una decisión que es la de ser una escritora. Tuvo mucho éxito con Las edades de Lulú, se llevó al cine, se hicieron traducciones, la invitaban a todos los programas... y ella se planteó si quería ser famosa o ser escritora. Y decidió ser escritora y dedicarse a una literatura de calidad. Por eso me gustaría que lo que quedase en el imaginario de la gente es la calidad literaria de una buena escritora, como fue Almudena. También me gustaría que esa calidad literaria fuese compatible no con el elitismo, sino con el compromiso con la vida cotidiana de la gente. Ella decía siempre que el mayor premio para una escritora era ser querida por sus lectores y el formar parte de su educación sentimental. Y, como en el caso de figuras como Galdós, Federico García Lorca o Rosalía de Castro, la calidad literaria de Almudena, al mismo tiempo, representa una sociedad, una manera de sentir de la gente".

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