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El arte de la guerra

Antonio García Gómez

De momento, la hambruna crece espasmódicamente en Centroáfrica debido a la falta de suministros de cereales a causa de la guerra en Ucrania.

“En la guerra todas las noticias son falsas. Lo escribió hace dos siglos un militar prusiano en su libro sobre la guerra, pero ya se sabía desde Troya”. Lluis Basset.

'El arte de la guerra': Es un insultante eufemismo sobre el que algunos pensadores pasados han disertado, con mayor o menor acierto, probablemente desde la retaguardia, a cubierto del derramamiento obsceno y bárbaro de sangre y vísceras, pena y dolor infinitos, destrucción y devastación como efecto inmediato de cualquier conflicto bélico.

Se calcula que las bajas en el bando ruso, entre muertos y heridos, en los seis meses de guerra, ya ascienden a 80.000 personas, soldados jóvenes, es decir, jóvenes rusos con proyecciones de vida muy distintas que las de morir en una trinchera, en suelo ucranio, procedentes de los estratos sociales más bajos, de las periferias de la gran Rusia, desesperados y vulnerables, por una paga que se les prometía abundante y que no ha resultado tan espléndida.

Por otra parte, en un bosque que forma parte del territorio reconquistado a los rusos por parte de las fuerzas ucranianas se han descubierto, desenterrado mejor dicho, 440 cadáveres de, preferentemente, civiles ucranianos asesinados, algunos niños, otros con restos de tortura, todos ellos vilmente enterrados de muy mala manera, como si de un crimen inconfesable se hubiera tratado.

Y entretanto la guerra continúa, con toda su crudeza, maldad, estupidez y bárbara crueldad.

Aunque ahora se habla de la reconquista ucraniana de territorios que anteriormente habían sido ya conquistados por los invasores rusos. Aunque sea muy poco respecto al total: 120.000 kilómetros cuadrados conquistados por Rusia, frente a los 8.000 reconquistados por Ucrania, y, sin embargo, ha sido un duro golpe para la estrategia del mando ruso, del mismo Putin.

Y, por eso mismo, siguen las espadas en todo lo alto, sin visos de un posible y cercano desenlace del conflicto, de la maldita guerra desencadenada por el imperialista Putin y su camarilla, ante la llegada del general invierno. Capaces de desplegar, los invasores, todo el horror inimaginable, toda una catástrofe humanitaria que se extienda más allá del propio escenario bélico, frente a una Europa que tiembla y teme.

Porque la guerra ya se ha extendido en un nuevo escenario en el que Europa ya se ve concernida, a expensas de los efectos de un corte de suministro energético que ponga en cuestión la unidad europea, a la mínima que puedan hacerse real y patente las restricciones del consumo de gas y petróleo para la población acomodada europea. ¿Sabremos, podremos, los europeos aguantar los zarpazos del frío, de las restricciones plausibles en la energía que nos pueda calentar el próximo invierno?

Y entretanto la guerra continúa, con toda su crudeza, maldad, estupidez y bárbara crueldad

Mientras que por el otro lado, China e India, supuestas aliadas hasta cierto punto de Rusia, ya han manifestado que “no son buenos tiempos para la guerra”, y ya restringen, a su vez, la ayuda a Rusia o, al menos, la condicionan a sus propios intereses.

De hecho, este país ya acude a Corea del norte y a Irán para intentar armarse. Además de ir anunciando una posible “movilización general” de la población, es decir, de los jóvenes y adultos que hasta la fecha se van librando de acudir al frente. Al tiempo que se barajea, no sé si como señuelo o como amenaza clara y rotunda, la posibilidad de acudir al armamento nuclear, a las armas tácticas nucleares, al desastre calculado y buscado, a nada que se inicie ese derrotero, mientras se anuncia un periodo gélido de “hambre y frío” en Ucrania, y una situación económica desesperada, cada día un poco más, para Europa.

A la vez, la desesperación puede llegar a abrirse paso en el gobierno de Putin con consecuencias impredecibles. Porque cuanto peor se ponga la situación, más desesperadas podrán ser las medidas tomadas desde el Kremlin.

Mientras crece la extrema derecha en Europa, acariciando algunos gobiernos, con el beneplácito cómplice de Rusia, soñando tal vez con la división entre los países europeos, camino de un desenlace de la guerra aún lejano. Porque, a la postre, Putin ni puede ganar ni tampoco perder la guerra, salvo un cataclismo global inevitable y que algunos ya entreven.

En tanto los europeos occidentales pretendemos seguir soñando con la inexistencia de una guerra que lleva ya meses apretándonos, condicionando nuestro presente y nuestro futuro inmediato. Porque la inconsciencia de los “nuevo ricos” puede llegar a ser suicida, inconsciente, letal.

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Antonio García Gómez es socio de infoLibre.

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