La deriva de la UE y la desinformación ucraniana

Juan José Torres Núñez

La Unión Europea ha perdido el rumbo y va a la deriva como barco sin timón. Su estrategia de apoyar a Ucrania, siguiendo las órdenes de Estados Unidos, con sanciones, armas y dinero, no ha conseguido arrodillar a Rusia, como querían. Más bien el “experimento” de Estados Unidos puede destruir a Ucrania. Ya hay que considerarlo como un experimento fallido. Los países de la UE se han convertido en vasallos de EEUU y han entregado su soberanía a la OTAN, una organización belicista a las órdenes del complejo militar-industrial estadounidense. Los que aún siguen sin enterarse deben estudiar el legado de la OTAN: donde ha intervenido con sus “revoluciones de colores”, como ha sido el caso de Ucrania en 2014, los países han quedado destruidos. Truman habló de su “experimento” sin mencionar las casi 80.000 personas que murieron en Hiroshima. Hoy a Estados Unidos en su guerra proxy en Ucrania le importa un bledo los ucranianos que mueren. De lo que se trata es de arrinconar primero a Rusia y después a China. La OTAN sigue con su expansión global. Chris Hedges opina que es “la alianza militar más agresiva y peligrosa del planeta”. Y asevera que “se ha convertido en una maquinaria de guerra global en la UE, Oriente Medio, América Latina, África y Asia”.

La UE ha repetido que no levantará las sanciones a Rusia. Esto se debe a los términos geopolíticos impuestos por el imperialismo estadounidense. Pues bien, estas sanciones acabarán haciendo mucho daño a las economías neoliberales de la UE porque como estamos viendo, el neoliberalismo se concentra en unos cuantos, mientras que el resto vive en la pobreza. Este es el resultado del “orden basado en reglas” que EEUU defiende y que sus aliados aceptan sin cuestionarlo. Pero con la intervención de Rusia en Ucrania, este supuesto “orden” unipolar ya ha cambiado. Ahora vivimos en un mundo de orden multipolar. Como ha señalado el profesor de la Universidad Aalborg de Dinamarca, Li Xing, en su Declaración Conjunta de China-Rusia: Declaración de una Nueva Era, el nuevo orden tiene que estar basado en la ley internacional de la Carta Magna de las Naciones Unidas. Según él, China y Rusia exigen reformas para la nueva era. Un ejemplo claro lo vemos en Panamá. EEUU lo invadió con su “orden basado en reglas” y Panamá sigue inmerso en la pobreza de la mayoría de su gente.

El día después de la destrucción de Hiroshima, el presidente Harry Truman expresó su satisfacción por el “éxito abrumador” del “experimento”.

John Pilger

Este Documento del 4 de febrero de 2022 ha sido demonizado en los medios occidentales. El Alto Representante de la Política Exterior de la UE, Josep Borrell, advirtió en la sesión inaugural del Foro de Doha que la crisis de Ucrania podría “empujar” a Rusia hacia China. Y enfatizó que tal escenario debía evitarse. El señor Borrell no ha entendido que la “nueva era” son las dos palabras clave del Documento. China y Rusia quieren paz, desarrollo y cooperación. Pero EEUU y la OTAN quieren democracia, derechos humanos, confrontación y guerra. Olvidan que el desarrollo conduce al bienestar y a la democracia. La “democracia” de Occidente no conduce a la paz, como estamos viendo. El profesor Xing explica que a diferencia de EEUU y la Alianza Atlántica, la relación que vemos en el Documento entre China y Rusia está basada en una “estrecha asociación estratégica” que tiene en cuenta “la responsabilidad de la comunidad mundial”. La Iniciativa de la Franja y la Ruta de China y la Unión Económica Euroasiática de Rusia son dos ejemplos. Para China la clave del conflicto de Ucrania se debe a la continua expansión de la OTAN. Este es el origen de la guerra de Ucrania, que yo he señalado en todos mis artículos. No olvidemos que la seguridad de un país tiene que respetar la seguridad de los demás. Helga Zepp-LaRouche, cofundadora y presidenta del Instituto Schiller, tiene razón cuando dice que necesitamos una nueva arquitectura de seguridad internacional.

Los veteranos profesionales de inteligencia por la cordura (VIPS, por sus siglas en inglés) enviaron un Memorando al presidente Joe Biden el 1 de mayo de 2022. La primera frase explica todo: “Los principales medios de comunicación han marinado las mentes de la mayoría de los estadounidenses en un brebaje de brujas de información engañosa sobre Ucrania, y sobre los riesgos extremadamente altos de la guerra”. Los VIPS dan 12 puntos, como analistas de inteligencia. El punto 3 aclara muchas cuestiones. “Los recientes recordatorios de Putin sobre la capacidad de armas nucleares de Rusia pueden encajar fácilmente en la categoría de disuasión. También puede leerse […] que está dispuesto a usarlos in extremis”. En el punto 4 nos dicen que “sí; Putin considera la injerencia occidental en Ucrania, particularmente desde el golpe de Estado de febrero de 2014, como una amenaza existencial”. Si se trata de arrinconar a Rusia, “no se puede descartar que Putin ‘autorice’ un ataque nuclear limitado con misiles modernos que vuelan muchas veces la velocidad del sonido”. Como indican los VIPS en el punto 7, “Rusia ya no puede dudar de que EEUU y la OTAN tienen como objetivo debilitarla (y eliminarla, si es posible), y que Occidente también cree que puede lograrlo enviando armas a Ucrania e instando a los ucranianos a seguir luchando. Creemos que estos objetivos son delirantes”. EEUU y Rusia controlan alrededor del 90% de las ojivas nucleares del mundo con unas 4.000 ojivas cada uno, según los informes de la Federación de Científicos Estadounidenses.

