La amistad y los sueños

Pedro Crespo

Pequeño homenaje a mi gran amigo, que fue, Fortunato Frías.

Resulta curioso, e incluso llamativo, relacionar amistad y sueños, pero hoy tengo que hacerlo.

Hace unos días soñé con mi buen amigo Fortunato, “el catalán”, como yo le llamaba (él me decía a mí “el madrileño castizo”), del que había perdido el contacto hace más de cincuenta años. A la mañana siguiente consulté en una máquina de esas que resuelven casi todo, y lo que leí por respuesta me dejó casi sin pulso: “el empresario catalán Fortunato Frías González falleció en Barcelona en 2022, rodeado de los suyos …” Esto me refrescó algo que que yo suelo decir con cierta frecuencia: “la amistad, como la salud, la familia y la democracia son conceptos que sólo valoramos lo suficiente cuando se pierden”.

La amistad, como la salud, la familia y la democracia son conceptos que sólo valoramos lo suficiente cuando se pierden

Fortunato y yo nos conocimos a principios de los sesenta del pasado siglo. Ambos trabajábamos en Banesto, él en Barcelona y yo en Madrid; le enviaron a Madrid en comisión de servicio durante unos meses y lo hizo muy cercano a mí. Nos fuimos conociendo y coincidíamos en muchas cosas. Pasamos juntos bastantes tardes, y le agradaba el Madrid que yo le mostraba: la zona de los Austrias, la Cava baja, etc. Pasamos muy buenos ratos. Nos contábamos nuestras respectivas vidas, y conseguimos labrar una buena y sincera amistad. Entonces los dos andábamos próximos a los treinta años de edad y estábamos solteros.

Cuando Fortunato regresó a Barcelona continuamos la relación en modo epistolar (naturalmente, por aquellos tiempos no existían los móviles).

Pasado algún tiempo, yo hice un viaje de unos ocho o diez días a Barcelona, y pernoctaba en el piso que él compartía con otro amigo, y se ocupó de que éste me enseñara la ciudad condal, Monserrat e incluso algo de la Costa Brava, ya que él estaba muy ocupado con sus responsabilidades profesionales, pues había dejado el Banco y ocupaba un puesto de cierto relieve en Fomento del Trabajo Nacional. Más adelante, le nombraron Director General del Banco de la Pequeña y Mediana Empresa, filial de la Banca Mas Sardá. Tenían sucursal en la calle Génova de Madrid, y él venía a veces y yo iba a verle. No me sorprende que acabara como empresario, pues era muy capaz y valiente. Más adelante se casó en Valencia, me invitó y acudí a su boda. Yo, en cambio, no le invité a la mía años después; me equivoqué y después me arrepentí.

Vuelvo al principio, al estado de tristeza/nostalgia en que entré tras el sueño, y recordaba lo que él me había contado de su vida. Era hijo de un guarda forestal de Soria, y con dieciseis años emigró, solo, a Barcelona; entró en el Banco y además hizo estudios mercantiles de grado medio. Aquí enlazo con todo lo anterior.

En este punto se me hace necesario reflexionar mínimamente sobre la amistad y también sobre los sueños. Solemos llamar amigos a simples conocidos, y a veces nos alejamos inconscientemente de amigos de verdad: amigos de estudios, amigos de “la mili”, amigos de trabajo o del barrio... y dejamos establecer distancias que después duelen. He tenido la suerte de tener algunos grandes amigos, casi todos los cuales ya no están. Es cierto que en algunos casos nos hemos seguido viendo hasta el final de sus días, pero con otros no ha sido así, lamentablemente, y bien que lo siento.

No seré yo quien intente filosofar sobre los sueños después de haberlo hecho célebres filósofos y escritores: Calderón de la Barca, en boca de Segismundo; Quevedo, en “los sueños”; D. Cosaint, con “un amigo es un tesoro que debemos valorar”; García Márquez, con “un verdadero amigo es quien se toma de la mano y te toca el corazón”; Cervantes, a través del Quijote, con “la buena y verdadera amistad no puede ser sospechosa de nada”, y hasta Aristóteles, con “la amistad es un alma que habita en dos cuerpos, un corazón que habita en dos almas”. Yo, simplemente, recuerdo la definición de la RAE: “Relación afectiva entre dos o más personas”.

Entre Fortunato y yo hubo una relación afectiva, no larga pero sí leal, profunda y sincera. Me queda un gran recuerdo de su amistad.

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Pedro Crespo es socio de infoLibre.

Pequeño homenaje a mi gran amigo, que fue, Fortunato Frías.

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