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‘Un caballero en Moscú’, un agradable divertimento contrarrevolucionario

'Un caballero en Moscú'.

Skyshowtime y Movistar+ ofrecen la esperanzadora serie limitada Un caballero en Moscú, protagonizada por Ewan McGregor. Un actor al que hemos visto como drogadicto en Trainspotting, como Obi-Wan Kenobi en la saga de La guerra de las galaxias, como actor y cantante en Moulin Rouge! o dando vida a dos gemelos en la tercera temporada de Fargo

Su protagonismo absoluto en la serie garantiza uno de los principales atractivos. Su personaje, el conde Alexander Ilyich Rostov, vive en arresto domiciliario en un hotel de lujo de Moscú en los años posteriores a la revolución soviética.

Un conde en un arresto domiciliario de lujo

El conde se libra de una condena a muerte por habérsele atribuido falsamente un poema revolucionario que había enardecido al pueblo. Es condenado a un confinamiento permanente en el Metropol, uno de los lugares más exquisitos de la capital soviética, en el que el aristócrata residía en 1917.

La historia de la serie recoge la novela del mismo nombre de Amor Towles, publicada en 2016. Enseguida fue considerada carne de adaptación a la pantalla, aunque el proyecto ha cambiado de manos. Primero iba a ser producida por Tom Harper y protagonizada por Kenneth Branagh hasta que cayó en manos de Ben Vanstone, quien la ha escrito con Nessah Muthy.

Un confinamiento desarrollado durante el covid

El proyecto de este hombre recluido dio sus primeros pasos durante el confinamiento de la pandemia del covid, en los primeros meses de 2020, lo que le daba mayor sentido según Vanstone.

El responsable de esta historia firmó también la entrañable serie británica Todas las criaturas grandes y pequeñas que sigue la actividad de unos veterinarios en el entorno rural de Yorkshire.

Un drama amable

El optimismo y el retrato amable de las relaciones personales marcan el sello Vanstone en los dos proyectos. Da igual lo adverso del contexto para el protagonista, en Un caballero en Moscú prima el aprendizaje, los hallazgos de las nuevas relaciones, el descubrimiento de la bondad y la nobleza de los demás.

Casi todos los personajes de la serie son tratados con cariño, independientemente del lugar que ocupan en los hechos revolucionarios y en el nuevo régimen. Se insiste en subrayar lo mucho que nos une nuestra humanidad por más que nuestras posiciones políticas nos lleven a lugares irreconciliables. 

Ausencia de cinismo

Vanstone ha afirmado a Goldderby que lo que le gustó del personaje era que “mantenía su humanidad durante unas circunstancias adversas”. Al guionista le gustan las historias como esta, sin ganchos narrativos, crímenes o suspense, en las que se trata del desarrollo de los personajes. Y sobre el tono de la novela, lo que más le atrajo fue su ausencia de cinismo.

Sobre McGregor, Vanstone se muestra entusiasmado: “creo que es muy raro tener un actor con el conjunto de habilidades que necesita el conde. Con el encanto, con la energía, el carácter juguetón, el peso y la dignidad natural”, afirma.

Un conde ligeramente anticuado entre bolcheviques

Para McGregor, según afirmó a Jess Cagle, el conde “es un hombre inteligente, pero también cree en su estatus, en la aristocracia, y sigue tratando de vestir como su abuelo, ajeno a la revolución. Poco a poco cambia, se abre, ama, se convierte en padre”.

Efectivamente, el arco de transformación del personaje es amplio ya que el tiempo durante el que se desarrolla la acción se prolonga durante décadas. Durante ese periodo, el conde Rostov combina su aire ensimismado de habitante de un mundo extinguido con la suficiente perspicacia para adaptarse a los cambios de su entorno.

Una historia corta que abarca décadas

Los ocho episodios informan de cuantos días de cautiverio arrastra el noble en cada momento y poco se cuenta de lo que ha ocurrido durante las elipsis. Los guionistas concluyeron que tratar de rellenar con información los enormes huecos, a veces de muchos años, generaba más preguntas que respuestas. Y este sistema de saltos inusualmente largos funciona con naturalidad.

La premisa general de toda la estructura resulta más mágica que realista. El hecho de que primero de Lenin y luego de Stalin permitieran la estancia del conde, mientras en el exterior se sucedían la represión y las purgas, genera una pequeña cápsula de buenas vibraciones en un entorno hostil, al estilo de La vida es bella.

La historia real del hotel Metropol

Sin embargo, lo que es cierto es que el Metropol, muy cercano a la plaza Roja y al Kremlin, se convirtió en un reducto de vida occidental pensado para que los visitantes extranjeros se llevaran una buena impresión del régimen comunista.

Algunas de las fascinantes historias que ha visto este hotel sirven de inspiración a la novela y a la serie. Periodistas, diplomáticos y artistas se alojaban o alternaban en los bares del hotel. 

Una de las más importantes escritoras rusas, Liudmila Petrushévkaia, nació y vivió sus primeros tres años en el Metropol hasta que su padre, destacado bolchevique fue declarado enemigo del estado. 

La inspiración del autor de la novela original

El autor de la novela, el estadounidense Towles, había quedado fascinado al recorrer Europa con el hecho de que en algunos grandes hoteles habitaban residentes permanentes. Unió en su trama la tradición rusa y soviética –y de muchos otros contextos– de los arrestos domiciliarios.

En la serie el mundo exterior se refleja dentro del hotel, pero este vive en una especie de limbo. La política está presente todo el tiempo, pero a menudo en un segundo plano y siempre por detrás de las relaciones entre los trabajadores y huéspedes del establecimiento.

La serie fue rodada en decorados construidos en Manchester y con exteriores tomados de aquí y allá de edificios del estilo del Metropol en el norte de Inglaterra. En cada secuencia se busca que los sets parezcan nuevos buscando diferentes rincones o ángulos para mostrarlos.

Una pareja que trabaja unida

El guion aumentó el protagonismo de uno de los personajes de la novela, la actriz Anna Urbanova, que pasa de vivir un romance esporádico con el conde a profundizar en su relación.

Urbanova está interpretada por Mary Elizabeth Winstead, que coincidió en el rodaje de Fargo III con Ewan McGregor. Los dos actores se divorciaron de sus parejas con las que llevaban más de veinte años e iniciaron una relación en aquel trabajo. 

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Desde entonces han buscado platós en los que coincidir. Lo hicieron en Aves de presa (y la fantabulosa emancipación de Harley Quinn) y esta serie les ha permitido compartir proyecto durante los seis meses de rodaje.

Retrato histórico incompleto

Un caballero en Moscú pertenece a la categoría de las historias reconfortantes, que buscan una sonrisa en su audiencia a pesar de dramas y problemas. Podía haber apretado un poco más en su retrato del régimen soviético y la sociedad que moría. Lo hace, pero prudentemente. Una apuesta más decidida por dar un punto de vista le hubiera hecho ganar en fuerza e interés. 

Consigue en cambio ese espacio para la calidez, para la dignidad, para la mejora personal de sus personajes. Crea un castigo edulcorado, una jaula de oro y con amigos, que permite hacer realidad una de las frases de la novela: “Al menos pongámonos de acuerdo en que cualquier persona sensata celebra lo que puede”.

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