Estos delirios merecen una explicación. Los europeos, obnubilados con la narrativa estadounidense se han creído que a Rusia la podían aislar internacionalmente. Su delirio les ha perturbado la razón. Con sus sanciones, según Ursula von der Leyen, iban a “arrasar poco a poco la base industrial de Rusia”. Ante esta situación, Rusia ha dirigido sus exportaciones hacia India y China, dándoles ventajas significativas. Y el valor del rublo se ha reforzado considerablemente respecto al dólar. La UE ha olvidado que el 85% de la población mundial se ha negado a aceptar las sanciones impuestas por EEUU y sus aliados contra Rusia. En el punto 9 leemos que “Se puede contar con que China hará todo lo posible para evitar que Putin ‘pierda’ en Ucrania, ante todo porque China ha sido designada como ‘la próxima en la fila’”. Llegado este punto, habrá que recordarle al señor Borrell que los VIPS saben mucho de su país, EEUU, cuando afirman en el punto 9 que “La entente Rusia-China marca un cambio tectónico en la correlación de fuerzas mundiales”. Y en el punto 10 concluyen que “La desnazificación de Ucrania es uno de los factores clave que explican el nivel de aprobación de Putin, superior al 80%”.

En mi artículo en este medio, “la OTAN Global y la guerra contra Rusia”, informé que el Centro Contra la Desinformación (CCD) de Ucrania forma parte de la Seguridad Nacional y del Consejo de Defensa (NSDC) de Ucrania, creado el 11 de marzo de 2021 para tratar “las amenazas de la información”. Lo comparé con el “Ministerio de la Verdad” que encontramos en el Appendix del libro de George Orwell, 1984, cuyo objetivo es en realidad “hacer todas las formas de pensar imposible”. Un funcionario ucraniano, Andriy Sapovalov, cuyo salario lo pagan los contribuyentes estadounidenses, el 14 de julio convocó una mesa redonda en Kiev para tratar la desinformación. Actuando como director interino del CCD de Ucrania, publicó una lista negra con los nombres de 72 personas que acusó de “difundir a propósito desinformación sobre Ucrania”. Las primeras 30 personas de la lista son miembros y conferenciantes del Instituto Schiller. Sapovalov los ha tachado de “terroristas informáticos”, añadiendo que “tal gente puede ser procesada como criminales de guerra”.

No sorprende, pues, que Amnistía Internacional haya denunciado que el Ejército ucraniano está "infestado de nazis” y que “ha violado la ley internacional humanitaria poniendo en peligro a los civiles, al utilizarlos como escudos humanos”. La ONU ha instado al presidente Zalenski a proteger a la población civil tras esta denuncia. Parece muy sospechoso que la mesa redonda la organizó el U.S. Research and Development Fund (CRDF Global Ukrain). En esta lista negra encontramos distinguidos académicos, analistas, investigadores, políticos, periodistas, la directora del Instituto Schiller y el coronel retirado Richard Black, entre otros. ¿Cómo se puede acusar a estas personas prominentes? Helga Zepp ha declarado que el Instituto Schiller “ha estado en el centro de la lucha internacional para detener la guerra y el colapso financiero”. Ella está convencida de que “detrás de esta lista negra se esconde el miedo de los británicos y sus aliados estadounidenses a que se rompa toda la ‘narrativa’ sobre Ucrania, y su plan de guerra contra Rusia y contra China”. Vemos, pues, que la OTAN Global criminaliza la libertad de expresión.

Resulta preocupante que se defienda la “democracia” en Ucrania, cuando en realidad se trata de un país que empezó a destruirse en febrero de 2014 con el golpe de Estado que dio EEUU, dirigido por Victoria Nuland y que derrocó a un gobierno elegido democráticamente. Como ya ha advertido Augusto Zamora R., “Ucrania era la pieza geopolítica más importante para terminar de arrinconar a Rusia”. Pero ya se ha cruzado la línea roja y Rusia tiene derecho a tener unas fronteras seguras. No podemos ignorar el peligro de guerra nuclear que existe hoy y actuar como el general Farrell –según escribe el periodista John Pilger–, que negó “categóricamente que la bomba atómica (de Hiroshima) produjera una radioactividad peligrosa y persistente”, el 13 de septiembre de 1945. Lo que necesitamos es que EEUU y la OTAN abandonen su “experimento” porque como ha advertido Chris Hedges, “cuanto más dure la guerra en Ucrania, más se vuelve pensable lo impensable”. Se necesita resolver el final de la guerra en una mesa de negociaciones, pues ese camino nos llevará a la paz, que es lo que el Instituto Schiller siempre ha defendido. Ese sí sería un “éxito abrumador” del “experimento”. 

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Juan José Torres Núñez, es socio de infoLibre

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