Señora Díaz, le voy a dar un dato

Jesús María Frades Payo

No pretendo utilizar esa frase contra Ud. sino que la emulo con su conocida expresión tan oída en el Parlamento, generalmente en sus réplicas contra el que se vanagloriaba de ser Campeón del Mundo de lanzamiento de hueso de aceituna mollar “machá”, único título del que desconozco si no habrá sido defenestrado aún porque no volví a leer su CV. Está claro que era sabedora de que todos los datos que le endilgaba eran perfectamente conocidos por García-Egea, pero convenía airearlos porque así ni a él ni a otros les sería útil mantenerlos ocultos por serles inoportunos. Tal no es el caso ahora, más bien retórica.

Va a comenzar en estos días a presentarnos la que puede ser una esperanzadora propuesta política bajo el simbólico lema “Sumar” con ideas que todavía se van apuntando, aunque sabemos progresistas, de izquierdas, abarcando un amplio espectro quizá desde el centro-izquierda –¿lo hay? El centro es como el Año 0– hasta el comunismo democrático que conocemos desde hace décadas. Ahí también se podría acoger a muchos desilusionados, desencantados, incluso huérfanos de líderes con ética a los que costará mucho poner en adopción tras su lógica desconfianza. Ojo, no volverá el octubre del 82, pero tampoco servirá de mucho algo que sea tan efímero como el espejismo del 15-M.

Empecé a hilvanar este artículo el día del patrón de los políticos y los gobernantes, Tomás Moro, un hombre que fue miembro del Parlamento y llegó al Gobierno nada menos que como Lord Canciller, decapitado por mantener su ética frente al cabeza de Iglesia nacionalista Enrique VIII y autor de “Utopía”, creador también de este epónimo. Son varios los nexos, salvando las distancias, que tiene Ud. con él, pero la utopía que puede favorecernos en un futuro próximo está en la raíz de su ilusionante proyecto.

Y sin más, aquí está el dato: Cataluña fue la 4ª Comunidad Autónoma en el nº de Síes a la Constitución Española, que con más concreción resalto diciendo que allí la provincia (nuestra circunscripción electoral) con menor apoyo lo dio con el ¡90,4%!

La perogrullada que oigo muchas veces es que han pasado muchos años, y sí, pero menos que desde la de EEUU, la francesa, la italiana, la portuguesa, etc., las cuales han sido enmendadas o modificadas en mayor o menor grado, algo que no hemos hecho pero que puede hacerse. Por cierto, muchos creen que las reformas son cambios “a la carta” y ha de intentarse las veces que haga falta hasta que salga lo deseado, a veces no por muchos.  

Viene el dato a cuento de la postura que tome respecto al mal llamado problema de Cataluña y a la propuesta escuchada en muchas ocasiones de un referéndum pactado allí. Si ahora la población en esa región tiene una opinión política a ese tocante no mayoritariamente independentista, no hace muchos meses sí podía considerarse un tanto así, pero poco más atrás no lo era ni de lejos. Entrando en las elecciones, no olvidemos que en 2017 (no estoy hablando de épocas antediluvianas) el partido que más votos sacó fue Ciudadanos, y que en las últimas fue el PSC. Y no es necesario añadir quiénes han gobernado sumando apoyos y con qué dificultad. Por tanto, no hay unas mayorías tan evidentes, y mucho menos tan fijas, para un tema tan trascendental como la secesión.

Además de la libertad, aspiración común de todo demócrata para todos, la igualdad es la bandera que distingue a la izquierda

Pero la perversión del asunto está precisamente en pretender que unos pocos sean los que decidan sobre el futuro de todos, y aquí esgrimo la Constitución que es la que nos iguala a todos en derechos y la que garantiza que unos ciudadanos no estén por encima de otros en ninguna decisión que les ataña, como es esa. “Cataluña es Espanya”, Sra. Díaz, y si un día se plantease sin acaloramientos ni transfondos xenófobos la independencia, sería en plano de igualdad entre españoles la toma de esa decisión porque el “demos” no está allende el Ebro salvo que todos así lo decidiésemos libremente, lo cual es una hipótesis muy lejana pues no tiene fundamentos legales de ningún tipo como los casos de Escocia y Quebec, por ejemplo. Sra. Díaz, Ud. tiene que mantener vivo eso que manifestó de “una España en la que quepan todas las Cataluñas”, y no sobraría el ejercicio pedagógico contrario de hacer una Cataluña en la que cupiesen todas las Españas, que socialmente sí la hay, pero que institucionalmente algunos quieren que desaparezca.

La izquierda no es ataporquense, si se me permite el término, es internacionalista. Con su misma ideología comunista hemos escuchado a reputadas personalidades, como Francisco Frutos o Nicolás Sartorius. El primero llegó a decir de Iglesias Turrión que era “el palanganero del independentismo en Cataluña”, mientras que el segundo, cuando se insultó a los que fueron verdaderos presos políticos y exiliados llamando así a los implicados en la sedición, aseguró tajante que jamás se topó en la cárcel a ningún secesionista catalán. Términos duros, pero valientes.

Además de la libertad, aspiración común de todo demócrata para todos, la igualdad es la bandera que distingue a la izquierda. Ahí se encuadra la política de la que lleva Ud. dando buenas muestras desde el primer momento, destacando en el Gobierno y, particularmente, sobre sus correligionarios.

Sumar es un lema cargado de significado. La tendencia desde hace unos años a huir de la palabra “partido” en todos los nuevos creados para dar una imagen distinta hemos visto que no era más que un espejismo. Se ha seguido con demasiado caudillaje, con purgas sin explicación, restando compañeros y votantes, con “cuadernos azules” o de otros colores, y en el socio de su misma coalición electoral se sufrió. Recupere a la gente válida, implicada, súmela para sumar a tantos votantes con ganas de que se resuelvan los problemas reales y se obvien los creados artificialmente. Cataluña no es un problema y es parte de la solución de España.

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Jesús María Frades Payo es socio de infoLibre

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