Librepensadores

Sufragistas y otras mujeres del siglo XXI

Mayte Mejía

Hasta que en 1948 Naciones Unidas no aprobara la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la legislación internacional no reconoció el sufragio femenino. Que, como se sabe, es un movimiento surgido en el siglo XIX para conseguir el derecho a votar de las mujeres. Ha llovido mucho desde entonces, pero me temo que la sociedad poco ha cambiado en otros aspectos, cuando seguimos indiferentes ante determinadas injusticias, barbaries y desigualdades. Ya contamos con diputadas, congresistas, senadoras, alcaldesas, ministras, concejalas…, que nos representan −aún no estamos en los primeros cargos−, pero el camino seguirá obstaculizado mientras no se consiga paridad de oportunidades, salarios, reconocimiento profesional lineal al de ellos, derechos fundamentales… Claro que hemos conseguido cosas, gracias a que la lucha de la mujer, aun arriesgándose a perderlo todo, ha sido imparable −la de algunos hombres comprometidos, también−, pero el túnel es demasiado largo y las luces escasas.

'Sufragistas': la conquista del voto femenino

‘Sufragistas’: la conquista del voto femenino

Casi todas las críticas coinciden en decir que la película −ahora en cartelera− Sufragistas, dirigida por Sarah Gavron, e interpretada por Carey Mulligan, Helena Bonham Carter y Meryl Streep, entre otros, es de las mejores que se han visto en los últimos años. La historia arranca en la Inglaterra de 1914, a comienzos de la Primera Guerra Mundial, con la lucha de las mujeres obreras que empezaron a cambiar el mundo, y que, hartas de obedecer a los padres, maridos y hermanos, pelearon por la libertad, sabiendo que muchas de ellas morirían en el intento y otras acabarían encarceladas, violadas, ultrajadas, torturadas… En cualquiera de los casos, aquel movimiento fue el inicio de una lucha que, desembocando su fuerza en la actualidad, tiene, como es lógico, otros terrenos a conquistar.

Quizá el foco de las heroínas hoy esté puesto en las mujeres que consiguen escapar sanas y salvas de la violencia de género, lo cual no es nada fácil, como todos sabemos. Hablar de cifras es siempre atrabiliario −lo menos poético para un texto−, pero justo es decir que en lo que llevamos del mes de enero, en nuestro país, han muerto seis mujeres presuntamente a manos de sus parejas −hasta el momento de escribir estas líneas−. En ocasiones, el verdugo ejecuta el acto en presencia de los hijos que, paralizados por el miedo, la impotencia y la indefensión, se arrinconan en una esquina, acuclillados, con la cara enterrada entre las piernas. Es decir, que desde la época de Maud, la protagonista del film citado anteriormente, hasta ahora −con distintos matices−, nos siguen matando, persiguiendo, esclavizando, ninguneando y, cuando hacemos algo fuera de lo común, o establecido o clásico o porque sí, nos someten a escarnio público hasta que el amanecer pone a otra víctima de lo que sea en la primera página de los medios de comunicación, y en las tertulias de los cafés de barrio.

Mayte Mejía es socia de infoLibre

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