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Jorge Crivillés: cruzar siete mares nadando por los enfermos de cáncer

Eva Baroja

Lo que más ha echado de menos Jorge Crivillés durante los meses de confinamiento ha sido perderse en el mar. Él, como Serrat, nació a las orillas del Mediterráneo hace cuarenta y nueve años. En sus aguas y en las de mares de todo el planeta ha pasado la última década, la más apasionante de su vida. Allí ha aguantado la feroz mirada de un tiburón a menos de un metro de su cuerpo y ha resistido a las picaduras de un banco de medusas ‘melena de león’, una de las especies más grandes y peligrosas. En enero, conseguía atravesar el Estrecho de Cook en Nueva Zelanda, después de veintiséis kilómetros y diez horas nadando sin descanso. Con este último reto, ha completado el desafío de los Siete Mares. Solo otras veinte personas en todo el mundo lo han conseguido, pero su motivación va mucho más allá de la mera superación personal. Jorge hace estos desafíos solidarios para apoyar y visibilizar la lucha de los pacientes con cáncer.

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Cuando le detectaron una lesión en la espalda en 2009, su médico le recomendó practicar natación para fortalecer los músculos y paliar los dolores. Aunque solía salir en bicicleta y a correr, no había nadado nunca, ni siquiera cuando era un niño: “Al principio fue un suplicio. Empecé a nadar en una piscina de 20 metros y a los 10 ya no podía ni respirar, me costaba muchísimo”. En la piscina, conoció a varios compañeros que empezaban a preparase para hacer travesías en mar abierto y le picó la curiosidad. En menos de un año, estaba cruzando el Estrecho de Gibraltar y creando el Club de Natación solidario RC7. Aunque no había sufrido ningún caso de cáncer en su entorno familiar, Jorge, que estudió Sociología y es visitador médico en una farmacéutica, conocía de cerca la importancia que tienen este tipo de iniciativas solidarias para el Grupo Español de Pacientes con Cáncer (GEPAC) y la Asociación de Pacientes con Linfoma, Mieloma y Leucemia (AEAL). Desde que empezó a hacer sus retos, ha colaborado con ellas ayudando a concienciar y consiguiendo repercusión y fondos. Los pacientes no pueden estar más agradecidos: “Es un honor contar con el apoyo y la entrega de Jorgehonor, siempre nos tiene presentes en cada uno de sus retos”, explica la presidenta de ambas asociaciones, Begoña Barragán, a infoLibre.

La fortaleza mental y capacidad de resistencia de Jorge siempre ha sido una fuente de inspiración para los que se enfrentan al diagnóstico de un cáncer y a todo el durísimo proceso que viene tras él: “Me dicen que les motivo muchísimo. Ven en mí un ejemplo de esfuerzo y superación y a mí ellos me ayudan a tirar para adelante en medio de un desafío cuando lo estoy pasando realmente mal”. Siete mares después, Jorge se ha enfrentado a condiciones muy adversas y ha llevado su cuerpo al límite. Su mujer Chus, además de ayudarle con las tareas de comunicación y gestión de redes sociales, siempre le ha acompañado en cada viaje y en cada reto. Ella le espera en tierra, donde, a veces, confiesa, se pasa muy mal: “Lo aceptas porque es lo que le apasiona, pero cuando está en riesgo se sufre mucho”. Como cuando cruzando el Canal del Norte, entre Irlanda y Escocia, le tuvieron que sacar de urgencia del mar antes de que su cuerpo entrase en estado de hipotermia. O como cuando en el Estrecho de Molokai, en Hawái, se vio, de repente, rodeado de tiburones: “El corazón me iba a cuarenta mil por hora. Ahí pensé: “Igual no muero de un bocado pero sí de un ataque al corazón”. Aun así, Jorge no quiso subirse al barco para que no le anulasen la prueba y aguantó la respiración, manteniéndose en posición vertical, hasta que el último de los tiburones se alejó.

Para él no existe el miedo, ni el frío, ni el dolor, ese que siente en los hombros, los brazos y las piernas después de tantísimas horas braceando contra la corriente. No hay nada que le pare. En estos últimos años, ha viajado por todo el mundo y ha conocido a gente que le ha cambiado como persona, muchos son pacientes de cáncer. Reconoce que ellos le han ayudado a descubrir cuáles son los valores que le mueven y que, ante todo, quiere transmitir a su hijo Javier de dieciséis años: “Focalízate en algo, tira para adelante y supérate”. No será fácil, pero hay que intentarlo.

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