Más ganadería y menos comunismo: percepciones y realidades

Julián Lobete Pastor

Dicen los expertos en comunicación que, en política, la realidad no es la verdad. La realidad es lo que la gente percibe; por ello, en las campañas electorales la realidad no existe, lo que importa es la percepción (Xabier Peytibi, Las Campañas conectadas).

No obstante, ante la campaña de elecciones autonómicas en Castilla y León, con Ganadería o Comunismo como lema central del PP,  queda muy claro la percepción que quieren transmitir; conviene detenerse, sin hacer caso a los comunicadores, en la realidad ofrecida por los datos objetivos en esa Comunidad.

Dado el lema de los conservadores, hay que  fijarse en los datos que nos proporciona la actividad agrícola. Destaca en esos datos el descenso paulatino de la población activa agraria, incluso en años de buena producción y sobre todo la importancia de las subvenciones comunitarias en la determinación de la Renta Agraria.

Según el estudio de Unicaja, el sector agrario de Castilla y León 2021, la población activa agraria en la comunidad descendió en 2020 en un 6,2% , situándose en 59.400 personas, a pesar de que la producción total agraria aumentó con respecto a 2019.

El peso importante de las subvenciones en la renta agraria castellano-leonesa fue resaltado por Juan Colino Salamanca en un artículo publicado en el libro colectivo, editado por la Universidad de Valladolid y coordinado por Jesús Angel Redondo, La Transición en Castilla y Leon. 

Con datos hasta 2018, Juan Colino concluía en su artículo ”Castilla y León y la Unión Europea” que, en años normales, las subvenciones son una parte importante de la renta agraria entre el 40/45%, pero en años muy malos, sin la subvención no existiría la renta agraria. Unos datos muy superiores al peso de las subvenciones en el conjunto nacional que suponen entre el 20/25% de la renta agraria.

Loa datos para 2019 y 2020 han sido tomados de la Cuenta Económica de la Agricultura (CEA) elaborada por el Ministerio de Agricultura y la Consejería de Agricultura de Castilla Y León. En 2019 la producción agraria, producción vegetal más animal, ascendió a 6082 millones de euros.

El Valor Añadido Bruto (VAB) fue de 2312 millones de euros. Según la metodología de la CEA, la Renta Agraria es igual al VAB menos amortizaciones e impuestos más subvenciones. En 2019, las subvenciones fueron de 896 millones de euros y aplicando la fórmula, resulta una renta agraria de 2462 millones, pero sin las subvenciones la renta agraria hubiera sido de 1566 millones de euros. Las subvenciones hacen que la renta agraria suba un 36% más.

En 2020, aunque se trata de la primera estimación, la producción fue mayor, 6.613 millones de euros; la renta agraria fue de 2.832 millones de euros y las subvenciones de 875 millones, con lo que la participación de éstas en la renta agraria fue del 30%.

¿Qué hacer o qué se debía haber hecho ante esta situación? Se lo preguntaba Juan Colino en el artículo citado: ¿estas ayudas están siendo aprovechadas para modernizar la producción y la comercialización, para ser más competitivos cuando disminuyan o desaparezcan? 

¿Se tendrá este debate en las elecciones de Castilla y León? Quien después de tantos años en el gobierno de la región no ha sido capaz de soluciones los problemas estructurales de la región, está claro que va a rehuir ese debate. Dado su lema sabemos que dirigirá las percepciones de sus electores hacia otras percepciones, hacia los problemas de identidad, sean estos inventados o verdaderos.

Por cierto, en la producción animal de Castilla y León, la parte más importantes es la producción porcina, muy por encima de la bovina. Deberían hacerse las fotos junto a los cerdos.

La identidad castellanoleonesa

¿Existe una identidad castellanoleonesa, que se pueda atacar o defender? Sería atrevido afirmarlo, pero sí existen unos rasgos del carácter regional o de los campesinos castellano-leoneses que fueron descritos por Miguel Delibes en su obra Castilla, lo castellano y los castellanos.

Es indudable que la Castilla descrita por Delibes en sus novelas ya no existe en gran parte; el mismo Delibes confiesa que escribió el Disputado Voto del Sr Cayo, como un homenaje a ese mundo que desaparecía. En la campaña que hagan los partidos en estas elecciones no se encontrarán ningún Sr Cayo y es una pena porque tendrían mucho que aprender de su filosofía socarrona .

Sim embargo, algunos de los rasgos descritos por Delibes, salvo opinión fundada en contrario, siguen existiendo, por ejemplo la desconfianza y la hospitalidad. Sigue siendo cierto que Castilla sigue siendo la gran olvidada, desasistida. Castilla siempre fue sumisa, para contentar a Castilla no hace falta gastar un duro, afirmaciones que pueden valer también para el poder autonómico .

La sumisión, el situarse espontáneamente bajo la protección del poderoso o del que consideran tal  puede explicar también el largo periodo de mando de los conservadores. Graduación de sumisiones, como dice Delibes, que no generan relaciones afectivas sino todo los contrario.

Es difícil comprometer en  tareas colectivas a quien piensa que lo mío es lo mío, pero lo de todos no es de nadie. “De esta manera, recuerda Delibes, el castellano que en los momentos cruciales y ante las dificultades de sus prójimos es un ser desinteresado, generoso y compasivo, se torna reacio a la asociación, y hasta insolidario en la vida cotidiana normal”. Ejemplo de ello fueron los lustros que costó completar la concentración parcelaria, una gestión que debió realizarse en un corto número de años.

El minifundio es tradicionalista y conservador, reacio a pactos y a toda idea de disciplina. Tales condiciones se explican por varios factores, pero la pobreza fue importante; el tener poco acrece el amor, que a veces se torna codicia, sobre ese poco , que en definitiva es lo único nuestro, recuerda el escritor.

¿Han cambiado estos rasgos en estos años? El nivel de pobreza ha descendido notablemente. El PIB per cápita castellano es igual al de la media española y la renta agraria por ocupado se ha incrementado sobre manera, 47.676 euros en 2020, cuando era de 33.958 euros en el año 2000, aunque también es cierto que sube porque la población activa agraria desciende.

Las mejoras económicas ayudan a desprenderse de viejos prejuicios, aunque no siempre.

¿Dará el salto Castilla y León en estas elecciones hacia un despertar con el que encarar sus problemas, a sacudirse esa mediocridad en la que parece instalada?

La primera muestra será la próxima campaña electoral. El lema del PP, no augura ningún debate de ideas, de realidades. Más bien parece inclinarse por  afianzar los rasgos más negativos de la identidad descrita por Delibes. 

En esta época de segmentaciones, nichos y conocimientos de los electores, el que tiene el poder sale con ventaja. En el ámbito de una comunidad, el poder persistente puede manejar mejor las herramientas tecnológicas actuales.

Esperemos que se sepa contrarrestar esa campaña que solo quiere dejar las cosas como están, acudiendo a viejas y trasnochadas percepciones.

Julián Lobete Pastor es socio de infoLibre

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