¿A quién beneficia el proteccionismo? (y II)

Mario Diego Rodríguez

Expresado de una manera más directa y más simple: pagar para que la patronal consienta proporcionarnos trabajo. Al final, siempre es la vieja cantinela: hay que dar dinero a la patronal y, un día quizás, esos miles de millones vertidos en las empresas acaben transformándose en puestos de trabajo.

Los partidos o sindicatos que proponen la nacionalización plantean otra manera de utilizar el dinero público para comprar lo que ya es nuestro y que hemos pagado creando plusvalía con nuestro trabajo. Nacionalizar es sinónimo de conceder una indemnización a los accionistas de la empresa que supuestamente estaría en apuros. O sea, indemnizar al patrón que despide sin ofrecer la más mínima garantía de empleo para las plantillas en trámite de despido.

La ironía de esta situación, si se pudiese bromear con ella, es que volver a una economía estrictamente nacional es imposible por mucho que el conjunto de la clase política lo presente como una medida a favor de la clase trabajadora. La producción y el comercio han rebasado hace tiempo las estrechas fronteras nacionales, y sea dicho de paso, con el beneplácito de la propia burguesía capitalista, aunque sería más certero decir: promulgada por ella misma. 

El patriotismo económico es un señuelo formando parte de la ya amplia caja de herramientas que poseen nuestras burguesías respectivas para desviar a la clase trabajadora de su verdadero objetivo y enemigo

Una política proteccionista sólo podría tener consecuencias nefastas para la población trabajadora en activo o no, dejando a un lado lo que nos llevaría a la barbarie, esta provocaría una subida de los precios y dispararía la inflación, imponiendo nuevos sacrificios a la clase trabajadora, y todo ello en nombre del rescate a la industria española. El patriotismo económico es un señuelo formando parte de la ya amplia caja de herramientas que poseen nuestras burguesías respectivas para desviar a la clase trabajadora de su verdadero objetivo y enemigo.

Luchar contra la sangría ocasionada en las empresas respecto a los puestos de trabajo, debido a los cierres, es defender el derecho a existir, no a subsistir. La clase trabajadora no dispone de otra herramienta que no sea la lucha. Esto nos permitiría imponer a los capitalistas, españoles o no, la prohibición de despedir y el reparto del trabajo entre todos. Imponer a la patronal echar mano de sus beneficios para consolidar y perpetuar sus empresas so pena de expropiación. Sería la única manera de no dejarse engañar por la demagogia nacionalista de los ideólogos burgueses y defender nuestros propios intereses.

(Puedes leer aquí la primera parte de este artículo).

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Mario Diego Rodríguez es socio de infoLibre.

Expresado de una manera más directa y más simple: pagar para que la patronal consienta proporcionarnos trabajo. Al final, siempre es la vieja cantinela: hay que dar dinero a la patronal y, un día quizás, esos miles de millones vertidos en las empresas acaben transformándose en puestos de trabajo.