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'La joven de la perla': ¿Cuál es el truco de Vermeer para que no puedas dejar de mirar?

“La joven de la perla está ahí, no hay nada entre ella y nosotros”. La reflexión es de Tracy Chevalier, autora de Girl with a Pearl Earring. Continúa: “Tiene la cualidad mágica de ser increíblemente abierta y, al mismo tiempo, misteriosa”. Eso es, en palabras de la escritora, lo que hace a la chica de la pintura tan atractiva. A La joven de la Perla (fechada alrededor de 1665) se la ha comparado con La Gioconda de Leonardo Da Vinci por el misterio que suscita. Sin embargo, la propia autora establece una diferencia entre ambas. Mientras que la italiana está “sentada en la pintura y es autónoma” a todo lo que la rodea, la flamenca es cercana a quien la mira, es franca. No hay intermediarios entre ella y el mundo exterior. “Parece que está a punto de decir algo”, observa la historiadora del arte Sara Rubayo. Pero no sabemos qué es lo que está a punto de decir, ni siquiera si es cierto que la intención de Johannes Vermeer, el autor del lienzo, fuera provocar tal sensación. No sabemos, tampoco, quién es la chica, ni si es cercana al artista ni por qué la pintó. A pesar de todas las teorías, que son muchas y bien fundamentadas, su historia es un misterio. No lo son tanto, sin embargo, los trucos que utilizó Vermeer para hacer de su obra un laberinto sin salida.

Los investigadores del museo Mauritshuis de La Haya iniciaron, en 2018, una investigación para tratar de esclarecer algunos de los secretos que rodean el cuadro. La directora de la institución reconoce que no ha sido posible determinar la identidad de la joven. “Esto es”, explica Rubayo, “porque se trata de un tronie”, una rama del género del retrato en la que no era importante a quién se retrataba: “El artista los utilizaba para demostrar su calidad artística y su virtuosismo”. Precisamente esa intención de exhibición podría explicar que la joven vista un turbante de corte oriental, mucho más esbelto y llamativo que una pieza de ropa de la Europa del siglo XVII. “Pero el punto focal del cuadro no es otro que la perla”, sentencia la historiadora. No hay otro detalle del lienzo que evidencie más la pericia del pintor. “A pesar de que, visto con distancia, la joya parezca pintada al milímetro”, apunta, “al acercarnos a él, apreciamos que todo lo que ha hecho el pintor flamenco es pintar dos pinceladas”. Solo eso. Con una de un trazo potente en la parte superior del lóbulo y otra más sutil en la inferior, logra pintar una de las joyas más llamativas de la historia del arte.

La perla es, además, uno de los elementos que constituyen el círculo virtuoso de la pintura que embelesa al espectador y captura su atención. “Cuando miramos la obra”, señala Rubayo, “son los ojos color azul pardo de la joven los primeros que centran nuestra atención”. Hasta ahora, se pensaba que la joven no tenía pestañas, pero recientes estudios han demostrado que Vermeer sí pintó unas finas líneas en sus ojos que desaparecieron con el tiempo. “El caso es que la mirada ligeramente ladeada de la joven dirige la nuestra hasta su turbante, que Vermeer también iluminó especialmente”. Una vez nuestros ojos se posan en él, la luz que desprende la perla también atrae nuestra atención, que viajará, a continuación, hacia el cuello del chaqué. Ese filo alargado y blanco actuará como un tobogán para nuestra mirada, que, directamente, se posarán en unos labios rosados y húmedos a punto, como sugiere la historiadora, de decir algo. El círculo se completa, de nuevo, ascendiendo hasta los ojos medio desdibujados de la joven, “que denotan melancolía, tristeza, reflexión o indiferencia, no estamos seguros”. Se trata de un recorrido que no tiene fin, habida cuenta de que, tal y como señala Rubayo, el espectador vuelve a iniciarlo una y otra vez conducido por la luz y atraído por la expresión de la joven.

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¿Su hija, la hija de un marchante o la sirvienta?

Aunque los tronies no son retratos per se en los que el pintor busque satisfacer el encargo de un mecenas ni nada por el estilo, sí era frecuente utilizar modelos. Las investigaciones apuntan en tres direcciones para determinar la identidad de la joven, pero ninguna ha podido demostrarse. Parece que la modelo que posó para Vermeer pudo ser su propia hija. Sin embargo, también existen teorías que la consideran la hija de un marchante de arte y otras que dicen que fue una sirvienta del pintor. Los estudiosos del artista flamenco reconocen que están lejos de llegar a la verdad en ese sentido, pero advierten de que, en la actualidad, se conoce más que nunca la obra y eso, en definitiva, significa conocer más que nunca a la joven de la perla. Incluso en el fondo del lienzo, que hasta ahora se había tomado por negro y liso, hay novedades. Es, en realidad, una cortina verde lo que hay tras la protagonista. Solo Johannes Vermeer sabe lo que esconde la mirada misteriosa y sugerente de la chica, y quizás sea precisamente eso lo que la ha convertido en una de las joyas más preciadas de toda la historia de la pintura.

'La joven de la perla' de Vermeer.

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